El Espíritu Santo ya vino. Ya está aquí, y vino para quedarse
| Faustino Vilabrille
El Espíritu Santo ya está aquí.
Celebramos hoy la fiesta de Pentecostés: El Espíritu Santo ya vino, no hay que esperar por El. Es El, el que espera por nosotros para hacer este mundo verdaderamente humano, para que así sea de verdad gratificante para para Todos los Seres Humanos y toda la Creación.
Vemos innumerables males en el mundo, que por momentos nos angustian; vemos personas que parece que se empeñan en hacer bien el mal; vemos sufrimientos increíbles que los humanos nos causamos unos a otros; vemos un sistema neoliberal de mercado que solo tiene un dios, el dinero, y por él y para el sacrifica todo, personas y naturaleza.
Pero la fuerza de nuestras convicciones éticas y morales tiene que ser mucho mayor que todos los poderes de ese sistema perverso que nos quiere comer la cabeza y el corazón para que pensemos y deseemos lo que quieren sus promotores, y a continuación comernos el bolsillo.
Jesús prometió a sus discípulos que recibirían al Espíritu Santo para que esté siempre con ellos y les vaya recordando las enseñanzas que El les dio.
Un tiempo más tarde nos cuentan los Hechos de los Apóstoles como estando todos REUNIDOS recibieron al Espíritu Santo. Por tanto el Espíritu Santo ya vino, ya está aquí, ya está en el mundo. No hay que pedirle que venga, puesto que ya ha venido, y vino para quedarse.
Es el Espíritu Santo el que espera por nosotros. Espera nuestra respuesta, que estamos tardando demasiado tiempo en dársela, porque dársela a los seres humanos y a la creación es dársela a El.
¿Qué espera de nosotros? Es bien claro :
Que luchemos por la justicia: “Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia” (Mateo 5,6)
Que luchemos por la igualdad: “a nadie llaméis Señor sobre la tierra, todos vosotros sois hermanos” (Mateo 23,9)
Que luchemos por la fraternidad: “uno solo es vuestro Padre, el del Cielo” (Mateo 23,9)
-Que luchemos por el amor entre todos/as: “este es mi mandamiento, que os améis unos a otros”. (Juan 15,12)
-Que luchemos por la solidaridad:“tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, estuve enfermo y me atendisteis, estuve desnudo y me vestisteis, estuve en la cárcel y fuisteis a verme, fui emigrante y me acogisteis” (Mateo 25,31-46)
Todo esto, que es lo más esencial del Evangelio de Jesús, es cosa nuestra, depende de nosotros. Depende de nuestro compromiso
Está en Mateo 25,31-46.
O Dios es tonto, o nosotros necios, porque seguro que tenemos a Dios aburrido de pedirle mil cosas, pero que no dependen de El. Dependen de nosotros, son compromiso nuestro.
En misas, oraciones, cultos, novenas..., no hacemos más que pedir y pedir: o Dios es tonto o nosotros necios, porque ya van así más de 20 siglos, y las injusticias siguen ahí, las desigualdades, cada vez mayores, siguen ahí, el abuso de la naturaleza y el cambio climático los hemos causado nosotros en los últimos siglos, las migraciones forzosas siguen ahí, los millones de pobres aun siguen ahí. Todos estos males, los causamos los humanos. Ahora solo falta que le echemos a Dios la culpa de todo esto para no asumir nuestras responsabilidades. Incluso a veces decimos: “por qué no ve Dios esto”.
Asumamos, pues, de una vez nuestro compromiso con los seres humanos y la madre Tierra, y todos los sufrimientos injustos, innecesarios, indignos del ser humano, habrán desaparecido.
¿ Celebrar la Eucaristía, hacer oración? Sí, pero para decirte a Dios lo que estamos dispuestos a hacer para construir:
-un mundo de justicia, para todos los seres humanos y toda la creación.
-un mundo de fraternidad para todos los seres humanos y toda la creación.
- un mundo de amor, para todos los seres humanos y toda la creación.
- un mundo de solidaridad, para todos los seres humanos y toda la creación.
- un mundo de igualdad, para todos los seres humanos y toda la creación.
-un mundo de paz, para todos los seres humanos y toda la creación.
Todo esto es cosa nuestra
Así, pues, no esperemos a que venga a Dios a resolver lo que es responsabilidad nuestra. No nos justifiquemos pensando que con ceremonias y ritos ya hemos cumplido. La fe es seguir a Jesucristo para hacer en este mundo lo que El hizo.