EL HUMANISMO PROMETEICO DE K. MARX /4
El secreto de la teología está en la antropología (L. Feuerbach)
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La esencia humana residía para Hegel en el pensamiento, en la actividad de la conciencia y especialmente en la autoconciencia (Selbstbewusstsein). Por tanto la actividad espiritual, en el sentido indicado, es lo que diferencia radicalmente a los humanos del resto del mundo animal.
En oposición a Hegel, Feuerbach niega que la esencia humana resida de forma primordial en el pensamiento y en la autoconciencia. Su antropología es materialista y naturalista, pues defiende como primario la corporalidad, la sensibilidad, el sentimiento, la pasión, el deseo, el amor, las relaciones humanas.
La concepción antropológica de Marx, en dependencia y contraposición a Hegel y Feuerbach, comprende tres grandes temas, que se corresponden con los tres momentos del proceso dialéctico según Hegel:
a) Teoría de la esencia (Wesen) o ser humano (unidad o afirmación en Hegel);
b) Teoría de la alienación (escisión o negación en Hegel) y
c) Teoría del nuevo ser humano en una sociedad futura (reconciliación o negación de la negación en Hegel). Ello significa también la reapropiación de la esencia humana perdida o expropiada en la alienación, en el tercer momento de la superación (Aufhebung).
Al conceptualizar el ser humano por sus rasgos esenciales, Marx lo pone en relación con otras realidades: con Dios, con la naturaleza, con la sociedad y con la historia. Los rasgos que se derivan de estas relaciones forman una unidad inseparable.
En primer lugar, para Marx el ser supremo no es el Dios de la religión cristiana, sino el ser humano mismo:
“Ser radical es atacar el problema por la raíz. Pero la raíz del hombre es el hombre mismo… La crítica a la religión desemboca en la doctrina de que el hombre es el ser supremo (das höchste Wesen) para el hombre” (Anales franco-alemanes).
El ser humano no es, pues, un predicado del Espíritu (Geist), como pensaba Hegel, ni tampoco una creación de Dios, como defendía la tradición cristiana, sino que es el verdadero sujeto autónomo y supremo.
En la tesis doctoral ya concebía al ser humano como la suprema divinidad (das oberste Gottheit), en oposición a todas las divinidades celestes y terrestres, en concordancia con el símbolo mítico de Prometeo.
Esta supremacía humana ya había sido defendida por el humanismo ateo de Feuerbach en su obra fundamental de 1841 La esencia del cristianismo. En esta revolucionaria obra, Feuerbach defendía que no es el Dios cristiano quien crea al ser humano según el texto bíblico, sino a la inversa, es el ser humano quien crea a Dios a imagen y semejanza humana.
Esta tesis nos recuerda la precursora teoría del filósofo griego Jenófanes de Colofón, quien en el contexto politeísta griego sostenía que todas las divinidades, no sólo las griegas, son creaciones humanas, modeladas de forma antropomórfica.
Desde la filosofía de la religión, Feuerbach defiende que la esencia divina no es más que la expresión mitificada de la esencia humana:
“La esencia de Dios no es más que la esencia del ser humano; o mejor dicho, es la esencia humana objetivada y separada de los límites del hombre individual, real y corpóreo. Es la esencia contemplada y venerada como un ser-otro, propio y diferente del hombre. Por eso todas las determinaciones de la divinidad lo son también del ser humano”.
En segundo lugar, el ser humano es un ser natural activo. Marx nunca pensó el ser humano al margen de la naturaleza, como luego haría Engels, ni tampoco a ésta con independencia del ser humano.
Ambos elementos forman una unidad íntima. Los humanos necesitan de la naturaleza para satisfacer sus necesidades vitales ligadas a la supervivencia. Por eso afirma que la naturaleza es el “cuerpo inorgánico del hombre”. Su antropología es naturalista y materialista. A Marx solo le interesa una naturaleza humanizada, es decir, la que está transformada por la mano del hombre.
Ciertamente el ser humano mantiene con la naturaleza una relación esencialmente activa, pero esta actividad no es contemplativa ni tampoco es espiritual, como suponía la antropología idealista, sino que es la actividad material de interacción del sujeto humano con la naturaleza por medio del trabajo, o lo que es lo mismo, la producción material o praxis productiva.