Hace 800 años que... (1/2) Merecido recuerdo de "Las Navas" 1212


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miles y miles de personas, con los mismos deseos, aspiraciones y miedos que tú y yo, aunque quizá algo más fornidas y por supuesto con infinito mejor manejo de la espada, la lanza, la ballesta o la honda, dejaron su vida en las colinas lejanas de Sierra Morena y Santa Elena, a cientos de kilómetros de su hogar y su familia, después de casi un mes recorriendo el desierto de La Mancha. El próximo lunes se cumple el octavo centenario de la Batalla de las Navas de Tolosa.

De mi interés por "la batalla", como la denominaron en su tiempo, se cumplen exactamente 27 años. Fue un deseo insatisfecho, el de recrear las rutas de aproximación, visitando especialmente los castillos, y el de pasear por el escenario de la Batalla de las Navas de Tolosa. Ahí, en mapas de 1/50.000 tengo anotados los vericuetos, sendas, trochas, arroyos y arroyuelos, cañadas, castillos, días de marcha y de descanso... relacionados con tal batalla.

El interés me lo despertó un artículo de D. José María de Areilza publicado en El País el 17 de julio de 1985, "Bajo el sol de las Navas", del que guardo el recorte, dando cuenta de sus andanzas en días anteriores en un todoterreno.

En marzo de 2004 el profesor cirujano e historiador Carlos Vara Thorbek publicó en "La Aventura de la Historia Nº 65" un resumen de su tesis doctoral "El lunes de las Navas", tesis que se hizo libro --actualmente agotado-- pero reeditado y ampliado con el título "Las Navas de Tolosa". El deseo se acrecentó.


Cuando hace meses caí en la cuenta de que el próximo 16 de julio, lunes, se cumplen 800 años de aquella histórica y transcendental batalla, animé a mis congéneres familiares para que reservaran hotel en La Carolina (la casa rural en la Mesa del Rey ya hacía tiempo que estaba completa). Tres días para recorrer escenarios participando asimismo en los actos programados, que son muchos. Hace unas semanas, todos los hoteles y casas rurales de la zona estaban casi al completo. El evento lo merece.

Algo que no comprendo es que las máximas autoridades del Estado --el rey ha declinado su presencia--, no caigan en la cuenta de que hay hechos de la historia que merecen recordarse siempre. No es que su presencia honre la efemerídes; es el "fecho histórico" el que les honra a ellos... si acuden.

Pues no. No acude nadie. Quizá una escapada en moto sea más importante que "perder" unas horas por Sierra Morena. O quizá no tengan ni la más pajuelera idea de lo que allí sucedió y de las consecuencias de tal batalla.

No acudir a tal evento como representantes de un Estado que mucho debe a tal hazaña es no caer en la cuenta de que hubo un periodo en la historia de España de 781 años llamado Reconquista y que gracias a ella hoy somos lo que somos. Casi los años que van de las Navas de Tolosa al veraneo en crisis del 2012. En tan largo periodo --es mi opinión-- hay tres momentos señeros: año 711, batalla de Guadalete, donde sucumbe el reino visigodo; año 1212 --bien fácil de recordar--, Batalla de las Navas, quicio histórico donde da un vuelco la reconquista; año 1492, conquista de Granada y fin de la presencia islámica.

Prescindo de consideraciones pías, porque la religión siempre ha secuestrado la historia. La Reconquista ha sido algo asimilado y engullido secularmente por el credo católico, que, según su opiníón, insufló el ánimo suficiente para llevar a cabo tal empresa. Burda mentira o sesgada interpretación. O quizá puntos de vista. A la hora de la verdad y de hendir la espada en el costado del soldado que ataca, la fe quedaba a un lado. Y el mismo rey de Aragón que acudió en "defensa" de la cristiandad, pocos años después murió en Muret "defendiendo" a los heréticos albigenses. ¿Alguien lo entiende? Es después cuando surge la interpretación y con ella la apropiación, el secuestro y el "así se escribe la historia".

Porque si de interpretar o de echar algo en cara se trata, habría que recordar a tales secuestradores de sentimientos y voluntades que el mensaje de su Maestro es claro: "el que usa la espada..."; "amaos los unos a los otros..."; "ofreced la otra mejilla..."; "no devolváis mal por bien...", etc. etc. etc. ¿En algún momento predicó su tierno y amado Jesús la "guerra santa" o la "cruzada"?

Dejemos por una vez la religión a un lado, que harto de lado quedará en tales celebraciones. Tal día como hoy, 14 de julio, las huestes de los reinos del norte descansaban de la penosa caminata y del rodeo que tuvieron que dar bajando desde el Puerto del Rey o el Muradal a la Mesa del Rey. Mañana, domingo, mientras los jefes organizaban las "batallas" (tácticas, orden y posición de las tropas) caballeros y peones también descansaban, ponían a punto sus armas, confesaban, recibían la sagrada comunión y soportaban la larga parafernalia sacra, mientras en su interior vivían el "come-come" de lo que sucedería al día siguiente.

En este 2012, los días 14, 15 y 16 --lunes "en" las Navas--, la Mesa del Rey será una fiesta; el arroyo Magaña se hará más cantarino; el Paso de la Losa, antigua vía romana encajonada entre los dos ramales de la carretera de Andalucía a la salida de Santa Elena, recordará cómo le dieron de lado las huestes cristianas; el "Empedraíllo", restos de otra calzada romana, volverá a ser hollado por otros pies bien distintos; el mirador del Muradal no sólo contemplará el espacio que va hasta Santa Elena: rememorará el tiempo pasado, ochocientos años atrás; el castillo del Ferral, con muros a punto de desmoronarse definitivamente, recordará cómo fue abandonado y conquistado aquél 13 de julio por las vanguardias de López de Haro...

Quizá San Isidro se aparezca de nuevo a algún crédulo, como dicen que dijeron tres siglos más tarde para afirmar que Dios vino en su ayuda. Los demás recordarán a aquel pastor o almogávar que, haciendo de guía para la vanguardia de don Diego Lopez de Haro, fue elemento decisivo en la victoria. Su nombre ninguno de los tres cronistas --Alfonso VIII, Jiménez de Rada y el obispo de Narbona-- consignó, pero al que siglos más tarde dieron en llamar Martín Alhaja.

Algunas precisiones toponímicas:

1ª) el verdadero campo de batalla no está en el pueblo vecino de La Carolina, Las Navas de Tolosa, sino un tanto al Oeste de Santa Elena, en dirección a Miranda del Rey. En Santa Elena, en el denominado Cerro de las Viñas, donde actualmente está el Museo de la Batalla, es donde Al-Nasir --el miramamolín cristianizado-- ubicó y fotificó su famoso "palenque";

2ª) el paso de la Meseta por Sierra Morena no es el actual Despeñaperros, ruta proyectada a finales del XVIII y construida en el XIX, sino más al Oeste, por el puerto del Muradal, ruta secular que Cervantes cruzó varias veces --y que quiso hacer cruzar a su Quijote-- y por donde subían las carretas transportando el oro y la plata traídos de América para rescatar de la quiebra a Felipe II;

3ª) como todos saben, "nava" es un topónimo que indica "parte baja de un monte". De ahí tantísimos pueblos llamados "Navas". El nombre de Tolosa proviene precisamente de "el paso de la Losa", el camino más cómodo para subir al Muradal dirección Sur-Norte, cuya entrada parece que los estudiosos han convenido en situar entre los dos ramales en que se divide la autopista actual nada más dejar Santa Elena. Allí todavía se aprecia una especie de cantera de "losas" de donde durante siglos se extrajeron lascas para múltiples construcciones.

Nos vemos en Santa Elena o en La Carolina. Quizá rebuscando entre los repoblados pinares --en el siglo XIII dicen que todo estaba yermo-- encontremos alguna punta de flecha del ingente material bélico que quedó esparcido por el campo donde tantos dejaron, con las armas, su vida.
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