Miguel Maury, arzobispo de Itálica y nuncio en Kazajistán.

Francamente sorprendido estoy. Primero porque en Religión Digital no se han hecho eco de acontecimiento tan importante. Y segundo por el rato tan agradable que pasé en la Iglesia de San Jerónimo el Real ayer domingo, día 15. Dado que fui testigo presencial del mismo, paso a contarlo y a dejar constancia del evento.
La Iglesia Católica dispone de una panoplia espectacular de ritos y música, que incluso en un plano puramente estético es preciso conservar y en este caso concreto ensalzar. Lo cortés no quita lo valiente.
Recojo datos en Internet sobre el nuevo Arzobispo y Nuncio de cuya entronización fui testigo:
El pasado día 10 de junio fue consgrado arzobispo titular de Itálica Don Miguel Maury. Miguel Maury pertenece al cuerpo diplomático de la Santa Sede desde hace dos décadas. Nació en Madrid el 11 de noviembre de 1955. Es sacerdote desde el 26 de junio de 1980. Tras servir en distintos países, hasta ahora trabajaba en la Secretaría de Estado de la Santa Sede. Su primera misa solemne como obispo la oficiará en la iglesia de San Jerónimo el Real de Madrid.
Paseaba yo mis ocios vespertinos por los aledaños del Museo del Prado, pensando luego terminar la tarde en la Feria del Libro y me acerqué a contemplar el famoso "Cubo de Moneo", que encierra los restos del claustro de San Jerónimo, y también a conocer la ya por mí conocida Iglesia del mismo nombre. Era poco antes de las seis de la tarde. Había un trasiego de gente y de clero a mi parecer inusual.

Entré. Me hicieron saber que allí se celebraba la primera misa como Arzobispo de alguien salido del seminario de Madrid. Me quedé a ver en qué paraba el asunto.
El comienzo de la misa fue espectacular. Procesión de un arzobispo, que iba a celebrar su primera misa como tal, cinco obispos --los tres auxiliares de Madrid más el de Getafe y el nuncio en España-- y más de cincuenta sacerdotes. Arriba, música de órgano y las voces bien conjuntadas de un coro. Música de Bach, coral de la Cantata 147. Larguísima y solemnísima procesión
Hay que reconocer que un acto litúrgico de la Iglesia Católica, de la solemnidad del vivido este domingo en San Jerónimo, impresiona. Y todavía más si lo acompaña la música de la que fui oyente circustancial y verdaderamente agradecido, cosa que me hizo permanecer en el templo la hora larga que duró el acto.
Palabras iniciales donde se nos dijo el motivo de tan magno acontencimiento: Don Miguel Mauri había estudiado en el Seminario de Madrid; uno de sus profesores, el párroco actual de San Jerónimo; primera misa como arzobispo en San Jerónimo, arropado por compañeros, amigos y familiares a quienes al final agradeció su presencia el recién nombrado arzobispo.
Para mi solaz, la música oída. Reconozco que soy un melómano visceral y cualquier cosa buena que oiga me gusta. En este caso el goce fue doble, por la música oída y por lo adecuado de la misma: música escrita para la iglesia e interpretada en la iglesia. Y además elegida a propósito precisamente para una "coronación". ¿Qué más se podía pedir?
Leo el Guión:
Coral de la Cantata 147 (J.S.Bach),
Misa de la Coronación (Mozart),
La Vérgine degli ángeli (Verdi),
Cantique de Jean Raçine (Fauré),
O salutaris hostia (Pierre de la Rue),
Ehre sei Gott in der Höhe (Schubert).
Soberbia la interpretación: un coro bien empastado, los "tempi" en su sitio, ningún pero al resultado y unos solistas de excepción. Hubiera sido de desear el acompañamiento de orquesta, pero el órgano de San Jerónimo es un buen órgano y no se echaba de menos el sonido de la orquesta. Desde aquí mis felicitaciones al conjunto. Sólo por el "concierto", mereció la pena la hora de permanencia en San Jerónimo.
No menor satisfacción me produjeron las otras obras oídas: "La vérgine degli angeli" en el ofertorio, de Verdi, que siempre es una gozada oír este fragmento de La Forza del Destino. Aunque su ámbito sea el de la ópera, es una súplica a la Virgen que venía pintiparada para el momento: "La Virgen de los ángeles os cubra con su manto y vigilante os proteja el ángel santo de Dios". Bien le pueden venir tales deseos a quien es nombrado nuncio del Vaticano en Kazajistán. De nuevo y desde aquí mi enhorabuena para quien haya elegido el repertorio.
Para finalizar mi crítica musical al evento, una obra que recomiendo escuchar a quien no la conozca: Cantique de Jean Raçine. Verbo igual al Altísimo, única esperanza nuestra, divino salvador... Escúchenla y gocen como yo gocé al oírla en el momento de la comunión. Como motete final, Ehere sei Gott in der Höhe, con sus fuertes y pianos resonando por las bóvedas del templo.
Magnífico final para una ceremonia impresionante.
Quede constancia aquí de la satisfacción que me produjo "coincidir" con este evento en la Iglesia de los Jerónimos de Madrid. Pensaba haber terminado el día en la Feria del Libro, que a las ocho finalizaba, pero no cambio el previsto cambio.
Y quede constancia aquí también de mi felicitación musical más sincera al Coro, a los solistas, al organista, al Director y a quien proporcionó programa de música tan variado y a la vez tan ajustado al acto.