¿Razones para creer y razones para no creer?

Peliaguda pregunta, porque, como conclusión de los argumentos que se puedan aportar, tendríamos que decir que no se trata de buscar o alegar razones sino de ver y sentir la EVIDENCIA y obrar en CONSECUENCIA... Para algunos bastaría con “poder obrar en consecuencia”, que ni eso pueden.
Razones para creer... ¡claro que las hay! Toda conducta humana tiene sus razones. En este sentido la creencia es razonable.
La señora que llega a la Iglesia y se arrodilla ante el sagrario se siente a gusto, percibe paz, puede hablar en su interior con su Amado, puede consolarse sintiendo que la escuchan... ¿No son suficientes razones para creer?
Ahora bien, si alguien le dice: “Mire, señora, ahí en esa pequeña caseta no hay nada de lo que Ud cree. Eso es una vulgar creencia. Presencias misteriosas de Dios en tal o cual sitio se han dado en todas las religiones que hablan de “misterios”; el islamismo, budismo, hinduismo, religiones tan honorables como el cristianismo, no admiten credos de presencias reales y ¿están equivocadas?".
¿Qué hacer ante lo que alguien dice, escribe o predica contra las creencias?
La tal señora puede adoptar tres actitudes mentales:
1º.- Negarse en redondo a escuchar: dudar de la fe es pecado, admitir sermones contra la fe es pecado, considerar tales razones es pecado. [Le han aleccionado desde pequeña para rechazar las “tentaciones” y ésta es una tentación. Quizá la más peligrosa porque socava los fundamentos de la vida cristiana].
2º.- Escuchar, pero para convencerse más de lo que cree: todo aquello en lo que cree le sirve a ella, es el credo de su niñez, a estas alturas de la vida o de la convicción religiosa no va a cambiar porque alguien así lo diga.
3º.- Escuchar lo que le dicen y pensarlo, en cuyo caso puede
a) rechazarlo, entre otros motivos “porque media humanidad no puede estar equivocada”, “porque la historia confirma su fe”, “porque Jesús no engaña”.
b) dudar y comenzar una búsqueda positiva de sus fundamentos.
c) abandonar credulidades y cambiar hábitos de conducta ritualistas por otros más humanos. Ahora en vez de ir a la Iglesia a las 19:30, juega con sus nietos, va a un club, una exposición, un concierto o al teatro con sus amigas; o sale a pasear con su descreído marido, por ejemplo.
Discusiones sobre asuntos controvertidos de fe pueden escogerse a centenares. El credo mismo puede ser un surtidero. Veamos el “misterio de la Encarnación de Dios”.
Ante el asunto “nacimiento” nos encontramos con dos propuestas, la humana y la divina:
A) “Para que un niño nazca se necesita una relación sexual-genital”. Esto lo dice la biología (ciencia); lo dice la ley natural ¡que ese mismo Dios encarnado dispuso para la propagación de la especie!(textos sagrados); lo dice la razón (sentido común); lo dice la necesaria y gozosa praxis de la normalidad de la vida...
B) Dios se hizo "niño Jesús", un niño como otro cualquiera, que "se hizo hombre" y "nació por obra y gracia del E.S." No tuvo padre y la semilla paterna procede del Espíritu Santo. Tan gran misterio no podía someterse a las leyes humanas y menos a éstas "tan sucias, guarras y degradantes" (Padres de la Iglesia, predicadores deshormonados, santos "vaginales"). Lo afirman los Evangelios y así ha sido predicado desde el principio por la Santa Madre Iglesia.
Pues ahora viene la cuestión:
Enfrentado al pensamiento propio, prescindiendo de cuestiones biológicas, culturales, religiosas, etc. ¿cuál convence más, lo primero o lo segundo? Éste y no otro es el estado de la cuestión, que o somos racionales o no; o lo somos para unas cosas sí y otras no; o nos creemos los cuentos o no; o hacemos vida del cuento o no... Ése es el asunto.
Porque, entre otras consideraciones de más calado, con mayor aporte de citas, con mejores palabras que éstas:
a) Hay constancia de lo mismo en otras religiones... Lo primero que sabe cualquiera con un mínimo interés cultural es que “encarnaciones” de dioses ha habido para dar y tomar en todas las culturas. Ante nacimientos de este estilo o similares en otras religiones, aunque haya fieles que las crean como reales, yo digo que son mito o como mucho apólogo instructivo. Curiosa o sospechosamente, el creyente TAMBIÉN dice que tales credos de tales religiones son falsos: sólo el nacimiento de Jesús, el que defiende la fe cristiana es el ÚNICO verdadero. ¿Y eso? Constatamos que este dato didáctico sirve de poco. Si el afectado por el virus de la credulidad no lo ve...
b) Mi razón, mi conocimiento, mi experiencia me dicen que eso es falso... pero el creyente dice: Dios ha hablado, se ha revelado y no puede engañarme.
c) Da igual que sean creyentes de otras religiones o personas que razonan y piensan por sí mismas: hay muchas personas que me dicen que tal encarnación es un bonito cuento... El creyente se defiendo diciendo que todos los que lo afirman son unos descreídos, ateos, individuos perversos, pervertidos, cuando no resentidos. ¡Así pues, yo sigo creyendo!
Y yo respondo: Pues muy bien, estás en tu derecho, como nosotros lo estamos para hablar de crédulos y sus credulidades.