IMPERIALISMOS DOGMÁTICOS

Apenas si el Papa Francisco insinuó cuales habrían de ser los caminos a recorrer por la Iglesia, encabezada por la jerarquía, para ser y ejercer hoy en conformidad con el evangelio, la reacción de la misma comenzó a notarse y a manifestarse con toda clarividencia como refractaria y discrepante. Gestos, adoctrinamientos en homilías, declaraciones oficiales, ademanes y silencios “pontificios” siguieron, y siguen, testimoniando la verdad de la nueva –y renovada- concepción de la Iglesia, en cuya tarea y empeño, con lógica previsible, y aún con la consagrada fórmula de “en nombre de Dios” , los guardianas del “depósitum fídei” y de sus esencias tradiciones sagradas, responden, sin desaprovechar ocasión alguna para renovar su oposición y resistencia. Los términos “cismas, conversión – reconversión, infidelidad, separación, ortodoxia,- heterodoxia, errores dogmáticos, apostasía, conciliares y anti-conciliare”… iniciaron derroteros de insolencias y atrevimientos, captados y difundidos por los medios de comunicación social, en los que hicieron intervenir hasta el mismo Papa emérito Benedicto XVI.

. A la Iglesia, y más a la que llamamos “oficial”, le faltan y le sobran grandes dosis de rutinas, de intereses personales y de grupos, de silencios cómplices, de canonizaciones y beatificaciones de personas e ideas, -por muy dogmáticas y canónicas que se nos presenten-, de hipocresías y fariseísmos, de santurronerías y mojigaterías que no resisten análisis serios de cristianismo y aún de humanidad, y menos a la luz de evangelio.

. ¡Papa Francisco, no se desaliente, ni se le ocurra dejar ahora la Iglesia al albur de imperialismos dogmáticos absurdos e inasumibles, que fueron, y son, la explicación sociológico- religiosa veraz de la desertización y éxodo de los templos, de los valores y de los actos de culto que se registran en la actualidad¡.

. Pero, para seguir aspirando a coronar misión tan arriesgada e incómoda, aunque tan esencial y sustantiva como la propia Iglesia, tendrá que llevar hasta sus penúltimas consecuencias, entre otras, arduas medidas como las que se deducen de los diagnósticos formulados con términos tan acerbos y poco – absolutamente nada-“diplomáticos” como los de “mundanidad, exhibicionismo, patología del poder, endurecimiento mental y espiritual, esquizofrenia existencial, alzhéimer espiritual, carrerismos, indiferencia hacia los demás, afán de acumulación de bienes, también materiales….

.Con lealtad, y santa libertad, “a cuerpo limpio”, y ajenos a miedos, infundados o no, le cursamos la sugerencia de que en el empeño de la refundación- reforma eclesial, se deje acompañar por los que hasta su llegada a la Sede Apostólica fueron considerados y tratados oficialmente como herejes, al menos en idéntica, o en mayor proporción, que los que ahora escoltan sus sendas “religiosas”, con técnicas, cánones y procedimientos de pertinaces conservadurismos inherentes a Órdenes, Congregaciones Religiosas y movimientos afines al “Opus Dei”, a los “kikos” -neocatecumenales y otros correligionarios, en cuyas disposiciones, reglas y prácticas ascéticas y aún místicas, difícilmente tienen cabida las reformas pastorales que definen su “Pontificado”.

. Con el convencimiento de que el cristianismo que identifica al Papa Francisco tiene tanto, o más, de “madre” que de “padre”, que el cariño está ya a punto de alcanzar la categoría de sacramento , que las “cruces” no tienen por qué haber suplantado en todo a los signos de resurrección y de alegría que definen la Iglesia y de que en tantas ocasiones no quede otro camino que el de la rebelión, le aseguramos al Papa que las oraciones de la Iglesia – al menos la de la del ex -silencio para tantos-, no le han de faltar.

. Al “católico medio” le convencen de verdad la imagen y los gestos del Papa Francisco, con reconfortantes espejeos salvadores en las otras Iglesias y en el resto de la humanidad, lo que le supondrá un plus notable de incitación y consuelo que, contando siempre con la gracia de Dios, contribuirá a perseverar en la obra iniciada, pese a comportamientos extraños, escandalosos e intimidatoriamente cismáticos a los que puedan recurrir algunos.

. ¡Por amor de Dios, Papa Francisco, no se canse y no se nos vaya…¡ Así se lo pide la Iglesia, que prefiere su olor a ovejas, con el menosprecio o indiferencia a quienes añoran -y añorarán-, la figura faraónica de un Papa sátrapa, Vice-Dios y Vicario de Cristo, “Beatísimo Padre” y “Jefe de los Estados Pontificios”.
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