"Jesús se quita el manto del poder y se ciñe la toalla de esclavo para lavar los pies a sus discípulos" Servir desde abajo
"A algo de esto suena la pretensión orgullosa de algunos sacerdotes encerrados en su sacristía y en sus fáciles púlpitos mediáticos (como fácil ejercicio de un poder no servicial) , llenos de autosuficiencia y desprecio hacia un Papa concreto que se ha arrodillado tanto a los pies de los emigrantes"
Pido (religiosos y laicos) continuar “arrodillándonos”,como Cristo , pues hay muchas heridas que curar, lágrimas que secar, hermanos a quienes amar, y todo eso se hace mejor de rodillas
EL CONTEXTO
Escribo tras un desayuno con buenos amigos en los que les adelanto y conversamos sobre el eje de este artículo en unos días en los que seguimos deseando más verdad en nuestra Iglesia servidora de los pobres. Y cuando sus obispos ( que no son toda la Iglesia) se reúnen en Asamblea Plenaria esperando –entre otros temas- un nuevo documento sobre Migraciones . Mientras asistimos al lamentable espectáculo entre los partidos políticos que solo dan pasos para impedir aunarse por el bien común y muchas personas migrantes seguirán dejando la vida ( del todo o “a trozos”) en el mar y en la tierra.
Este mes de enero ha sido de récord, con más de 6.300 personas que han sobrevivido a la travesía marítima más peligrosa de las que conectan África con Europa. La ruta de migrantes a Canarias se convierte en emergencia estructural donde se mantiene el “negocio” aprovechándose de los vulnerables en el que no faltan los “Koldos Garcia ” de turno y compañía que tanto se aprovechan de ellos y de nuestro silencio. Mientras siguen , y siguen, caminando para ejercer el derecho a buscarse una vida digna. Son los del otro lado de la frontera, de los nadie, de los ningunos, los ninguneados.
El contexto de estos días nos desvela que no es lo mismo ejercer la política a pie de calle, donde se cuece la vida, que en los lujosos despachos de Madrid, Bruselas o Washington ( con redes sociales y otros medios, con sobres y mariscos incluidos) y que en muchos casos sirven para defenderse de repercusiones judiciales y penales con filtros y narraciones dirigidamente mediáticas. Y esta situación me empuja una vez más a leer el evangelio pretendiendo humildemente hacer cercano aquello de Monseñor Agrelo : “No es lo mismo leer el Evangelio en una catedral que en una patera. Y yo intento leerlo en la patera para siempre».
Mirando un cuadro
Este es el contexto en que me acerco a un cuadro del párroco y pintor alemán Sieger Köder , “El lavatorio de los pies”. Cuadro para orar , como hice en la oferta periódica de “Orar con el arte” de la Iglesia de San Francisco de Borja en Madrid en este caso de manera comunitaria ,
Me impresiona el abajamiento de Cristo a los pies de Pedro. Yo también puedo ocupar el asiento del pescador y abrazarme y fundirme en ese abrazo de dos manchas de color que definen a los dos personajes .Como si los dos no tuvieran espacio suficiente dentro del cuadro y tuvieran que superponerse uno al otro en un abrazo tan estrecho
La pintura de Köder es la expresión visual de su ministerio sacerdotal como párroco que fue . Que yo mismo siempre repito el jueves santo como una de las experiencias mas bellas de mi vida y misión enviado por la Compañía de Jesús en varias parroquias . Y este gesto tira de mi para hacer de este signo el reto diario a recordar y actualizar
Pedro está sentado, con los pies descalzos en el agua. Y mientras una de sus manos se deposita amistosa y tiernamente en el hombro de Jesús, la otra es expresión de rechazo ante el gesto escandaloso de Jesus , mientras Cristo abajado, completamente inclinado, casi hasta la humillación, está concentrado en los pies sucios y cansados del apóstol
Pedro está sentado, con los pies descalzos en el agua. Y mientras una de sus manos se deposita amistosa y tiernamente en el hombro de Jesús, la otra es expresión de rechazo ante el gesto escandaloso de Jesus , mientras Cristo abajado, completamente inclinado, casi hasta la humillación, está concentrado en los pies sucios y cansados del apóstol
Y es precisamente en el agua del lebrillo donde descubrimos el verdadero rostro de Dios que se encarna, que se abaja, se hace pequeño, se humilla, hasta el extremo, y quiere “anonadarse”. Es decir, se hace uno más de los “nadies”.
El encorvamiento total de una manera exagerada de la imagen es la expresión de llegar cuanto más abajo mejor. A lo más bajo del hombre y una vez allí, amarlo profundamente.
Asi entiendo el horizonte del evangelio vivido desde la patera como decía Agrelo. Un horizonte que me atrae como rumbo en los zigzagueos e incongruencias de mi vida. Como lo sentí muchas veces al invitar a varios emigrantes en el signo del lavatorio de mis jueves santo . Casi es una ironía: Jesús se quita el manto del poder y se ciñe la toalla de esclavo para lavar los pies a sus discípulos. Mientras el orgullo o el poder de Pedro, - que mira de arriba abajo- no quiere saber nada de esta forma de actuar y de ser (“tú no me lavarás los pies jamás) el gesto de Jesús en el lavatorio de los pies ha quedado como momento fundacional de la comunidad cristiana – y que en el evangelio de Juan sustituye al de la institución de la eucaristía.
Gesto que no hay que fosilizar en los meros ritos sino actualizarlo en la vida cotidiana porque una Iglesia en la que se viva en una dialéctica de poder y no del servicio , no es la Iglesia de Jesús. A algo de esto suena la pretensión orgullosa de algunos sacerdotes encerrados en su sacristía y en sus fáciles púlpitos mediáticos (como fácil ejercicio de un poder no servicial) , llenos de autosuficiencia y desprecio hacia un Papa concreto que se ha arrodillado tanto a los pies de los emigrantes. Podrán sustituirle o prolongarle ( si quieren) en este servicio cuando el papa ( a quien Dios le conceda larga vida) suba al cielo. Porque además no creo que esos sacerdotes, sujetos también a la necesaria corrección de sus pastores como ellos lo hacen con sus ovejas , sean representativos de clero católico.
Aplicando el mirar desde abajo
Pido ( religiosos y laicos ) continuar “arrodillándonos”,como Cristo , pues hay muchas heridas que curar, lágrimas que secar, hermanos a quienes amar, y todo eso se hace mejor de rodillas. Lavando los pies de muchas maneras y dejando desbordar la revolución de la ternura en una expresión muy amada por el papa Francisco. Transformación radical de nuestro modo de contemplar la realidad desde abajo y de actuar en el mundo una revolución que tiene su epicentro en el corazón.
Porque nos acostumbramos a levantar la vista al cielo cuando buscamos a Dios. En lo alto, en lo inalcanzable, en lo “más allá”, solemos rastrear el destello de lo divino. Como tanto emigrante en patera que en tantas noches mira las estrellas pidiendo protección al misterio que nos sostiene. Sin embargo, el Dios de Jesús deja las alturas y baja. Abandona lo abstracto y se concreta. Olvida una sacralidad distante e instaura otra que, por más humana, es más divina en el contacto con el amor.
Hace pocos días también tuve un encuentro en el Centro P.Rubio con mujeres migrantes delante de una reproducción del cuadro de Koder que os comento .Y con ese cuadro delante , hablábamos del Dios servidor y agachado de los pobres . Muchas de ellas están buscando una cierta capacitación homologada para presentarla en la búsqueda de trabajo como empleadas de hogar o atendiendo a ancianos . Sirvientas también entre muchas cocinas , platos y ropas que lavar y cuidados que ofrecer Entre risas y alegrías por la recepción de un diploma empezamos a comentar en serio sus experiencias. Y estas no eran demasiado gratificantes dada la situación de irregularidad en la que se encontraban narrando con humildad casos de familias que se aprovechaban de ellas en esa situación. Y una vez mas , en las vidas que muchos consideran insignificantes, las de aquellas mujeres - alegres y amables en su pobreza - me vino la síntesis de lo que os hablo : La vida testimoniada de aquella mujer peruana que se ocupa en Madrid , todos los días de lavar totalmente el cuerpo de un anciano , y que me decía que lo hacía recordando a su anciano padre que dejó muy lejos y a quien ahora ayudaba con su pequeño sueldo .
Servía cuidando a aquel anciano como a su propio padre. El anciano estaba sentado la mayor parte del día en silla de ruedas. Me la imagino lavándole los pies. Ella hacía su trabajo “desde abajo”. De rodillas