China y la Biblia
Nunca pensé, que una de las grandes productoras de Biblias del mundo, fuera China cuando hasta el año 1980 todas las comunidades cristianas, que no se alienaban con la iglesia oficial, estaban perseguidas. Poseer una Biblia era algo extraordinario y muchos fieles copiaban sus pasajes en cuadernos, para poder tener las citas en sus hogares.
Pero los vientos han cambiado y al día de hoy en China hay más cristianos, unos 67 millones de personas, que miembros del partido comunista. Para suplir sus necesidades de lectura espiritual se ha creado una fundación con el nombre de Amity Printing, formada por una ONG china, China Christian Council, que depende del gobierno y un grupo británico United Bible Societies, dedicado a expandir la literatura cristiana. La aventura empezó en 1988 donde ya se imprimieron 500.000 Biblias, una cifra que en el año pasado saltó a los 12 millones de ejemplares y que convierte a la empresa en la mayor productora del mundo. Algo extraordinario si se piensa que hace pocos años las personas eran condenadas por su fe.
El domicilio social de la editora está en Nanjing, una ciudad próspera cercana a Shanghai, y da trabajo a 600 personas. En lugar preeminente de la entrada ha colocado una urna donde se exhibe la Biblia número 100 millones, de producción propia. Es la única empresa que está autorizada a imprimirlas y con sus bajos costes salariales, hacen una competencia que muchos países consideran ilícita pues han inundado el mercado internacional en todos los idiomas posibles.
¿Y el consumo interno? El éxito de la exportación les ha hecho olvidar las ventas en su país que se mantienen estables entorno a los 4 millones anuales y que se distribuyen solo entre las 55.000 iglesias “oficiales”. No hay relación alguna con los cientos de miles de comunidades que no están censadas porque tienen miedo a recortes y que por esta razón son, con frecuencia, perseguidas por el gobierno.
Esta falta de celo por el mercado local ha impulsado a otros grupos a paliar el déficit bíblico entre los chinos. Pat Hattaway, director de Asia Harvest, empezó hace unos años a imprimir biblias ilícitamente y desde entonces ha llegado a distribuir 6 millones de ejemplares entre las comunidades “no oficiales”. Parece que, entre unos y otros, han conseguido paliar la enorme demanda china por las escrituras. He tomado todos estos datos de The Economist del 30 de marzo 2013.
Pero los vientos han cambiado y al día de hoy en China hay más cristianos, unos 67 millones de personas, que miembros del partido comunista. Para suplir sus necesidades de lectura espiritual se ha creado una fundación con el nombre de Amity Printing, formada por una ONG china, China Christian Council, que depende del gobierno y un grupo británico United Bible Societies, dedicado a expandir la literatura cristiana. La aventura empezó en 1988 donde ya se imprimieron 500.000 Biblias, una cifra que en el año pasado saltó a los 12 millones de ejemplares y que convierte a la empresa en la mayor productora del mundo. Algo extraordinario si se piensa que hace pocos años las personas eran condenadas por su fe.
El domicilio social de la editora está en Nanjing, una ciudad próspera cercana a Shanghai, y da trabajo a 600 personas. En lugar preeminente de la entrada ha colocado una urna donde se exhibe la Biblia número 100 millones, de producción propia. Es la única empresa que está autorizada a imprimirlas y con sus bajos costes salariales, hacen una competencia que muchos países consideran ilícita pues han inundado el mercado internacional en todos los idiomas posibles.
¿Y el consumo interno? El éxito de la exportación les ha hecho olvidar las ventas en su país que se mantienen estables entorno a los 4 millones anuales y que se distribuyen solo entre las 55.000 iglesias “oficiales”. No hay relación alguna con los cientos de miles de comunidades que no están censadas porque tienen miedo a recortes y que por esta razón son, con frecuencia, perseguidas por el gobierno.
Esta falta de celo por el mercado local ha impulsado a otros grupos a paliar el déficit bíblico entre los chinos. Pat Hattaway, director de Asia Harvest, empezó hace unos años a imprimir biblias ilícitamente y desde entonces ha llegado a distribuir 6 millones de ejemplares entre las comunidades “no oficiales”. Parece que, entre unos y otros, han conseguido paliar la enorme demanda china por las escrituras. He tomado todos estos datos de The Economist del 30 de marzo 2013.