San Valentin
Ya nos está llegando propaganda del día de San Valentín, muchos corazones rojos, muchos lazos y muchos regalos. Tengo que reconocer que me molesta la comercialización de un día tan importante como es el de los enamorados pero esta molestia me obliga a analizar sus motivos ¿Cómo puedo estar en contra de una fiesta que conmemora uno de los sentimientos más importantes que puede tener el ser humano?
En el mito de la creación Dios dijo: creced y multiplicados y durante mucho tiempo la Iglesia ha puesto el acento en estas palabras. No sólo la Iglesia pues la sociedad civil tampoco pensaba en otros términos, pues las familias arreglaban las parejas, para aumentar no sólo los hijos, sino también el patrimonio. De aquí que el verdadero amor sólo planteara problemas pues los amantes insistían en seguir caminos distintos a los que habían diseñado sus padres. Historias trágicas de todos conocidas son las de Romeo y Julieta, los enamorados de Teruel o Abelardo y Eloísa
Por fortuna hoy, en los países civilizados, las personas son libres de escoger a sus parejas y muchos lo hacen pensando que es para toda la vida aunque luego puedan venir circunstancias que destruyan ese vínculo que parecía eterno. Un factor determinante es el atractivo sexual, esa fascinación por el otro que colocó Dios en el ser humano y lleva a dejar padre y madre y al propio yo para convertirse en un nosotros. En mi época venía antes el amor y luego el sexo ahora es al revés, primero sexo y luego amor pues las circunstancias de cada época entran en juego. En muchas sociedades actuales son impensables económicamente los matrimonios jóvenes, el sexo ha perdido su valoración negativa y los métodos anticonceptivos permiten evitar paternidades no deseadas
¿Hay una época mejor que la otra? No lo creo pues pienso que en esa búsqueda, que lleva a la relación en muchas camas, puede saltar la chispa de ese amor verdadero con el que todos soñamos. Al fin y al cabo es lo que celebramos en la fiesta de San Valentín aunque los corazones, los lazos y la cursilería disfracen su verdadero sentido ¡Viva la fiesta de ese santo! que nos permite, en algún momento de febrero, recordar aquellos flechazos iniciales que marcaron nuestra vida y, para algunos afortunados, la siguen marcando
En el mito de la creación Dios dijo: creced y multiplicados y durante mucho tiempo la Iglesia ha puesto el acento en estas palabras. No sólo la Iglesia pues la sociedad civil tampoco pensaba en otros términos, pues las familias arreglaban las parejas, para aumentar no sólo los hijos, sino también el patrimonio. De aquí que el verdadero amor sólo planteara problemas pues los amantes insistían en seguir caminos distintos a los que habían diseñado sus padres. Historias trágicas de todos conocidas son las de Romeo y Julieta, los enamorados de Teruel o Abelardo y Eloísa
Por fortuna hoy, en los países civilizados, las personas son libres de escoger a sus parejas y muchos lo hacen pensando que es para toda la vida aunque luego puedan venir circunstancias que destruyan ese vínculo que parecía eterno. Un factor determinante es el atractivo sexual, esa fascinación por el otro que colocó Dios en el ser humano y lleva a dejar padre y madre y al propio yo para convertirse en un nosotros. En mi época venía antes el amor y luego el sexo ahora es al revés, primero sexo y luego amor pues las circunstancias de cada época entran en juego. En muchas sociedades actuales son impensables económicamente los matrimonios jóvenes, el sexo ha perdido su valoración negativa y los métodos anticonceptivos permiten evitar paternidades no deseadas
¿Hay una época mejor que la otra? No lo creo pues pienso que en esa búsqueda, que lleva a la relación en muchas camas, puede saltar la chispa de ese amor verdadero con el que todos soñamos. Al fin y al cabo es lo que celebramos en la fiesta de San Valentín aunque los corazones, los lazos y la cursilería disfracen su verdadero sentido ¡Viva la fiesta de ese santo! que nos permite, en algún momento de febrero, recordar aquellos flechazos iniciales que marcaron nuestra vida y, para algunos afortunados, la siguen marcando