Voluntariado y vocaciones

En una época con sequía de vocaciones religiosas el voluntariado parece que genera interés entre los jóvenes por sumarse a las congregaciones con las que trabajan. Preguntados algunos novicios y juniores por el origen de sus vocaciones comentaron que el periodo de voluntariado fue definitivo para descubrir su llamada.

El Catholic Volunteer Network ha realizado un estudio en el 2012 sobre una variedad de tópicos entre los voluntarios, uno de ellos, la consagración en una vida religiosa. Según este estudio, salido a la luz en el 2013, el 37% de los voluntarios han considerado alguna vez entrar en el sacerdocio o en la vida religiosa, cifras mucho mayores que los que nunca han servido en largas acciones voluntarias. Según un estudio de CARA (no conozco el nombre detrás de estas siglas), “Los sacramentos hoy: creencias y prácticas entre los católicos de los Estados Unidos” sólo el 17% los varones y el 15% de las mujeres había considerado alguna vez la vocación religiosa, una cifra que se compara en el estudio entre los voluntarios con un porcentaje del 54% para varones y del 31% para mujeres.

Estas cifras han hecho que el Catholic Volunteer Network y la fundación Conrad N. Hilton hayan subvencionado un programa, empezado en el 2013, para promover la vitalidad de las congregaciones religiosas femeninas a través de iniciativas de voluntariado. Algunas congregaciones ya han empezado sus propios programas y retiros sobre el sentido de la vida.

Todavía es pronto para cuantificar esos esfuerzos pero todas las personas entrevistadas han manifestado que su experiencia en el voluntariado fue definitiva para seguir una vocación religiosa. Ver a los religiosos como personas reales apasionadas y capaces de integrar una vida modesta, con la oración y el trabajo resultó una buena opción para algunos. También vivir en comunidad demostró que enriquecía y se podía hacer.

Un jesuita que estuvo de voluntario desde el 2009 al 2011 en Belice comentó que había vivido como un religioso auténtico, trabajando con los pobres, viviendo en comunidad y con un sentido fuerte de espiritualidad. La experiencia le resultó apasionante y le abrió una puerta a lo que podría ser su vida como jesuita. Compartir estos años con otros voluntarios de su misma edad, que estaban pensando hacerse religiosos, fue de gran ayuda pues podía comentar sus impresiones. Esta misión de Belice se ha conocido en broma como la fábrica de los jesuitas pues en los últimos años han pasado al noviciado tres voluntarios.

Para los que estén considerando la vida religiosa se les aconseja, como primera medida, que escojan un director espiritual pues la decisión implica un largo proceso. Otra recomendación es que tengan momentos de silencio y de retiro porque ayudan a decidir y hacer preguntas sin miedo o vergüenza para presentarse como un presunto candidato.

El lema del programa de voluntariado juvenil es “una vida en ruinas” pues no se puede volver a la existencia anterior, comenta con gracia una novicia que acabó en el convento.
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