El cardenal Sarha se está metiendo en un lío

Aunque el Papa ha dado señales de gran paciencia puede que se le agote con el cardenal guineano Sarah, prefecto para la liturgia y los sacramentos. De momento ya le ha llamado al orden el 9 de julio tras sus desafortunadas declaraciones hace pocos días en Londres ante una reunión de entusiastas de la misa tridentina a los que no les gusta la reforma del Vaticano II. Es un pequeño grupo que ganó mucho peso, a pesar de su reducido número en tiempos de Benedicto XVI, partidario de una liturgia retrógrada pues normalizó el rito tridentino en un motu proprio, Summorum Pontificum, y cuya paz intentaba ganar el papa Francisco precisamente con el nombramiento de Sarah.

Éste se atrevió a decir que el papa le había encargado formar parte de una comisión para que estudiara la posibilidad de “hacer una reforma de la reforma” y que encarecía a todos los sacerdotes del mundo entero para que celebraran la misa versus orientem, es decir de espaldas al público lo que se podría poner en marcha el primer domingo de adviento que es el próximo 27 de noviembre.

El Vaticano salió al paso
de estas declaraciones en una nota de prensa en la que decía que el papa era contrario a este tipo de misas y que no apoyaba ninguna reforma litúrgica que fuera contraria a la que se instauró después del concilio. Se desautorizaba al cardenal en público y de paso a todos los seguidores de estas ideas.

Pero no es la primera actuación discordante del cardenal que se ha convertido en unos de los paladines contra la teoría del género, el matrimonio con personas del mismo sexo, los métodos anticonceptivos, los ataques contra la familia... Llegó a comparar estas políticas con “los degollamientos, los bombardeos de los templos, los incendios de los orfanatos…”

También se permitió demorar durante un largo año una carta del papa a todas las diócesis en las que cambiaba la liturgia del Jueves Santo de forma que se pudieran lavar los pies a las mujeres.

La verdad es que si su nombramiento tenía por misión la paz de los ultraconservadores, no lo ha conseguido. El papa le ha sacado tarjeta amarilla ¿se podrá reprimir Sarah antes de que le saquen la segunda? He sacado algunos datos del artículo de Robert Mickens en el National Catholic Reporter
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