El equinoccio de primavera
Me gustan las distintas fases que suceden en la naturaleza pues nos ofrecen una sabiduría espiritual que se puede aplicar a nuestros cuerpos. El equinoccio de primavera sucede el 20 de marzo y corresponde cuando el día y la noche tienen la misma longitud de forma que este tiempo es de balance entre el pasado que se fue y el futuro que nos viene. Los días que nos llegan estarán más llenos de luz con lo que esto significa pues la luz es sinónimo de presencia divina
La verdad es que yo no soy partidaria de mirar hacia atrás, especialmente si ha sido un tiempo invernal, pues prefiero pensar en los brotes que se anuncian en mi vida y que tienen que alcanzar la madurez. Al fin y al cabo será lo que nos invite la próxima resurrección de Jesucristo. Es hora de regocijo de dejar a un lado la frialdad y la falta de luz para descubrir nuevos caminos sembrados de una hierba que tímidamente nace, de unos árboles en los que aparecen flores y todo este escenario de nueva vida me invita a su imitación. Creados a imagen de Dios debemos dejar que su generosa creatividad fructifique en nosotros como lo hace en la tierra que habitamos
En el Antiguo Testamento la promesa de Dios se simboliza con la imagen de un desiertoque se llena de vida como fruto de la generosidad divina y genera esperanza en los hombres. Pues si esto puede hacer Dios con un arenal inerte ¡Cuánto más podrá realizar en los seres humanos que se abran a su amistad!
Un texto que acabo de leer, en Abbey of the Arts, nos invita a salir al campo, a mirar los brotes, a fijarnos en el canto de los pájaros y a mirar los arroyos que se llenan de agua tras el deshielo. A dejar que nuestro pensamiento se desborde, a permitir que las sensaciones que brotan en nuestro corazón se hagan explícitas y a entrar en un diálogo con Dios que nos permita caminar a su lado por esta nueva tierra que renace.
La verdad es que yo no soy partidaria de mirar hacia atrás, especialmente si ha sido un tiempo invernal, pues prefiero pensar en los brotes que se anuncian en mi vida y que tienen que alcanzar la madurez. Al fin y al cabo será lo que nos invite la próxima resurrección de Jesucristo. Es hora de regocijo de dejar a un lado la frialdad y la falta de luz para descubrir nuevos caminos sembrados de una hierba que tímidamente nace, de unos árboles en los que aparecen flores y todo este escenario de nueva vida me invita a su imitación. Creados a imagen de Dios debemos dejar que su generosa creatividad fructifique en nosotros como lo hace en la tierra que habitamos
En el Antiguo Testamento la promesa de Dios se simboliza con la imagen de un desiertoque se llena de vida como fruto de la generosidad divina y genera esperanza en los hombres. Pues si esto puede hacer Dios con un arenal inerte ¡Cuánto más podrá realizar en los seres humanos que se abran a su amistad!
Un texto que acabo de leer, en Abbey of the Arts, nos invita a salir al campo, a mirar los brotes, a fijarnos en el canto de los pájaros y a mirar los arroyos que se llenan de agua tras el deshielo. A dejar que nuestro pensamiento se desborde, a permitir que las sensaciones que brotan en nuestro corazón se hagan explícitas y a entrar en un diálogo con Dios que nos permita caminar a su lado por esta nueva tierra que renace.