¿Es ético pagar por el plasma?
Celebramos el segundo centenario de la primera transfusión de sangre de persona a persona que hizo James Blundell, un ginecólogo que trabajaba en Londres. Hoy a pesar del aumento de la población se necesita menos sangre por las nuevas técnicas quirúrgicas que son menos invasivas – una operación de cadera precisaba tres bolsas de sangre hace unos años y hoy prácticamente ninguna – y porque los bancos de sangre permiten que ésta no caduque dándole movilidad al stock. Las donaciones de sangre altruistas en España cubren nuestras necesidades pero somos deficitarios en la producción de plasma.
Para los profanos, como yo, la sangre se puede dividir en glóbulos rojos, plaquetas y plasma. Ésta última es la que utiliza la industria farmacéutica para transformarla en hemoderivados con un fin terapéutico. De ella se obtiene: albúmina contra las patologías del hígado, factores de coagulación para hemofílicos, inmunoglobinas para tratar a sujetos que sufren infecciones frecuentes, vacunas de la rabia, tétanos…
Con el fin de darnos cuenta de la importancia del plasma en el comercio mundial en el 2005 superó la venta internacional de aviones, la demanda está creciendo y se cubre gracias a los países que permiten las donaciones de plasma pagadas: Estados Unidos, China, partes de Canadá y algunas naciones europeas como Alemania, Hungría, y Austria. En Italia no se paga pero al donante se le exime de trabajar algunas horas y Francia y Holanda son autosuficientes aunque no pagan. La sangre, extraído el plasma, se vuelve a introducir en el cuerpo del donante en un proceso más largo, 10 minutos en una extracción de sangre frente a una hora, pero como el plasma se reproduce a mucha velocidad su extracción no es dañina para la vida.
La compañía española Grifols es una de las más importantes colectoras de plasma y tiene muchos centros en los Estados Unidos, principal proveedor de plasma del mundo que paga a sus donantes que pueden hacerlo dos veces a la semana mientras que en Europa sólo se puede donar una vez por semana. También los prisioneros pueden reducir días a su sentencia y hay una forma de pago, mal vista, que ofrece un cupón que se canjea en las cafeterías.
Los detractores del pago argumentan que los donantes pueden ocultar enfermedades pero el plasma está libre de contaminación ya que está sujeto a muchas medidas; que los pobres son los mayores donantes porque necesitan el dinero y que se pueden reducir las donaciones de sangre.
La realidad es que, al día de hoy, el laboratorio Grifols alerta de que la producción se concentra en algunos países como los Estados Unidos y que se debe hacer algo para evitar esa dependencia. ¿Ese algo supone el pago del plasma o mayor publicidad para concienciar a los ciudadanos de su necesidad?
Para los profanos, como yo, la sangre se puede dividir en glóbulos rojos, plaquetas y plasma. Ésta última es la que utiliza la industria farmacéutica para transformarla en hemoderivados con un fin terapéutico. De ella se obtiene: albúmina contra las patologías del hígado, factores de coagulación para hemofílicos, inmunoglobinas para tratar a sujetos que sufren infecciones frecuentes, vacunas de la rabia, tétanos…
Con el fin de darnos cuenta de la importancia del plasma en el comercio mundial en el 2005 superó la venta internacional de aviones, la demanda está creciendo y se cubre gracias a los países que permiten las donaciones de plasma pagadas: Estados Unidos, China, partes de Canadá y algunas naciones europeas como Alemania, Hungría, y Austria. En Italia no se paga pero al donante se le exime de trabajar algunas horas y Francia y Holanda son autosuficientes aunque no pagan. La sangre, extraído el plasma, se vuelve a introducir en el cuerpo del donante en un proceso más largo, 10 minutos en una extracción de sangre frente a una hora, pero como el plasma se reproduce a mucha velocidad su extracción no es dañina para la vida.
La compañía española Grifols es una de las más importantes colectoras de plasma y tiene muchos centros en los Estados Unidos, principal proveedor de plasma del mundo que paga a sus donantes que pueden hacerlo dos veces a la semana mientras que en Europa sólo se puede donar una vez por semana. También los prisioneros pueden reducir días a su sentencia y hay una forma de pago, mal vista, que ofrece un cupón que se canjea en las cafeterías.
Los detractores del pago argumentan que los donantes pueden ocultar enfermedades pero el plasma está libre de contaminación ya que está sujeto a muchas medidas; que los pobres son los mayores donantes porque necesitan el dinero y que se pueden reducir las donaciones de sangre.
La realidad es que, al día de hoy, el laboratorio Grifols alerta de que la producción se concentra en algunos países como los Estados Unidos y que se debe hacer algo para evitar esa dependencia. ¿Ese algo supone el pago del plasma o mayor publicidad para concienciar a los ciudadanos de su necesidad?