La revolución de un papado
Una mesa sencilla con nada encima, dos butacas simples y dos interlocutores separados por menos de 2 m. Las paredes que se encargaban del fondo del decorado limpias de cuadros y ornamentos. Esta fue la escena que organizó el Papa para su entrevista con Jordi Évole, algo muy distinto de la magnificencia que se esperaba de una sala vaticana en papados anteriores. Me confundo cuando afirmo esto porque, en aquellos tiempos, nunca se hubiera celebrado una entrevista de este tipo
¿Qué motivo tuvo Bergoglio para escoger la cadena Sexta, presuntamente considerada como la más anticatólica en España, para su entrevista? Tengo que pensar que no fue un error y que buscaba una audiencia que no estuviera acostumbrada al mensaje cristiano pues de lo contrario, supondría un golpecito de atención a algunos obispos españoles que refrendan a partidos contrarios a la emigración. Pues está claro que el tema pactado con el periodista estaba centrado en el tema de la emigración y cuando Évole se distraía y preguntaba por otros temas el Papa volvía a decir ¿y de lo mío qué?
Me gustó la entrevista en su conjunto pues el Papa se presentó como un cura rural centrado en el Evangelio. Su persona recordaba a los antiguos profetas que echaban en cara al pueblo judío su religión centrada en el templo y en unas leyes que se olvidaban de los más desfavorecidos de la sociedad. Una línea que siguió el mayor profeta judío que fue Jesucristo.
Reconoció sus errores, para mí que soy feminista, el mayor fue cuando dijo que “todo feminismo es como un machismo con pollera” pero cambió la frase por “algún feminismo”, reconociendo que en todos los colectivos que reivindican algo hay personas que exageran o se desvían de la intención inicial y que también existen en el Vaticano. Fue rotundo con el aborto y menos claro con el tema de la homosexualidad. Reconoció su equivocación al recomendar que al niño joven, que mostrara tendencias extrañas, se le llevara al psiquiatra, cambiando la figura del médico inicial por la de un experto. Afirmó que los homosexuales tienen que ser admitidos en la familia pues tienen derecho a ser amados pero no aclaró si ellos pueden formar una familia, al menos yo no adiviné sus intenciones por sus palabras
No ha gustado al gobierno español su declaración sobre el Open Arms, ni imagino que al resto de los gobiernos de Europa que rechazan a los migrantes. Aunque es cierto que hablaba de favorecer en los países de origen las condiciones que permitieran no tener que salir de su nación a buscar trabajo será consciente que esto supone tiempo y mientras tanto… En el Vaticano afirmó que no había sitio para más, y eso le pueden contestar otros gobiernos europeos. Tampoco gustó la entrevista a los intelectuales cristianos por su mensaje simple y claro, alejado de postulados teológicos, para que toda persona lo pudiera entender. Hubo otros que echaron en falta la pomposidad que se le exige a una figura que encarna un oficio tan importante como el papado
Pero tengo que reconocer que a mí me removió la conciencia y me recordó las condiciones de vida por las que discurren los que tratan de emigrar buscando una existencia mejor. Los españoles hemos sido un pueblo de migrantes y ahora necesitamos personas que vengan de fuera para paliar nuestra falta de natalidad. Es verdad que con los sudamericanos compartimos lengua, religión y cultura pero tenemos que estar abiertos a todos