Un ángel en figura de abuela
¿Quién era esta mujer? No lo sabemos. ¿Lo sabremos algún día? Quizá nunca. Acaso era una persona familiarizada con la vida parroquial, como tantas de su generación, que conocía aquello de “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” del evangelio. Una de esas viejecitas que no faltan a la misa del domingo, tal vez a la misa diaria. De esas almas anónimas que contribuyen con sus donativos a una gran parte del fondo de Cáritas. O simplemente una mujer, creyente o no, con un ataque de buen corazón...
“Guarda este sobre, te salvará del desahucio”. Y el ángel desapareció. María Pilar Martínez decía al día siguiente en el periódico que quería ponerse en contacto con ella, “Darle las gracias. Agradecerle de verdad lo que ha hecho”. Porque resulta que en el sobre, abierto tiempo después tras el ajetreo y la confusión de la mañana, según María Pilar, había “una cantidad muy, muy importante de dinero” cuyo monto prefirió no revelar. Sólo esta simple declaración: “Prácticamente me soluciona todo el problema”. Por la tarde, con más calma, insistía: “Quisiera dar las gracias a esta señora. Por favor, si me lee en el periódico, que me llame”.
¿Llamará? No sé por qué me parece (veremos, veremos) que no llamará. No es corriente que llamen por teléfono los ángeles que se aparecen en figura de abuela...