"Vivimos en una sociedad adolescente" Josep Miquel Bausset: "La lucha contra este virus pide sacrificio, un valor que hoy no 'cotiza'"
"San Benito, en la Regla Benedictina, nos presenta un texto muy humano, pero a la vez muy exigente, ya que el padre de monjes quiere que el monasterio sea un lugar para personas maduras y responsables y por eso mismo pide sacrificios"
"¿Las mascarillas son incómodas? Más lo son los respiradores que han de llevar los enfermos de Covid-19 en la UCI"
"¿La distancia y evitar los desplazamientos o la interacción social son medidas duras? Aun lo son más los días en el hospital. ¿Una Navidad restringida, como parece que tendremos y las restricciones son incómodas? Todavía lo son más los sacrificios del personal sanitario que, extenuado, continúa luchando contra esta pandemia"
"¿La distancia y evitar los desplazamientos o la interacción social son medidas duras? Aun lo son más los días en el hospital. ¿Una Navidad restringida, como parece que tendremos y las restricciones son incómodas? Todavía lo son más los sacrificios del personal sanitario que, extenuado, continúa luchando contra esta pandemia"
"Es necesario ser contundentes". Esto pedía la Dra. Antònia Flor, médica del servicio de infecciones de la Fundació Althaia (Regió 7, 6 de noviembre de 2020), para acabar con la Covid-19. La Dra. Flor que, muy acertadamente, decía que era partidaria “de acciones más contundentes para acabar con la Covid-19”, se lamentaba porque a pesar de los meses que desde el inicio de la pandemia hemos tenido para responder a este virus, “¿cómo es posible que volvamos a suspender?”. Además, el personal sanitario, decía la Dra. Flor, está reventado, ya que “se hacen cosas a medias” y por eso pedía “medidas más drásticas y eficaces”. Porque solo “si la sanidad va bien, la economía va bien”.
La Dra. Flor, que el marzo pasado capitaneó en Manresa la lucha contra la pandemia ante un virus desconocido, pedía ir todos a una, porque si hay “rendijas, todo el esfuerzo no servirá de nada”.
Es evidente que la lucha contra este virus pide sacrificio, un valor que hoy no “cotiza”, que no está en alza, ya que vivimos en una sociedad esponjosa, líquida, caprichosa y adolescente que lo quiere todo y que, además, sea en el instante y huyendo del compromiso, sin el cual no maduramos.
Es importante ser flexibles, sí. Pero cuando es necesario hace falta ser exigentes y contundentes, como pedía la Dra. Flor. Y es que en la actual pandemia que vivimos, para acabar con la Covid-19 es necesario que haya unas restricciones más duras y sacrificios, como renunciar a fiestas y a encuentros familiares, reduciendo los contactos, la vida social y la movilidad, para de este modo cortar la cadena de transmisión del virus.
De lo contrario no pararemos esta pandemia, que en todo el mundo contabiliza más de cincuenta millones de personas con Covid-19, mientras que en España ya son más de un millón y medio los casos positivos de coronavirus, con 41.688 personas fallecidas (hasta el 17 de noviembre) con más de 15.000 ingresadas a las Ucis.
San Benito, en la Regla Benedictina, nos presenta un texto muy humano, pero a la vez muy exigente, ya que el padre de monjes quiere que el monasterio sea un lugar para personas maduras y responsables y por eso mismo pide sacrificios. Cuando San Benito reprende a los monjes lo hace para corregirlos, para ayudarlos a crecer, para que maduren y sean responsables. San Benito no es un hombre rígido e intransigente, sino que en la Regla da una oportunidad tras otra al monje desobediente u obstinado para que se corrija. Pero cuando el monje, que ha sido corregido diversas veces, continúa siendo contumaz y rebelde y no hace caso de la exhortación del abad, San Benito es contundente y pide en el capítulo 28 de la Regla, “que el abad haga uso ya del hierro de la amputación, no sea que una oveja enferma contagiara todo el rebaño” y lo expulsa del monasterio.
Eva Casas, una amiga periodista, me decía hace unos días: “¡A ver si la ciudadanía es sensata de una vez, que tampoco cuesta tanto! Cuando nos confinaron pensé: nos quejamos por quejarnos. Si tenemos comida, techo y familia, ¿qué más queremos?” y añadía esta amiga: “Los que me dan mucha pena son los ancianos en las residencias que llevan muchos meses sin poder salir. Nosotros por lo menos podemos hacer vida normal, ¿pero ellos?”.
¿Las mascarillas son incómodas? Más lo son los respiradores que han de llevar los enfermos de Covid-19 en las UCIs. ¿La distancia y evitar los desplazamientos o la interacción social son medidas duras? Aun lo son más los días en el hospital. ¿Una Navidad restringida, como parece que tendremos y las restricciones son incómodas? Todavía lo son más los sacrificios del personal sanitario que, extenuado, continúa luchando contra esta pandemia y cuidando con esmero a los enfermos de Covid-19.
Por eso son necesarias (y hemos de seguir) las limitaciones del aforo en los actos de culto, comercios y mercados ambulantes, hoteles, bibliotecas o salas de exposiciones. Y solo si seguimos los consejos de sanidad, podremos cortar la cadena de contagios y evitar el colapso de los hospitales y las muertes de los enfermos de Covid-19. Por eso no podemos caer en el error del verano, con una desescalada poco prudente y demasiado acelerada. Como dice el refrán: “Vísteme despacio que tengo prisa”. Es decir: es necesario no correr en la desescalada y ser más prudentes, avanzando poco a poco para ir más seguros, como piden les expertos en esta pandemia.
Vivimos en una sociedad que lo quiere todo y enseguida, sin saber esperar, sin renunciar a nada, sin espíritu de sacrificio. Y ahora, como muy acertadamente decía la Dra. Antònia Flor, es hora de ser contundentes y de tomar medidas drásticas para acabar con el virus, porque el sacrificio del personal sanitario pide también nuestro sacrificio. Y es que la contundencia no es intransigencia sino responsabilidad y madurez.
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