También quiere que sean "tan protagonistas" como los Indignados El Papa pide a los jóvenes católicos que sean "atletas de Cristo" y "futboleros de Dios"

(José Manuel Vidal, Rio de Janeiro).- Copacabana convertida, una vez más, en la playa de la fe y de la adoración a Jesús sacramentado. Una playa que quedará bendecida para siempre. Y el Papa, como el entrenador del gran equipo de la juventud católica, que pide a sus jóvenes que sean "atletas de Cristo" y "futboleros de Dios".

Y, como siempre, la entrada triunfal del Papa, recorriendo el paseo de la playa. Mientras pasa, la multitud le grita, le vitorea, le saluda y le lanza (cariñosamente de todo), desde camisetas a bunfandas y otros objetos. Le lanzan tantas cosas que, al final, se encuentra con una especie de mercadillo en el papamóvil. Parece la entrada de Jesús en Jerusalén.

Francisco sonríe, saluda, besa y no se cansa de bendecir. Y de enteractuar con los chavales. Cuando le gritan "Ésta es la juventud del Papa", él hace un gesto de victoria con el índice levantado.

Sube andando al estrado, dejando abajo el papamóvil. Acompañado de Don Orani, que suda y de su jefe de guardaespaldas, Domenico Gianni.

Llega al estrado y saluda a los cardenales Rylko, Rouco, Sistach, Ouellet, Pell, Turkson, O'Malley, Schonborn, Ving-Trois...Y, por último, a Bertone y a su maestro de ceremonias, Guido Marini, siempre a su lado.

Se le ve radiante y feliz. No le pesa la ajetredada semana que ya lleva encima.

Y de pronto se transforma. Y el líder religioso deja paso al hombre del Espíritu. Toca rezar.

Y comienza la vigilia con una escenificación: los jóvenes empiezan a construir una iglesia, con maderas y espigas de trigo.

En el estrado, una cruz y a ambos lados el lema: "Id y haced discípulos entre todas las naciones"

"Nuevos tiempos", dice el presentador. E invita a los presentes a unirse en el amor y a escuchar los testimonios. "Nuestro fracaso es no amar", sentencia.

Sale un grupo de jóvenes franciscanos, tocados al estilo de Francisco de Asís. Reparten una hogaza de pan y los jóvenes continúan construyendo el templo.

El templo va tomando cuerpo. Ya hay alguna pared y los cimientos.

El primer testimonio de un joven: "Fui educado e los valore scristianos. Recibí mucho amor. Aparecieron las drogas. Me volví agresivo, me aparté de mi familia...Intentaba dialogar, pero los rechazaba. Como la droga cuesta cara, comencé a robar...Llegué al fondo del pozo: tráfico, venta...Ahí conocí una chica y me enamoré y quedó embarazada y, a los tres meses, abortó...Entonces, entendí que tenía que cambiar de vida...Redescubrí el deseo de vivir...Poco a oco fui regresando a la Iglesia, terminé confesándome...Descubrí la capacidad de amar al prójimo y a mí mismo...Era el primero de año y me quedé con los míos, aquí, en Copacabana, y les dije: Mamá, papá, quiero pedirles perdón...Mi padre me dijo: 'Hijo estamos muuy orgullosos de tí...Querido Papa, tu humildad nos permite tocar un pedazo de cielo en la tierra".

Segundo testimonio: Un sacerdote misionero en el Mato Grosso

"He descubierto una Iglesis viva. Celebro la misa para una grupo indígena de una tribu...Es un pueblo que trabaja mucho y que sufre, pero no se queja...Estoy donde Jesús quiere estar...No basta indicar el camino, hay que caminar con la gente...Me siento honrado de ser parte de este pueblo...

Y continúa la construcción de la iglesia, mientras una joven de color interpreta una canción en inglés.

El templo ya tiene campanario y una pequela campana, que toca por vez primera.

Aparecen Francisco y Clara. Y ésta le coloca a Francisco una corona de laurel en la cabeza.

Testimonio de un discapacitado en silla de ruedas

"Desde niño busqué tener una experiencia profunda de Dios...Estuve en Madrid-2011...Y alli oí la voz de Dios...Y volví lleno del Espíritu Santo...Me intentaron robar, me pegaron y me dejaron medio muerto...Pero Dios me salvó...Y hoy estoy aquí...Estaba en coma inducido...Pero me salvé...Mi cruz es la silla de ruedas...Todos tenemos un acruz...¿Cuál es tu cruz?...Levanten la cruz y digan al Papa: 'Ésta es nuestra cruz'...Pedir que el Papa consagre la humanidad al Espíritu Santo...Obrigado"

Los jóvenes bailan y cantan, una vez terminado el templo.

Otro testimonio de una joven con anorexia

"Tenía una vida depravada...Escuché una canción y, a los 12 años, descubrí a Dios...Mi madre no me quería...Una señora me indicó la iglesia de Santa Ana..."

Y, en la iglesia, un joven coloca la cruz en lo alto y se ilumina.

Vuelven los franciscanos, con palmas y pan y se sientan al lado del Papa. Y los jóvenes interpretan un himno al amor.

Despliegan un luminoso: "Id y haced discípulos"

Discurso del Papa

"Me viene a la mente la historia de Francisco de Asís ante el crucifijo: 'Francisco ve y repara mi casa'"

"Repara mi casa"

"También hoy Dios sigue necesitando a los jóvenes para su Iglesia. Dios os necesita"

"El señor hoy los llama, a cada uno, escuchen en el corazón qué les dice"

"El verdadero campus fidei somos nosotros"

"Somos el campo de la fe de Dios"

"Tres imágenes, tres: El campo como lugar donde se siembra, el campo como lugar de entrenamiento y el campo como obra de construcción"

El campo como lugar donde se siembra

"La parábola del sembrador..."

"Dejen entrar la simiente de la Palabra de Dios en su vida"

"Dios hace todo, pero déjenle hacer"

"La simiente puede caer en buena tierra"

"No cristianos a medio tiempo y almidonados, no cristianos de fachada, sino auténticos"

"Dígale a Jesús que quiere recibir la semilla"

El campo, lugar de entrenamiento

"Jesús nos pide que juguemos en su equipo"

"En Brasil, el fútbol es pasión nacional"

"Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo"

"Nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz"

"Pero nos pide que paguemos la entrada: que nos entrenemos"

"¿Hablo con Jesús o le tengo miedo al silencio?"

"Hablen con Jesús: esto es entrenarse"

"No lo tengan miedo a Jesús: ésa es la oración"

"Oraciòn, sacramentos y ayuda a los demás"

El campo como obra de construcción

"Cuando se suda la camiseta, experimentamos algo grande: Nunca estamos solo"

"¿Quieren construir la Iglesia?"

"Sean protagonistas, pateen para adelante, juéguenla adelante siempre"

"Cada uno de nosotros somos una piedra de la iglesia"

"Una Iglesia casa de todos"

"Quiero ir y ser constructor de la Iglesia de Cristo"

"Muchos jóvenes han salido a las calles para pedir una civilización más justa y fraterna"

"Jóvenes en la calle, que quieren ser protagonistas del cambio. Ustedes tienen el futuro, son el futuro. Sean protagonistas del cambio"

"Respuesta a la sinquietudes sociales y políticas que se van plantenado"

"No balconeen la vida, métanse en ella, como hizo Jesús"

"Sois los atletas de Cristo"


Discurso íntegro del Papa durante la vigilia con los jóvenes

Queridos jóvenes

Hemos recordado hace poco la historia de San Francisco de Asís. Ante el crucifijo oye la voz de Jesús, que le dice: «Ve, Francisco, y repara mi casa». Y el joven Francisco responde con prontitud y generosidad a esta llamada del Señor: reparar su casa. Pero, ¿qué casa? Poco a poco se da cuenta de que no se trataba de hacer de albañil y reparar un edificio de piedra, sino de dar su contribución a la vida de la Iglesia; se trataba de ponerse al servicio de la Iglesia, amándola y trabajando para que en ella se reflejara cada vez más el rostro de Cristo.
También hoy el Señor sigue necesitando a los jóvenes para su Iglesia. También hoy llama a cada uno de ustedes a seguirlo en su Iglesia y a ser misioneros. ¿Cómo? ¿De qué manera? A partir del nombre del lugar donde nos encontramos, Campus Fidei, Campo de Fe, he pensado en tres imágenes que nos pueden ayudar a entender mejor lo que significa ser un discípulo-misionero: la primera, el campo como lugar donde se siembra; la segunda, el campo como lugar de entrenamiento; y la tercera, el campo como obra en construcción.

1. El campo como lugar donde se siembra. Todos conocemos la parábola de Jesús que habla de un sembrador que salió a sembrar en un campo; algunas simientes cayeron al borde del camino, entre piedras o en medio de espinas, y no llegaron a desarrollarse; pero otras cayeron en tierra buena y dieron mucho fruto (cf. Mt 13,1-9). Jesús mismo explicó el significado de la parábola: La simiente es la Palabra de Dios sembrada en nuestro corazón (cf. Mt 13,18-23). Queridos jóvenes, eso significa que el verdadero Campus Fidei es el corazón de cada uno de ustedes, es su vida. Y es en la vida de ustedes donde Jesús pide entrar con su palabra, con su presencia. Por favor, dejen que Cristo y su Palabra entren en su vida, que germine y crezca.
Jesús nos dice que las simientes que cayeron al borde del camino, o entre las piedras y en medio de espinas, no dieron fruto. ¿Qué terreno somos o queremos ser? Quizás somos a veces como el camino: escuchamos al Señor, pero no cambia nada en la vida, porque nos dejamos atontar por tantos reclamos superficiales que escuchamos; o como el terreno pedregoso: acogemos a Jesús con entusiasmo, pero somos inconstantes y, ante las dificultades, no tenemos el valor de ir contracorriente; o somos como el terreno espinoso: las cosas, las pasiones negativas sofocan en nosotros las palabras del Señor (cf. Mt 13,18-22). Hoy, sin embargo, estoy seguro de que la simiente cae en buena tierra, que ustedes quieren ser buena tierra, no cristianos a tiempo parcial, no «almidonados», de fachada, sino auténticos. Estoy seguro de que no quieren vivir en la ilusión de una libertad que se deja arrastrar por la moda y las conveniencias del momento. Sé que ustedes apuntan a lo alto, a decisiones definitivas que den pleno sentido a la vida. Jesús es capaz de ofrecer esto. Él es «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14,6). Confiemos en él. Dejémonos guiar por él.

2. El campo como lugar de entrenamiento. Jesús nos pide que le sigamos toda la vida, nos pide que seamos sus discípulos, que «juguemos en su equipo». Creo que a la mayoría de ustedes les gusta el deporte. Y aquí, en Brasil, como en otros países, el fútbol es una pasión nacional. Pues bien, ¿qué hace un jugador cuando se le llama para formar parte de un equipo? Debe entrenarse y entrenarse mucho. Así es en nuestra vida de discípulos del Señor. San Pablo nos dice: «Los atletas se privan de todo, y lo hacen para obtener una corona que se marchita; nosotros, en cambio, por una corona incorruptible» (1 Co 9,25). ¡Jesús nos ofrece algo más grande que la Copa del Mundo! Nos ofrece la posibilidad de una vida fecunda y feliz, y también un futuro con él que no tendrá fin, la vida eterna. Pero nos pide que entrenemos para «estar en forma», para afrontar sin miedo todas las situaciones de la vida, dando testimonio de nuestra fe. ¿Cómo? A través del diálogo con él: la oración, que es el coloquio cotidiano con Dios, que siempre nos escucha. A través de los sacramentos, que hacen crecer en nosotros su presencia y nos configuran con Cristo. A través del amor fraterno, del saber escuchar, comprender, perdonar, acoger, ayudar a los otros, a todos, sin excluir y sin marginar. Queridos jóvenes, ¡sean auténticos «atletas de Cristo»!

3. El campo como obra en construcción. Cuando nuestro corazón es una tierra buena que recibe la Palabra de Dios, cuando «se suda la camiseta», tratando de vivir como cristianos, experimentamos algo grande: nunca estamos solos, formamos parte de una familia de hermanos que recorren el mismo camino: somos parte de la Iglesia; más aún, nos convertimos en constructores de la Iglesia y protagonistas de la historia. San Pedro nos dice que somos piedras vivas que forman una casa espiritual (cf. 1 P 2,5). Y mirando este palco, vemos que tiene la forma de una iglesia construida con piedras, con ladrillos. En la Iglesia de Jesús, las piedras vivas somos nosotros, y Jesús nos pide que edifiquemos su Iglesia; y no como una pequeña capilla donde sólo cabe un grupito de personas. Nos pide que su Iglesia sea tan grande que pueda alojar a toda la humanidad, que sea la casa de todos. Jesús me dice a mí, a ti, a cada uno: «Vayan, y hagan discípulos a todas las naciones». Esta tarde, respondámosle: Sí, también yo quiero ser una piedra viva; juntos queremos construir la Iglesia de Jesús. Digamos juntos: Quiero ir y ser constructor de la Iglesia de Cristo.
Su joven corazón alberga el deseo de construir un mundo mejor. He seguido atentamente las noticias sobre tantos jóvenes que, en muchas partes del mundo y también aquí en Brasil), han salido por las calles para expresar el deseo de una civilización más justa y fraterna. Son jóvenes que quieren ser protagonistas del cambio. Los aliento a que, de forma ordenada, pacífica y responsable, motivados por los valores del evangelio, sigan superando la apatía y ofreciendo una respuesta cristiana a las inquietudes sociales y políticas presentes en sus países. Sin embargo, queda la pregunta: ¿Por dónde empezar? Cuando preguntaron a la Madre Teresa qué era lo que debía cambiar en la Iglesia, respondió: Tú y yo.
Queridos amigos, no se olviden: ustedes son el campo de la fe. Ustedes son los atletas de Cristo. Ustedes son los constructores de una Iglesia más hermosa y de un mundo mejor. Levantemos nuestros ojos hacia la Virgen. Ella nos ayuda a seguir a Jesús, nos da ejemplo con su «sí» a Dios: «Aquí está la esclava del Señor, que se cumpla en mí lo que has dicho» (Lc 1,38). Se lo digamos también nosotros a Dios, junto con María: Hágase en mí según tu palabra. Que así sea.







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