Pues ya se armó la de Dios es Cristo.
A mí la decisión de Luis Fernando me parece correctísima y eclesial. No hablo como teólogo pues no lo soy. Solamente como católico de filas y como modesto historiador de la Iglesia.
La Iglesia nos ha enseñado siempre, por lo menos a mí desde que tengo uso de razón, unas verdades. No entro, porque no lo sé, si los primeros testimonios de las mismas que nos han llegado son del siglo primero, del segundo, del tercero o del cuarto. Y digo que nos han llegado porque esa fecha sólo indica eso. Tal vez los hubiera anteriores pero no han llegado a nuestro conocimiento. No que no existieran.
Y esas verdades son fundamentales para nuestra fe. Si Cristo no es Hijo de Dios, si no ha resucitado, con su verdadera carne, donde Tomás podía meter la mano, , si no se encuentra real y verdaderamente presente bajo las especies de pan y de vino, si Dios no existe, si no nos espera la vida eterna con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, si Cristo no murió para lavar nuestras culpas y abrirnos el camino del cielo, si fue simplemente un hijo de José y de María, o de María y otro, de notabilísima personalidad y con unas hermosas teorías pero sólo eso, estamos haciendo el indio siendo católicos y nos han engañado miserablemente. Todo vale, cada uno hace lo que quiere, de los pobres se va a ocupar Rita la Cantaora y todo cura con edades más jóvenes que las de Masiá a folgar. Y cuanto más mejor.
Yo no diría nada si el P. Masiá, de la Compañía de Jesús, en encuentros teológicos restringidos expone teorías o dudas, distintas inteligencias de las verdades profesadas, explicaciones más o menos inteligentes. Pero lo hace públicamente, dirigiéndose a todo el mundo, la inmensa mayoría con muy escasa formación, poniendo en duda o negando lo que la Iglesia parece que hasta hoy había sostenido.
Y Luis Fernando ha pedido a la Iglesia que se retrate. Que nos diga si lo que nos dijo es cuento chino o si el que no manifiesta la doctrina de la Iglesia es el jesuita. No quiere que le quemen en la hoguera, que le excomulguen, que le echen de la Compañía de Jesús, que le den de latigazos.
Simplemente si su testimonio es un testimonio católico o no. Claro que eso puede tener después consecuencias. Porque ya me dirán que hace un sacerdote jesuita a quien la Iglesia le dice que las doctrinas que enseña, en el caso de que se empecine en ellas, no son católicas. Pero ese sería ya su problema.
Estamos en plena campaña en busca del apoyo de los fieles al sostenimiento de la Iglesia. Pero, ¿de qué Iglesia? Porque si la Iglesia es un camelo y ha engañado siglos y siglos a los hombres con un montaje en el que todo es falso, ¿qué vamos a apoyar?
Pues eso es lo que pregunta Luis Fernando Péraz Bustamante. Y yo también. No se trata de ningún chivatazo. Sólo del ejercicio de un derecho que tenemos. Saber si nos han engañado y nos siguen engañando o si el que nos engaña, o en el caso de que no quiera engañarnos simplemente está equivocado, es el P. Juan Masiá de la Compañía de Jesús.
Y me parece notar, puedo estar equivocado, que el pánico ha cundido. Que se callen, que no levanten esa liebre, que vivimos muy bien así haciéndonos un nombrecito contestatario y siguiendo en el machito. No vaya a ser que se nos caiga el tinglado y pasemos a la nada. Así que lapidemos a quien nos crea problemas.
Pues el problema ahí está. Y cuanto más se lo deje pudrir, peor. La Comisión episcopal para la Doctrina de la Fe ya está interpelada. Si calla va a quedar muy mal. Y con ella todos los obispos españoles. Debe decirnos si lo que sostiene Masiá no es católico y en ese caso ya verá Masiá lo que hace. O si es católico y entonces tendrán que explicárnoslo. Pero clarito. Y a lo mejor hasta lo entendemos.