Esto pasa ya de castaño a oscuro. Pero, ¿es que nadie va a poner orden en la Compañía de Jesús?
Dos son de Castillo que quiere hacer bueno aquello de genio y figura hasta la sepultura. Versan ambos sobre el celibato. Y, por supuesto, no se muestra partidario. Del celibato obligatorio.
Todos sabemos que el celibato no es requisito esencial para el ejercicio del sacerdocio. Un católico puede pensar, y decirlo, que él entiende que esa norma no es conveniente en los tiempos actuales. Ya resulta más raro que un jesuita, y no en una revista especializada al alcance de peritos, sino coram populi se dedique a contradecir el pensamiento de la Iglesia. Que ciertamente puede un día decidir cambiarlo. Pero hoy por hoy es ese.
Si de verdad piensa así, y no tengo motivos para dudarlo, debería escribir, con sus razones, al P. General, a la curia romana o publicar esos argumentos en revistas especializadas. Dándolos sin más al público no hace ningún servicio a la Iglesia salvo aumentar la confusión. Salvo que sea eso lo que pretenda.
Después se mete en otra cuestión, también disciplinaria, pero de no poca enjundia. Y aquí ya con verdaderos sofismas. Por supuesto que me refiero siempre a lo objetivo. Subjetivamente no dudo de su buena intención. Y, además, me trae sin cuidado.
"Quienes saben quien puede ser el mejor obispo en tal ciudad o el mejor párroco en un pueblo son los vecinos de ese pueblo o de esa ciudad". Esto es una chorrada como la copa de un pino. No se la cree nadie. Si hoy se preguntara a los diocesanos de Zamora quien sería el obispo que quisieran el 99% diría que no tenía ni idea. Y creo que me quedo corto. Y un porcentaje elevadísimo diría que el que nos mande el Papa. Aunque no pocos quizá añadieran: y ojalá sea bueno.
Lo del párroco es exactamente igual. Si tiene coadjutor o vicario, y este es buena persona, los parroquianos dirían que él. Y si no lo es no tendrían ni idea de que decir.
Esa absurda propuesta lleva sólo a dar protagonismo a lobbys eclesiales, generalmente en la frontera de la eclesialidad, que al ver que no rascan bola y que cada vez la van a rascar menos, se imaginan memeces que quizá les devolvieran el poder que hace no mucho tuvieron.
Repito que estas "genialidades" de Castillo me parecen impropias de un jesuita, absurdas, censurables, pero no por ello le separan de la fe de la Iglesia. Aunque sí de la disciplina de la Iglesia. Que debería ser importante para un jesuita.
Lo de Masiá me parece mucho más grave. En apenas cuatro párrafos, y muy cortitos, se ha cargado el purgatorio, "lugar felizmente inexistente", las indulgencias y hasta la comunión de los santos. Me parece luteranismo puro y duro. Habrá necios que pensarán que eso es modernidad. Modernidad del siglo XVI.
Yo, que digo lo que me da la gana, aunque quiero decirlo todo en absoluta conformidad con lo que cree mi Santa Madre Iglesia, y si alguna vez algo no dijere en esa profesión, considérese desde ya mismo por no dicho y rectificado, no niego a Masiá, a Castillo o a quien sea su derecho a decir lo que quieran. De lo que protesto es de que lo digan como jesuitas. Y de que sus superiores hagan el Don Tancredo, el P. Kolvenbach ni se entere y los católicos tengamos que oir eso de sacerdotes y de jesuitas.
No me parecen lo mismo los artículos de Castillo y de Masiá. Malos los del primero y pésimo el del segundo.
Y luego están nuestros señores obispos. A quienes tengo que volver a preguntar porque cada vez me dejan más perplejo: ¿Piensan ustedes suprimir las misas por los difuntos? Porque, si no existe el Purgatorio, ¿de qué les aprovechan salvo para que un cura se lleve unos duros? ¿Van a modificar el Canon? ¿Debo dejar de rezar en mi rosario de todos los´días un Padre Nuestro por las benditas ánimas de Purgatorio? ¿Nos siguen tomando el pelo? ¿No creen ustedes en nada pero mantienen a los pobres fieles en una historia como la de los Reyes Magos para con los niños?
Tienen que decir algo. Porque los fieles se lo exigimos. Yo no pretendo como Castillo, nombrar y deponer obispos. Porque el que nombra podrá tambier deponer. Si ese poder estuviera en nosotros. Y que históricamente también se ejerció. Pero no pueden seguir indefinidamente consintiendo todo porque eso es engañarnos permanentemente a todos.