Un excelente sacerdote.
Don José Manuel celebró el pasado día 15 sesenta y tres años de sacerdocio. Y los celebró feliz entre tantas personas que le queremos. Tiene 86 años y los lleva estupendamente. Tal vez sean ya 87. Yo, que le conozco hace más de veinte años, le he visto pasar una pancreatitis que no se lo llevó de este mundo de milagro. Durante bastante tiempo sólo podía mojar los labios en el cáliz y era otra persona quien lo consumía. Hasta que un día eso desapareció. Hace unos años tuvo un infarto. Y también lo supero como si nada. Y ahí le tenemos espléndido para su edad. Y continúa siendo un puntal en la parroquia. Donde no hay nadie que no le quiera.
Son muchas las cosas positivas que se pueden decir de Don José Manuel. Destacaré varias. En primer lugar su eclesialidad. Siempre se le ha visto como sacerdote entregado a la Iglesia. A todas horas. En él siempre se encontraba al sacerdote. Jamás le he visto una extravagancia o un antitestimonio. En días en que tanto abundaban.
Fue siempre, lo sigue siendo, un cura elegante. Con un clergyman impecable que lleva continuamente. Jamás le he visto sin él. Pero esa elegancia la llevaba con una simpatía personal que le hacía proximísimo. Si alguien se lo tropieza en la calle y le acompaña cien metros son unos metros larguísimos. Le paran, le saludan, le besan, le dicen adiós... Es amigo de todo el mundo. Amigo muy querido.
Pero no es igualmente amigo de todos. Tiene sus preferencias. Bien puedo decir que hace acepción de personas. Es sobre todo amigo de los enfermos. Cuando alguien se lo encuentra por la calle, todos los días, bien podría arrodillarse a su paso porque es casi seguro que en el bolsillo de su chaqueta lleva al Santísimo para algún enfermo. Si se ha entregado a todos, a los enfermos mucho más. Si en Pozuelo hay alguien que se merezca el nombre de apóstol de los enfermos es él.
Es también un orador más que notable. Que se crece ante las masas. Recuerdo alocuciones suyas magníficas como cierre de procesiones, en el día de la patrona...
Los sacerdotes de la parroquia de la Asunción tuvieron la magnífica idea de hacerle presente, en vida, el cariño de sus fieles. Que tantas veces sólo puede reflejarse en un funeral. El lunes, a las ocho de la tarde, la iglesia de la Asunción estaba abarrotada. Más de veinte sacerdotes rodeaban a Don José Manuel en el presbiterio. Fue un acto hermoso y merecido.
No faltaron el mensaje cariñoso del cardenal ni la bendición pontificia. Los aplausos interminables. En verdad que allí se sentía el Ved como se aman.
Gracias Don José Manuel por su vida sacerdotal. Esas manos consagradas el 15 de junio de 1946 y que tanto nos han dado a Jesucristo acaba usted de ver como están llenas de amor agradecido de tantísimos fieles que, siéndolo, encuentran escaso ese nombre. Porque usted les ha hecho mucho más. Les ha dado un apellido. No somos simples fieles. Somo fieles amigos. No amigos fieles, que también. Pero no es lo mismo. Usted lo sabe bien. Porque todo es fruto de su sacerdocio. De su ejemplar sacerdocio.
Pozuelo es una especial bendición de Dios por muchas cosas. Una de ellas es Don José Manuel Carranza. Sacerdote que con 86 años no sueña en jubilarse. Otro abrazo muy fuerte, Don José Manuel.