Esta afecta muy especialmente a la diócesis más mçartir de todas las de España. Donde prácticamente no dejaron a un sacerdote vivo comenzando por su obispo. Que caminó hacia la muerte casi sin poder andar porque acababan de castrarle. Que a esos extremos se llegó.
Toda la diócesis es tierra santa pues apenas habrá un palmo de ella que no haya sido regada con sangre de mártires. Hasta con la de un pobre gitano hoy en los altares. Pero hay en ella dos lugares diríamos que emblemáticos. El monasterio del Pueyo, donde fue asesinada la comunidad benedictina y la capilla de los mártires en la capital donde se venera el martirio de la jovencísima y numerosísima comunidad claretiana.
Hoy leo en
Infocatólica que los claretianos, que durante tantos años continuaron en El Pueyo la labor de los benedictinos asesinados lo abandonan. Un lugar privilegiado y santo. Como tantas órdenes y congregaciones que se están retirando de tantos pueblos debido a la falta de vocaciones y al envejecimiento de sus miembros.
Gracias a Dios El Pueyo no queda abandonado. Una reciente comunidad argentina, el Instituto del Verbo Encarnado, releva a los Hijos del Corazón de María. Acaban de reelegir al P. General de los claretianos. Y decía yo que le iba a tocar en su generalato echar el cierre o salvar la congregación. De momento parece que seguimos en lo primero. No soy un profeta de calamidades. Simplemente cuento lo que pasa.