P. Carlos Manuel de Céspedes (1936-2014)
Durante varios años como director del Aula “fray Bartolomé de Las Casas” en la Habana, conocí a este “hombre del mundo y hombre de la Iglesia”. Es el título que me parece más apropiado para calificar su talente personal y su significado en la historia reciente del querido pueblo cubano y de la Iglesia católica en Cuba. Su fallecimiento me duele, guardo silencio, doy gracias por su persona y por su vida.
Tuve la suerte conocer y hablar muchas veces con este hombre, cuyo entrañable amor a su pueblo fue inseparable de su fidelidad incondicional a su vocación cristiana como sacerdote. En el proceso complejo de Cuba no ha sido fácil para la Iglesia el acompañamiento desde el evangelio con amor, respeto, y paciencia. Escuchando con humildad los anhelos de un pueblo, impulsando sus justos reclamos, ayudando a corregir desviaciones, tratando de animar la débil esperanza. Desde 1959 cuando tuvo lugar la revolución cubana, la Iglesia, participando los gozos y los fracasos del pueblo empeñado en ser él mismo, se ha hecho diálogo. Y en esa delicada tarea Mons Carlos Manuel de Céspedes ha sido muy relevante.
Desde fuera y sin conocer las situaciones, no es honrado juzgar a figuras representativas de la Iglesia en Cuba durante últimos cincuenta años. Después de conocer aquella situación bastante de cerca, y percibir también de cerca algunos interrogantes y preocupaciones de los obispos en aquella situación, lo más remendable para mí han sido respeto, admiración y gratitud. Son los sentimientos que guardo hacia el hermano y amigo Carlos Manuel. Sigo leyendo sus innumerables conferencias y escritos recopilados y publicados en varios volúmenes. Todos ellos, que llevan la marca del pensador, ensayista y poeta, respiran el rumor del alma cubana, que refleja el himno de la Virgen del Cobre: "el amor a mi pueblo nazca del amor a mi Dios".
Guardo un recuerdo de gratitud no expresable con palabras, hacia el querido pueblo de Cuba y hacia la Iglesia evangelizadora en esa isla. Carlos Manuel que tanto me ayudó para escuchar los anhelos de este pueblo, desempeñó un papel muy importante para el diálogo de la Iglesia non esos anhelos y para vislumbrar en ellos los signos del Espíritu. Ha sido el creyente cristiano a quien nada humano le es ajeno, Vivió a fondo la experiencia del Dios-con- nosotros. La Navidad en que se unen lo divino y lo humano rejuveneciendo nuestra esperanza:
“Aunque también me lleves a entrar ´donde no sepa
y me quede no sabiendo`
en esta tu fiesta
que es también la nuestra
“¿qué mandáis hacer de mí?” (Carlos Manuel de Céspedes)
Tuve la suerte conocer y hablar muchas veces con este hombre, cuyo entrañable amor a su pueblo fue inseparable de su fidelidad incondicional a su vocación cristiana como sacerdote. En el proceso complejo de Cuba no ha sido fácil para la Iglesia el acompañamiento desde el evangelio con amor, respeto, y paciencia. Escuchando con humildad los anhelos de un pueblo, impulsando sus justos reclamos, ayudando a corregir desviaciones, tratando de animar la débil esperanza. Desde 1959 cuando tuvo lugar la revolución cubana, la Iglesia, participando los gozos y los fracasos del pueblo empeñado en ser él mismo, se ha hecho diálogo. Y en esa delicada tarea Mons Carlos Manuel de Céspedes ha sido muy relevante.
Desde fuera y sin conocer las situaciones, no es honrado juzgar a figuras representativas de la Iglesia en Cuba durante últimos cincuenta años. Después de conocer aquella situación bastante de cerca, y percibir también de cerca algunos interrogantes y preocupaciones de los obispos en aquella situación, lo más remendable para mí han sido respeto, admiración y gratitud. Son los sentimientos que guardo hacia el hermano y amigo Carlos Manuel. Sigo leyendo sus innumerables conferencias y escritos recopilados y publicados en varios volúmenes. Todos ellos, que llevan la marca del pensador, ensayista y poeta, respiran el rumor del alma cubana, que refleja el himno de la Virgen del Cobre: "el amor a mi pueblo nazca del amor a mi Dios".
Guardo un recuerdo de gratitud no expresable con palabras, hacia el querido pueblo de Cuba y hacia la Iglesia evangelizadora en esa isla. Carlos Manuel que tanto me ayudó para escuchar los anhelos de este pueblo, desempeñó un papel muy importante para el diálogo de la Iglesia non esos anhelos y para vislumbrar en ellos los signos del Espíritu. Ha sido el creyente cristiano a quien nada humano le es ajeno, Vivió a fondo la experiencia del Dios-con- nosotros. La Navidad en que se unen lo divino y lo humano rejuveneciendo nuestra esperanza:
“Aunque también me lleves a entrar ´donde no sepa
y me quede no sabiendo`
en esta tu fiesta
que es también la nuestra
“¿qué mandáis hacer de mí?” (Carlos Manuel de Céspedes)