III.- “La Iglesia, la transformación cultural y la dignidad de la persona humana: sexualidad para la comunicación
Sexualidad y derechos humanos
(Fue el título que me dieron para un conversatorio con académicos de la Universidad Nacional, 3 de septiembre.Pedían una introducción para debatir temas de actualidad en la sociedad costarricense. Invertí el orden del título haciendo notar que mi perspectiva era mirar el ejercicio de la sexualidad desde la dignidad de la persona y sus derechos)
La sexualidad “ no es una distracción o actividad de medio tiempo; es una forma de ser” (Alexander Lowen).
La persona es constitutivamente sexuada, es decir, configurada en toda su realidad por la sexualidad, la cual hace brotar la libido como impulso que se proyecta hacia el otro, como realidad complementaria psico-orgánica, tanto genérica como interpersonalmente. La complementación mutua es la intención del amor sexuado que se da entre personas, y también tiene lugar de algún modo en todos los ámbitos de la organización social. Lo masculino y lo femenino, en distintos grados biológica, psicológica y espiritualmente son versiones distintas de la única humanidad y mutuamente se necesitan en el proceso de humanización.
En la vida de las personas el tema de la sexualidad es decisivo porque todos los humanos somos sexuados de los pies a la cabeza. Por eso el sano ejercicio de la sexualidad es imprescindible para el sano desarrollo humano. Si la endiosamos acaba decepcionándonos; y si la demonizamos acaba sumiéndonos en la represión.
Se trata de un tema muy complejo y exige un estudio inter-diciplinar de biología, antropoloía, psicología, sociología y religión. En los últimos años se ha desarrollado la sexología. Además en el debate actual sobre la sexualidad hay cuestiones filosóficas de fondo que no conviene olvidar.
En la transformación cultural
Por cultura entiendo aquí la forma de interpretar y organizar la vida. En cada cultura también la sexualidad es interpretada y ejercida de modo peculiar. En estos años estamos viviendo lo que Thomas Kuhn llamó “un cambio paradigmático”. Caen unos paradigmas o patrones y asoman otros nuevos. Digo asoman porque los cambios de mentalidad van despacio y puede ocurrir que las personas viven y funcionan a la vez con dos paradigmas. Hay que discernir cuál es paradigma nuevo que se impondrá a la larga.
El cambio cultural es bien manifiesto en la sexualidad. En el ejercicio de la sexualidad –muchas veces reducida a lo genital- se está pasando de la represión a la permisividad; de la prohibición o reservas sobre el placer, al hedonismo sin fronteras.. Por eso la cualificación ética en el ejercicio de la sexualidad depende de la orientación que tenga la persona a la hora de relacionarse con el otro. Hubo tiempo en el que la religión ya daba sentido a la existencia y determinaba ls cauces para el ejercicio de la sexualidad. Al caer el marco religioso, somos puestos en manos de nuestra propia decisión. Ya. en una sociedad laica y cada vez más plural se ve la necesidad de una ética secular o civil
En la nueva etapa cultural que hoy está surgiendo hay un cambio de mentalidad: las personas quieren ser felices, actuar por sì mismas y decidir libremente sobre su vida. No vale ya decir que el ejercicio de la sexualidad tiene por fin únicamente la procreación; debe incluir el perfeccionamiento de las personas en comunión gozosa de placer. Si en el ejercicio de la sexualidad las personas quieren ser ellas mismas y se ven atropelladas por el otro ¿por qué han de seguir sometidas? Por otro lado tenemos medios técnicos para controlar no solo el embarazo sino también el proceso de gestación y el número de hijos ¿ Por qué no emplearlos responsablemente? Son temas a discernir el divorcio, uso de los anticonceptivos, fecundación artificial, el aborto y la paternidad responsable.
No me agrada la expresión “ideología de género”.Los reclamos de la mujer pueden responder a distintas ideologías o encubrir intereses bastardos, pero no se puede negar que responden a una situación de injusticia; el machismo, la prostitución, los abusos sexuales, la discriminación de la mujer algunos ámbitos o áreas de sociedad deben ser puestos a debate. No se puede calificar sin más de negativo el hecho de que los homosexuales hayan salido del anonimato vergonzante que durante siglos han sufrido; en algunas sociedades se denuncian las nefastas consecuencias del acoso sexual escolar contra niños por su condición sexual
La dignidad de la persona humana
Estamos ya, por lo menos en vías de una sociedad laica y plural que requiere un Estado aconfesional. No vale ya una ética dictada desde una religión que nos dispense de discernir entre todos, con creencias religiosas o sin ellas, el camino a seguir en el procesamiento de los nuevos interrogantes que hoy nos plantea el ejercicio de la sexualidad. Si creemos que las personas en su conciencia pueden escuchar la voz de la verdad, el discernimiento y el consenso pueden ser camino para una ética civil o secular ¿No es un programa de ética civil la declaración universal de derechos humanos?
Los derechos humanos tienen su fuente en la dignidad de la persona. Viene siendo imperativo en la filosofía moderna criterio destacado por Manuel Kant : la persona humana es un fin en sí misma, y no un medio para usos de otros individuos. Este imperativo que se ha ido concretando en las declaraciones de derechos humanos, debe regir en el discernimiento de los temas sobre el ejercicio de la sexualidad.
¿Qué es la persona humana?
Un ser corporal y espiritual, dos dimensiones inseparablemente unidas. No se puede calificar la relación carnal como mala. Pero hay otra dimensión, la mismidad de la persona que no se debe ignorar ni manipular.
La persona configurada en toda por la sexualidad, tiene derecho a desarrollarse de acuerdo con su condición sexuada. Par ello necesita con los otros en el amor, bien sea de un modo general, bien sea más particularmente, a través de un proyecto de vida concreto, complementario que le permita convivir con los otros y realizar juntos lo proyectado
La persona humana como la interpretación y el ejercicio de la sexualidad está sometida a la evolución de las culturas. El intercambio cultural y el progreso de las ciencias obligan a revisar las ideas recibidas
En un cambio paradigmático nos toca a nosotros edificar sobre lo culturalmente heredado, convencidos de que nadie comienza aprendiendo por sí mismo, sino que hemos ido tejiendo nuestra personalidad en el horizonte de una determinada cultura. Pero, toda cultura puede ser perfeccionada gracias a la condición libre del ser humano. Justo este carácter de progresivo perfeccionamiento es lo que permite que una sociedad revise y sobrepase muchas de las normas establecidas, debido precisamente a que se profundiza en ella la conciencia de la dignidad humana. Situaciones y razones que antes nos parecían normales, hoy las juzguemos intolerables.
Aunque digan algunos que ya hemos llegado al final de la historia, las personas y los pueblos, lo cierto es que vivimos de la herencia recibida, tenemos unos paradigmas heredados, y nuestra conducta ética será revisada por nuevas generaciones. En nuestra conducta moral hay algo que ya está constituido; pero también una cierta inconformidad que exige nueva elaboración. No deben asustarnos los cambios aunque no todos los cambios sn válidos. Pero no es admisible la actitud de quienes, por sí y ante sí, se consideran poseedores de ética, como si ésta hubiera quedado confiada al círculo de su interpretación.
El atentado contrra la dignidad de la persona en su realización sexual puede tener lugar en la familia, en la pareja, en el trabajo, en la escuela, en la sociedad, en la Iglesia. Son distintas las razones que se suelen aducir para justificar las desigualdad, la manipulación y el abuso de las personas, en nombre de la naturaleza, de la filosofía, de la religión. Pero, todas esconden lo mismo: miedo a perder el privilegio de seguir actuando contra o sobre los otros mediante la erótica del poder.
En todo caso un correcto planteamiento ético sobre el ejercicio de la convivencia sexual parte de este tiene como supuesto, punto de partida y fin la dignidad de toda persona que como tal posee el derecho a ser ella misma, y merece el mismo reconocimiento, respeto y cuidado que exijo para mí.En una ética secular la dignidad de la persona – que se la considere y ella misma se sienta fin y no medio manipulable- es el criterio para discernir en los temas que hoy tiene nuestra sociedad sobre el tapete. En los reclamos de la mujer por sus derechos, en el destape de los homosexuales, en el divorcio, en la prostitución, en la pederastia, en el aborto están en juego la dignidad y derechos de la persona.
¿Cuál es la posición actual de la Iglesia?.
En la conducta de Jesús, la dignidad de la persona humana tiene prioridad sobre normas,tradiciones, y preceptos; en sí misma tiene un valor innegociable; como esa dignidad sufre deterioro en los social o religiosamente excluidos, ellos tienen referencia. Siguiendo esa conducta, en las primeras comunidades cristiana vemos como principio y criterio el amor de gratuidad (ágape) que abre horizonte nuevo y garantiza la buena salud del amor erótico.
El cristianismo histórico fue construyendo una normativa ética no solo con la herencia de la tradición judía –criterios de pureza e impureza- sino también con elementos de corrientes filosóficas del mundo grecorromano como por ejemplo el estoicismo y el dualismo maniqueo. Como resultado de esa andadura histórica la normatividad prevaleció sobre la centralidad de las personas y una moral prioritariamente preceptiva en el campo de la sexualidad era incapaz de entrar en diálogo con los nuevos progresos científicos, y la nueva sensibilidad cultural.
Leyendo los nuevos signos del tiempo y volviendo al Evangelio, en el Vaticano II dio un cambio. Pasó de una moral prioritariamente preceptiva a una moral que recree la conducta de Jesucristo y promueva el desarrollo comunitario de ls personas. Valgan algunos textos del Concilio
Según el Concilio. “el principio, sujeto y fin de todas las instituciones sociales es y debe ser la persona humana la cual, por su misma naturaleza, tiene necesidad de la vida social”. Todavía respirando esta novedad del Concilio Juan Pablo II en su primera encíclica escribió: “en realidad, ese profundo estupor respecto al valor y a la dignidad de la persona humana se llama Evangelio, es decir, Buena Nueva; se llama también cristianismo”.
Como ha cambiado la situación cultural, es necesario nuevo discernimiento para el cambio necesario: "Las instituciones, leyes y mentalidades heredadas del pasado no siempre se adaptan bien a las circunstancias actuales”. Según la enseñanza del Concilio hay que superar la reducción del matrimonio a un frío contrato; es una comunidad de amor “eminentemente humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda la persona, y por tanto es capaz de enriquecer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espíritu y de ennoblecerlas como elementos y señales específicas de la amistad conyugal”. Y hay que superar también la idea de que el fin único del matrimonio es la procreación pues “ no ha sido instituido solamente para la procreación, sino que la propia naturaleza del vínculo indisoluble entre las personas y el bien de la prole requieren que también el amor mutuo de los esposos mismos se manifieste, progrese y vaya madurando ordenadamente”.
El papa Francisco ha insistido refuerza esa orientación renovadora en “La alegría del amor”. Fiel a la prioridad que el Vaticano II dio a la conciencia de las personas el papa Francisco dice: “¿quién soy yo para juzgar a un gay?” “Durante mucho tiempo creímos que con sólo insistir en cuestiones doctrinales, bioéticas y morales, sin motivar la apertura a la gracia, ya sosteníamos suficientemente a las familias, consolidábamos el vínculo de los esposos y llenábamos de sentido sus vidas compartidas. Tenemos dificultad para presentar el matrimonio más como un camino dinámico de desarrollo y realización que como un peso a soportar toda la vida. También nos cuesta dejar espacio a la conciencia de los fieles, que muchas veces responden lo mejor posible al Evangelio en medio de sus límites y pueden desarrollar su propio discernimiento ante situaciones donde se rompen todos los esquemas”. Aunque trabajosamente en este tercer periodo de postconcilio que ha iniciado el papa Francisco, la Iglesia está haciendo el “aggiornamento”, la puesta al día que pidió el Vaticano II
Para un discernimiento
Los temas de la sexualidad hoy a debate, aún teniendo como referencia común la dignidad y derechos de las personas, son muy complejos. Es necesario el discernimiento nada fácil.
En primer lugar se necesita actitud de diálogo. donde nadie se considere superior al otro, que nos escuchemos y busquemos juntos la verdad; en una sociedad laica y plural debeos proceder no dogmáticamente y con la pretensión de tener toda la verdad incluso por revelación.
Supuesta esa actitud de diálogo son oportunas algunas observaciones.
1ªEn una sociedad laica y plural se necesita una ética civil tiene como punto de partida no una ley natural o un principio teórico formulado, sino la compasión y la indignación ante el deterioro de lo humano nunca definido pero sí barruntado al sentir el rechazo de lo inhumano. El objetivo de esta ética es le bien común que debe procurar el cuerpo legislativo
2ª El ejercicio de la sexualidad se inscribe dentro de un sistema cuya ideología no tiene como fin la dignidad de la persona sino la máxima rentabilidad económica; en la lógica de la comercialización, no hay espacio para la gratuidad del amor. La dignidad y derechos de las personas no cuentan. Esa ideología perversa puede prostituir las relaciones sexuales y hacer que vemos normales acciones u omisiones que atentan contra los derechos humanos.
3º Los derechos humanos así como los valores solo existen en las personas que viven dentro de una sociedad. Podemos quedar proclamando valores en abstracto por ejemplo el valor del vida; pero ya en la práctica ese valor debe concretarse cuando entran en juego distintas vidas humanas. Análogamente a la hora de ejercer mi libertad tengo que contar también con el derecho de otro a ejercer la suya.
Me han pedido una introducción para el debate entre académicos. Ahora tienen la palabra ustedes.