En Jesucristo hemos conocido a Dios (18.5.2014)
“¿Cómo dices ´muéstranos al Padre´? ¿No crees que yo estoy en el Padre y el Padre en mí? Quien me ve a mí, ve al Padre”.
1. A Dios nadie le ha visto, aunque todos nos lo imaginamos y hacemos imágenes a nuestra medida para aceptarlo, o para rechazarlo. Los mismos cristianos decimos que a Dios nadie le ha visto, pero los catecismos traen definiciones Dios que los niños aprenden de memoria. El catecismo que de niño aprendí decía: Dios es “un señor todo poderoso y justo, premiador de buenos y castigador de malos”. Entonces ¿en qué quedamos? Si no cabe en nuestras cabezas pues si cabe ya no sería Dios ¿por qué intentamos definirlo como si fuera una cosa más de este mundo?
2. Los cristianos creemos que en el Hijo se ha manifestado cómo es y cómo actúa Dios. En la humanidad se transparenta la condición divina: “hemos conocido a Dios visiblemente”, canta la liturgia de Navidad. Aquel hombre tiene conciencia de que Alguien le origina, fundamenta, sostiene y alienta. Se siente amado y enviado. Las obras que hace son las obras del Padre. En todos sus pasos vive con toda intensidad esa comunión: “el Padre y yo somos una misma cosa”. “Quien me ve a mí ve al Padre”. No dice: “ves a un hombre y luego confiesas a Dios”. Esta diciendo que en la conducta humana de Jesús se está revelando Dios. La divinidad no es piso superpuesto o junto a la humanidad, sino que está inseparablemente unida y se manifiesta en la humanidad.
3. Confesamos una y otra vez que Jesucristo es Dios, y reaccionamos hasta violentamente cuando alguno se atreve a ponerlo en duda. Pero el problema no está en el enunciado, sino en el contenido que damos a la palabra “Dios”. Lo verdaderamente novedoso no es tanto decir que Jesucristo es Dios, sino aceptar la condición de la divinidad tal como se revela en la conducta histórica de Jesús. En esa conducta percibimos que Dios es amor, que sostiene al mundo garantiza la dignidad de todas las personas, que su poder se manifiesta en la compasión eficaz a favor de los indefensos hasta morir en la cruz Es precisamente en esa cercanía benevolente y gratuita donde Dios se revela como inabarcable, rompiendo todos nuestros esquemas, siempre mayor que nos des-centra, nos saca de nuestra instalación y
1. A Dios nadie le ha visto, aunque todos nos lo imaginamos y hacemos imágenes a nuestra medida para aceptarlo, o para rechazarlo. Los mismos cristianos decimos que a Dios nadie le ha visto, pero los catecismos traen definiciones Dios que los niños aprenden de memoria. El catecismo que de niño aprendí decía: Dios es “un señor todo poderoso y justo, premiador de buenos y castigador de malos”. Entonces ¿en qué quedamos? Si no cabe en nuestras cabezas pues si cabe ya no sería Dios ¿por qué intentamos definirlo como si fuera una cosa más de este mundo?
2. Los cristianos creemos que en el Hijo se ha manifestado cómo es y cómo actúa Dios. En la humanidad se transparenta la condición divina: “hemos conocido a Dios visiblemente”, canta la liturgia de Navidad. Aquel hombre tiene conciencia de que Alguien le origina, fundamenta, sostiene y alienta. Se siente amado y enviado. Las obras que hace son las obras del Padre. En todos sus pasos vive con toda intensidad esa comunión: “el Padre y yo somos una misma cosa”. “Quien me ve a mí ve al Padre”. No dice: “ves a un hombre y luego confiesas a Dios”. Esta diciendo que en la conducta humana de Jesús se está revelando Dios. La divinidad no es piso superpuesto o junto a la humanidad, sino que está inseparablemente unida y se manifiesta en la humanidad.
3. Confesamos una y otra vez que Jesucristo es Dios, y reaccionamos hasta violentamente cuando alguno se atreve a ponerlo en duda. Pero el problema no está en el enunciado, sino en el contenido que damos a la palabra “Dios”. Lo verdaderamente novedoso no es tanto decir que Jesucristo es Dios, sino aceptar la condición de la divinidad tal como se revela en la conducta histórica de Jesús. En esa conducta percibimos que Dios es amor, que sostiene al mundo garantiza la dignidad de todas las personas, que su poder se manifiesta en la compasión eficaz a favor de los indefensos hasta morir en la cruz Es precisamente en esa cercanía benevolente y gratuita donde Dios se revela como inabarcable, rompiendo todos nuestros esquemas, siempre mayor que nos des-centra, nos saca de nuestra instalación y