“Puestos en manos de nuestra decisión”

Suelo leer los periódicos, a veces con un día de retraso porque así veo mejor lo que queda después de tantas noticias sencionalistas. Hoy 16 de mayo leo “El mundo” del día 15, y entre los cuentos de una parte y de otra, una juiciosa y breve reflexión del filósofo José A.Marina merece la pena: “No pongas tus sucias manos en Twitter”.

Ante los abusos de tuiteros irresponsables que insultan impunemente bajo el anonimato, es natural que los gestores políticos tramen nuevas normativas para atajar los desmanes. Pero el pensador Marina hace ver cómo aquí entran en juego derechos fundamentales. el de la intimidad y el de la información; no cabe dictar sin más normas que excluyan uno de esos derechos. Y sugiere “más que leyes, se necesitan normas éticas en las redes, y que los mismos tuiteros marginen al que incumpla”.

Esta reflexión tan oportuna me hizo recordar un libro que leí hace tiempo “El principio responsabilidad” de Hans Jonas. La subjetividad que se manifiesta en la libertad de expresión, es clamor justo e imparable del mundo moderno y no vale ya la tàctica represiva ni siquiera la simple canalización legal. Es necesaria una conducta ética que sea como respuesta voluntaria del sujeto. Y cuando hablo de sujeto no me refiero sólo a la persona singular sino también a la sociedad de la que forma parte la persona. Urge un rearme ético para caminar hacia la convivencia en paz y hacia la democracia real.

El ser humano “ha sido puesto en manos de su propia decisión”. Si bien son necesarias unas normas para convivir, sólo hay garantía de futuro promoviendo la decisión responsable de la persona y de la sociedad. Los deslumbrantes avances en la modernidad presentan nuevas situaciones y nuevos desafíos al “status quo”; pero la simple represión es inútil y hasta contraproducente. Los nuevos signos del tiempo piden que demos todo su relieve a la conciencia de las personas y de la sociedad. Y aquí tenemos el gran interrogante: ¿cómo formar la conciencia? ¿ en qué valores y con qué criterios? Un serio debate ético exigirá curar esa “ceguera blanca”de la que habla J. Saramago en su novela “Ensayo sobre la ceguera”, que hoy enferma las relaciones interpersonales y gestión sociopolítica
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