¿ Cómo es posible amar a los enemigos? 23,2.14
Los más normal es eliminar al enemido y a todo el que nos perjudica. Cómo entonces seguir el evangelio: “Amad a vuestros enemigos y haced bien a los que os aborrecen"
1. Por el instinto de seguridad y por los sentimiento de venganza que todos llevamos dentro, no es infrecuente que por un diente que nos ha quitado arranquemos al otro toda la dentadura, y por uno ojo que nos ha dañado, le arrebatemos los dos. Por eso ya es un correctivo saludable para ese instinto la normativa del Antiguo Testamento: “ojo por ojo y diente por diente”. Sin abolir ese saludable correctivo, el evangelio da un paso desconcertante: hasta amar a los propios enemigos y a quienes nos hacen daño.
2. Lo menos podemos desear para el enemigo en cuanto enemigo es que desaparezca del mapa. En eso están de acuerdo Tomás de Aquino y Freud. Pero ¿cómo entender el evangelio del amor a los enemigos? Sencillamente porque si miramos a los seres humanos desde Dios, en ellos sean como sean, hay algo divino y por tanto amable y digno de respeto. Podemos y debemos rechazar los sentimientos y acciones perversas que frecuentemente afloran en la conducta de los seres humanos y que injustamente nos causan daño. Sin embargo, mirándolos desde el corazón de Dios, si bien rechazamos el mal que hacen y hacemos lo posibre por rectificar lotorcido, en vez del odio, en nosotros puede brotar el amor que perdona, vence al odio y descrata la venganza.
3. La clave para leer este evangelio es la referencia: “así seréis hijos de vuestro Padre que está en los cielos y hace salir su sol para nuevos y para malos, para justos e injustos”. Acompañando al transeunte dos kilómetros cuando, según la ley, ya se cumple acompañándole uno; dar también la camisa cuando te quitan la chaqueta, perdonar cuando nos hacen mal. Ese programa propuesto en el Sermón de la Montaña y parece una utopía ilusoria e imposible para los seres humanos. Sólo es comprensible como expresión de la novedad que comienza a existir en la vida de los hombres y de las mujeres cuando se abren a la Presencia benevolente de Dios , “Abba”, animados por el espíritu y siguiendo la conducta de Jesucristo. Entonces experimentamos que sí es posible lo que a primera vista, y de tejas abajo, parece imposible.
1. Por el instinto de seguridad y por los sentimiento de venganza que todos llevamos dentro, no es infrecuente que por un diente que nos ha quitado arranquemos al otro toda la dentadura, y por uno ojo que nos ha dañado, le arrebatemos los dos. Por eso ya es un correctivo saludable para ese instinto la normativa del Antiguo Testamento: “ojo por ojo y diente por diente”. Sin abolir ese saludable correctivo, el evangelio da un paso desconcertante: hasta amar a los propios enemigos y a quienes nos hacen daño.
2. Lo menos podemos desear para el enemigo en cuanto enemigo es que desaparezca del mapa. En eso están de acuerdo Tomás de Aquino y Freud. Pero ¿cómo entender el evangelio del amor a los enemigos? Sencillamente porque si miramos a los seres humanos desde Dios, en ellos sean como sean, hay algo divino y por tanto amable y digno de respeto. Podemos y debemos rechazar los sentimientos y acciones perversas que frecuentemente afloran en la conducta de los seres humanos y que injustamente nos causan daño. Sin embargo, mirándolos desde el corazón de Dios, si bien rechazamos el mal que hacen y hacemos lo posibre por rectificar lotorcido, en vez del odio, en nosotros puede brotar el amor que perdona, vence al odio y descrata la venganza.
3. La clave para leer este evangelio es la referencia: “así seréis hijos de vuestro Padre que está en los cielos y hace salir su sol para nuevos y para malos, para justos e injustos”. Acompañando al transeunte dos kilómetros cuando, según la ley, ya se cumple acompañándole uno; dar también la camisa cuando te quitan la chaqueta, perdonar cuando nos hacen mal. Ese programa propuesto en el Sermón de la Montaña y parece una utopía ilusoria e imposible para los seres humanos. Sólo es comprensible como expresión de la novedad que comienza a existir en la vida de los hombres y de las mujeres cuando se abren a la Presencia benevolente de Dios , “Abba”, animados por el espíritu y siguiendo la conducta de Jesucristo. Entonces experimentamos que sí es posible lo que a primera vista, y de tejas abajo, parece imposible.