Otra vez los ciudadanos contra ETA
ETA reaparece y hiere con una bomba lapa al escolta de un concejal socialista. Era la noticia de este día. Temida, esperada, sabida casi. Muy dolorosa en su significado e intención. Algo menos, felizmente, si la comparamos con lo que ha podido ser. Pero su valor simbólico y su mensaje “político” es inconfundible. Oigo por la radio un fluir de voces y condenas que me complacen y comparto. Percibo los silencios que esperaba. No hay sorpresas. Alguien dice que más allá del apoyo a la víctima del atentado, Gabriel, toda información sobre ETA es excesiva. Al parecer, en Francia las acciones de ETA van en un “breve” en la sección de sucesos. No me parece un disparate.
Deberíamos pensarlo en serio. Pero hay tanto interés “político” de por medio. Pienso en cada partido, en el País Vasco y en España, y todos han centrado su estrategia electoral en ganarle la partida a ETA; y así desde hace años. No sé, quizá la política profesional tenía que pararse y reordenar su jerarquía de objetivos. Tal vez fuese más fácil pactar ese “orden” que la misma lucha contra ETA. Cuando no podemos compartir una estrategia antiterrorista global, aunque moralmente coincidamos, deberíamos probar si mermando el tiempo de su debate, damos al problema su verdadera dimensión.
Son cosas muy serias que no conviene banalizar con ironías, lo sé. Los ciudadanos con la modestia de nuestra condición, pues la política no es nuestra profesión ni vocación, debemos retomar el compromiso se siempre contra el terrorismo: honestidad ética de ciudadanos pacíficos, verificada ya en la vida cotidiana; respetuosos de los derechos humanos de todos, particularmente de la vida; solidarios con las víctimas; firmes en los procedimientos políticos democráticos; seguros de que la no violencia de hoy es nuestra legitimidad mañana.
Sé que se pueden decir palabras de condena más gruesas. Las respeto. No las elijo porque no veo que aporten más paz que las mías.
Vuelta a empezar, un peldaño más arriba o un metro más adelante, pero vuelta a empezar. Ciudadanos de toda ideología contra la violencia del terror y por el pacto pacificador e inconfortable para todos los vascos, pero digno de la gente de bien y civilizada.
Deberíamos pensarlo en serio. Pero hay tanto interés “político” de por medio. Pienso en cada partido, en el País Vasco y en España, y todos han centrado su estrategia electoral en ganarle la partida a ETA; y así desde hace años. No sé, quizá la política profesional tenía que pararse y reordenar su jerarquía de objetivos. Tal vez fuese más fácil pactar ese “orden” que la misma lucha contra ETA. Cuando no podemos compartir una estrategia antiterrorista global, aunque moralmente coincidamos, deberíamos probar si mermando el tiempo de su debate, damos al problema su verdadera dimensión.
Son cosas muy serias que no conviene banalizar con ironías, lo sé. Los ciudadanos con la modestia de nuestra condición, pues la política no es nuestra profesión ni vocación, debemos retomar el compromiso se siempre contra el terrorismo: honestidad ética de ciudadanos pacíficos, verificada ya en la vida cotidiana; respetuosos de los derechos humanos de todos, particularmente de la vida; solidarios con las víctimas; firmes en los procedimientos políticos democráticos; seguros de que la no violencia de hoy es nuestra legitimidad mañana.
Sé que se pueden decir palabras de condena más gruesas. Las respeto. No las elijo porque no veo que aporten más paz que las mías.
Vuelta a empezar, un peldaño más arriba o un metro más adelante, pero vuelta a empezar. Ciudadanos de toda ideología contra la violencia del terror y por el pacto pacificador e inconfortable para todos los vascos, pero digno de la gente de bien y civilizada.