NO ES LO MISMO ESTAR SEDADO QUE ESTAR EN PAZ, VELAD









01. HACIA EL FINAL DEL AÑO LITÚRGICO
Poco a poco vamos llegando al final del año y también del año litúrgico (el 3 de diciembre comenzaremos el nuevo año litúrgico con el primer domingo de adviento). Durante estos tres domingos que nos quedan, las lecturas nos irán hablando del final, del futuro que nos cabe aguardar.

02. HACIA EL FUTURO.
Aunque no lo parezca, la primera lectura de hoy (1ª Tesalonicenses) y el Evangelio tratan de la misma cuestión: el futuro que nos aguarda.
¿Qué nos cabe esperar en la vida y en la muerte?











03. ¿QUÉ PASA CON LOS QUE VAN MURIENDO?

En los primeros años de la vida de la Iglesia: más o menos por los años 40-70.
1ª Tesalonicenses es el escrito más antiguo del NT. La carta data del año 50.
Los cristianos pensaban, creían que el Hijo del Hombre estaba al llegar “cualquier día de estos”, muy pronto. Y cuando llegara el Hijo del Hombre, se acabaría el mundo y nos llevaría con él.
Pero el Hijo del Hombre no viene y entonces el problema que se les plantea en aquella comunidad es cuál es la suerte de los difuntos.

Pablo piensa en esta carta da un giro en su pensamiento y trata de alentar la esperanza de aquellos cristianos. Pablo dejará de pensar en términos de tiempo, porque el tiempo cuando llegue el Hijo del Hombre no tiene importancia alguna. Y Pablo pasa a pensar más sencillamente: Seremos en Cristo.
San Pablo fortalece la fe y esperanza de aquellos cristianos -y la nuestra- con la idea de que seremos en Cristo.

04. VELAD
En la parábola de la espera lúcida o adormecida del esposo por parte de aquellas vírgenes no se trata de una cuestión matrimonial, sino que es un mundo de símbolos para la vida eclesial.
Todo ser humano tenemos “instalado en nuestro Windows personal” el problema de la muerte. Probablemente es el problema más serio que tenemos en la vida: la muerte.

La cultura moderna – postmoderna ha eliminado, adormecido el problema de la muerte, seda la muerte. De hecho la muerte es el gran tabú de nuestro tiempo. De la muerte no se habla, ni se hace consciente. Se margina el problema de la muerte.

MIEDO A LA MUERTE.
Tenemos miedo a la muerte, lo cual hasta cierto punto es algo natural:
+ Es natural que sintamos miedo al dolor, al sufrimiento, aunque hoy en día con los cuidados paliativos, incluso la sedación, este aspecto queda muy aliviado.

+ Es natural que tengamos miedo a la muerte porque parece que dejamos de existir. Se terminó. Unamuno -y todos- tenía y tenemos nostalgia de existir, existir siempre.

+ Los católicos tienen miedo no tanto a la muerte, sino a condenación, al infierno. Nos han mandado tantas veces al infierno y por cosas tan nimias, que se tiene miedo a morir porque el fracaso y el fuego eterno lo tenemos garantizado.
Quizás por ello sentimos miedo ante la muerte.

05. ESTAD DESPIERTOS: ESTAREMOS CON XTO.
Vivamos serena y lúcidamente, porque SEREMOS EN EL SEÑOR.
Difícil, por no decir imposible, describir como haya de ser la finalización del ser humano. Mejor acallar nuestra curiosidad y descansemos (consolaos) en que estaremos siempre en el Señor. El lugar del hombre es Dios

CUANDO LA IGLESIA SE DESESCATOLOGIZA

Tiene importancia que la Iglesia, tanto la Iglesia institucional, como nosotros, pequeños grupos de fe miremos al futuro y vivamos esperando la llegada del Reino de Dios: justicia, paz, libertad, la venida de Cristo.

Cuando la Iglesia pierde o perdemos el horizonte futuro absoluto y la mirada escatológica, nos instalamos, y esto no es bueno, porque la Iglesia termina sustituyendo a Cristo. Una Iglesia sin apremio hacia el futuro se instala en este mundo: en la “pompa y circunstancia” de este mundo: Estados Pontificios, poder, institucionalización y afincamiento en este mundo.
Cuando nos instalamos nos adormecemos: se está bien aquí, hagamos tres tiendas, (Mt 17,1-8).
Las vírgenes salieron a esperar al esposo. Abraham salió de tierra, Moisés con su pueblo salió de Egipto, los dos de Emaús salieron de Jerusalén en busca de la luz-fe. La Iglesia o sale de sus cuarteles, de sus instalaciones o si no se convertirá en un ghetto, en un coto privado y cerrado.
Mala cosa es que muchas Iglesias locales se preocupen tanto por afirmar la institución y tan poco -o nada- por trabajar contra la injusticia y la corrupción.







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