"Todos somos ricos y tenemos Lázaros a nuestra puerta" Los dueños no, los perros se compadecían y aliviaban el sufrimiento de Lázaro lamiéndole las llagas
"Es importante dónde y cómo estamos situados en la vida para ver las cosas y las personas de una u otra manera. A veces “miramos para otro lado” o ni tan siquiera miramos a los “lázaros” de todo tipo que viven junto a nosotros"
"El pobre Lázaro está medio muerto, dormitando en cualquier cajero automático, enfermo, lleno de llagas y moscas, como los niños africanos que vemos en el telediario..."
"Yo no puedo solucionar el problema del hambre del mundo, pero sí puedo apaciguar el dolor del “Lázaro” que está a mí puerta"
"Yo no puedo solucionar el problema del hambre del mundo, pero sí puedo apaciguar el dolor del “Lázaro” que está a mí puerta"
Tras escuchar el pasado domingo aquellas palabras de Jesús: no podéis servir a Dios y al dinero, leemos hoy esta parábola del rico y el pobre Lázaro (Eleazar). Lázaro inspira una profunda compasión.
Todos somos ricos y tenemos Lázaros a nuestra puerta.
Lázaro significa: “Dios ayuda”. Si salimos de esta Eucaristía con la sensación de que Dios es nuestra ayuda en la vida (y en la muerte), será una dicha.
- A propósito de ver
En las parábolas de la misericordia hay un denominador común Ver o no ver.
- o El buen samaritano vio al herido y actúo, el sacerdote y el levita le vieron, pero dieron un rodeo y pasaron de largo.
- o El padre, ve venir al hijo pródigo y se alegró, mientras que el hijo mayor cuando vio venir a su hermano, protestó y no quiso celebrar nada.
- o Jesús ve a los discípulos y los llama, ve a la multitud y se conmueve
Es importante dónde y cómo estamos situados en la vida para ver las cosas y las personas de una u otra manera. A veces “miramos para otro lado” o ni tan siquiera miramos a los “lázaros” de todo tipo que viven junto a nosotros. Cuando estamos satisfechos como el rico epulón, ni miramos cómo están los demás, nos da igual.
- ¿qué puede querer decir la parábola del pobre Lázaro?
- o Esta parábola no es una descripción de cómo se desarrollará la vida después de la muerte. Se trata de una parábola, no una topografía de ningún lugar. (Algún “ingeniero” de la teología ha llegado a calcular los grados de temperatura del purgatorio y del infierno).
- o Tampoco es una promesa-sedante a los pobres de un final feliz en compensación por lo mal que lo han pasado en esta vida. No es una invitación a la resignación de los pobres en beneficio del status quo de los ricos. El “más allá” no va a solucionar las injusticias del “más acá”.
- o Tampoco se trata de una “escatología tarifada”: ¿Cuánto dinero me está permitido tener y almacenar de modo que Dios no me pueda echar nada en cara al final de los tiempos?
- cambio abismo por valla y concertinas.
El texto evangélico de hoy dice que entre el rico epulón y el pobre Lázaro había un abismo imposible de pasar. Abismos y distancias entre ricos y pobres hay siempre.
- o Hoy en día quizás no les llamaríamos abismos, pero sí que hemos levantado vallas entre pueblos ricos y pobres: la valla de Trump entre EEUU y Méjico, la valla de Melilla; hemos puesto concertinas y alambres de espino, fronteras y “papeles” infinitos para los “lázaros” emigrantes que van y vienen. Los ricos somos los que impedimos que los barcos de rescate: el “open arms”, el “aita Mari”, etc. lleguen a los puertos con los migrantes. Siguen existiendo abismos, grandes diferencias y distancias entre ricos y “lázaros”
También hoy hay -habemos- ricos y “lázaros”.
- No perdamos de vista la misericordia de Dios.
El rico invoca a Abraham, al padre de Israel, de la religión, para que le alivie a él y a su familia. Pero el puente para pasar tal abismo es la misericordia.
¡Lázaro! (Eleazar) significa “Dios es mi ayuda”.
- o Esta parábola es la reafirmación de que el dinero hace perder la cabeza al ser humano, nos vuelve locos. El dinero rompe toda posibilidad de comunicación con Dios y con los más pobres, crea abismos e impide una solidaridad y convivencia entre los hombres y pueblos.
- o Con el dinero pretendemos hallar ayuda. En el dinero buscamos la seguridad porque no confiamos en Dios. Al rico le ayuda el dinero al pobre, a Lázaro le ayuda Dios.
- o El dinero es el que crea los abismos (hades) y los sufrimientos, las diferencias de clases sociales, las miserias humanas, las llagas y la tristeza
- o San Lucas es muy sutil y dice que solamente los perros se compadecían de Lázaro. Los dueños, no; son los perros los que se compadecen y alivian el dolor de Lázaro lamiéndole las llagas.
Y esta distinción tiene un transfondo teológico-cristiano: Perro, en el mundo bíblico, significaba extranjero-pagano. Los judíos, los religiosos no tenían misericordia. Son los paganos: los samaritanos (el buen samaritano), etc., quienes tienen compasión y sienten misericordia).
- Los que “montan la película” son los “religiosos”, no los que sufren, ni los cristianos.
- o Llama poderosamente la atención en esta parábola que ni Dios, ni Jesús ni Lázaro dicen ni palabra. Por ello, “me da” que todo el tinglado del infierno, la condenación, el fuego, la gota de agua, “te pido que”, etc., lo montan los “judíos”, es decir: los “hombres religiosos” de turno.
- o El pobre Lázaro está medio muerto, dormitando en cualquier cajero automático, enfermo, lleno de llagas y moscas, como los niños africanos que vemos en el telediario... Pero Lázaro, el pobre hombre, no dice nada, se calla: espera la ayuda de Dios.
- o Extrañamente el rico se dirige no a Dios Padre, ni a Lázaro, ni a Jesús (como el buen ladrón), sino a Abrahán. El rico, incluso en el “más allá”, no siente misericordia, no se acerca a Dios Padre, como el hijo pródigo. El rico epulón busca una especie de “tráfico de influencias” ·y apela a Abrahán, el padre de Israel, personaje más que importante. Y como Abraham es importante “me podrá echar una mano”.
- o Los infiernos, los purgatorios y las diferencias abismales (abismos) están en este mundo, En el “otro mundo”, las cosas serán muy de otra manera y para todos, gracias a Dios.
Yo no puedo solucionar el problema del hambre del mundo, pero sí puedo apaciguar el dolor del “Lázaro” que está a mí puerta.
Como Lázaro, confiemos en la ayuda de Dios. Dios nos ayuda.
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