Iniciamos la tercera semana de adviento con este domingo, que nos invita a tener nuestra esperanza en quien suscita en nosotros una alegría gozosa y está por nacer, el niño Jesús.

El Espíritu de Dios nos lleva a la plenitud, nos hace descubrir un horizonte de luz que nos llena de esperanza.

Descubrir el don que poseemos y se renueva constantemente en nosotros en la navidad es nuestra tarea.

Sumergirnos en nuestro interior y ver tanta riqueza que poseemos y que podemos comunicar a los demás.

Así lo declara Jesús y es contado por los evangelistas, y que este domingo el mismo profeta Isaías hace mención: el espíritu del señor está sobre mí, porque me ha ungido y me ha enviado…

La excelencia de un don en el espíritu que da vida y que debe ser comunicado.

Nuestra capacidad de sonreír y suscitar en los otros Alegría, a la manera que hace Jesús con nosotros.

Ciertamente, podemos pasar por penas, carencias y limitaciones, pero que importante es poder ver la esperanza que se puede suscitar para despertar esa vida que se hace necesaria despertar en cada uno de nosotros.

La esperanza siempre despierta a la vida. Ella es una fuerza que nos hace capaces de superación, de aventurarnos en la entrega, de compartir.

Nuestra vida cristiana debe ser, ante todo, un referente de esperanza.

Así, Juan el Bautista refiere : yo soy la voz que grita en el desierto…

El testimonio de Juan el Bautista suscita una esperanza que hace sentir la cercanía inmediata del Mesías, que está por manifestarse.

Y cuya presencia la verán y sentirán los habitantes de Judea, Galilea , samaria…

Que importante es estar preparados a esta manifestación, para recibir todas las gracias que el espíritu de Jesús nos quiere comunicar.

No es nuestra celebración navideña un cumplido o algo rutinario de calendario, sino una experiencia de fe, en la cual Cristo nace en nosotros por su Espíritu que se nos comunica.

¿Qué razones tenemos para estar alegres, agradecidos y en oración? Ciertamente, son muchas las razones para orar en agradecimiento alegre, como nos recuerda Pablo en su carta a los tesalonicenses.

Despertemos en nosotros esa alegría que nos trae Cristo y seamos capaces de contagiarla de diferentes formas, cada uno en su estilo posible de comunicar ternura y bondad.

El sencillo y pobre, hijo del carpintero, es capaz de suscitar una gran alegría de vida en moribundos, ciegos, pecadores, tullidos, leprosos, porque en él actúa el espíritu de Dios que comunica esa vida, de la cual muchos están sedientos y descubren qué hay en él.

No tengo oro ni plata dira Pedro al mendigo que pide limosna al ingreso de la puerta del templo, pero lo que tengo te lo doy, en nombre de Cristo, levántate y camina.

¿Qué podemos dar a los demás que suscite vida, Alegría y gozo?

Creo que cada uno tiene algo para dar y compartir que suscite vida y Alegría.

El otro es importante para mi y por eso en su sufrimiento y soledad puedo comunicarle la buena nueva de la ternura, la cercanía y la solidaridad.

Seamos creativos y veamos en qué lenguaje de comunicación puedo suscitar la alegría , la vida, el amor en el otro, al estilo como lo hace siempre Jesús, siguiendo sus pasos.