"El camino cristiano sólo lo pueden vivir en plenitud los humildes" La Felicidad del Humilde esta en darle Gloria a Dios
"El humilde es la persona de mirada amplia que no se deja seducir por la avaricia de querer estar por encima de los demás"
"Jesús y María se saben servidores y colaboradores en la obra del Padre"
"Los humildes son aquellos que facilitan la obra de Dios, que saben que en Dios el poder es ante todo servicio"
"Los humildes son aquellos que facilitan la obra de Dios, que saben que en Dios el poder es ante todo servicio"
| Fray Alfredo Quintero Campoy OdeM
El humilde no se busca a sí mismo, sino que sabe ante todo buscar las cosas de Dios y el mayor bien del prójimo.
El hombre se inquieta constantemente por el reconocimiento de los demás. Su seguridad la busca en ese reconocimiento, aunque en el fondo pueda estar ese reconocimiento basado en el interés convenenciero de sacar un provecho individual y egoísta.
El humilde, como lo refieren los textos de este domingo 22 del tiempo ordinario, es la persona de mirada amplia que no se deja seducir por la avaricia de querer estar por encima de los demás, muchas veces movido o tentado a oprimir o menospreciar a los demás, no dando al otro el reconocimiento de dignidad que merece.
El humilde se sabe con esa mirada amplia donde descubre que las cosas son conducidas providencialmente por Dios. Se abre en esa verdad de sus posibilidades personales y, cuyas posibilidades se amplían cuando se sabe dejar conducir por Dios y dejarlo actuar en su propia vida.
Bien lo refiere la Virgen María en el magníficat: glorifica mi alma la grandeza del Señor, porque ha mirado la humildad de su esclava… ha hecho en mi maravillas El que todo lo puede y Su Nombre es santo.
En estas palabras anteriores, se nos da una exposición de quien se sabe servidor, desde la óptica de Jesús, es quien se sabe poner hasta lo último, sin pretender otra cosa que ponerse a disposición para ayudar a quien debe y a quien lo necesita.
Jesús y María se saben servidores y colaboradores en la obra del Padre, por eso, saben y entienden que Dios tiene sus tiempos y cuando les toca salir al frente, en visibilidad ante los demás, siempre será para servir.
No es la autoreferencialidad de quien se siente sobrado en sus propias fuerzas y, que muchas veces desprecia a los demás, sino el que se sabe que sirve, que ayuda a que los otros logren una vida más plena, más digna y más liberada en todo sentido.
Ya lo dirá san Pablo: Dios nos ha asignado el último lugar a sus apóstoles, como ha sentenciados a muerte; porque hemos llegado a ser un espectáculo para el mundo.
Es decir, en el lenguaje de Jesús, quien pretenda ser grande tiene que tener conciencia de esa gran humildad en la que debe caminar.
No se debe buscar a sí mismo, sino buscar realizar la obra de Dios en él, y lo primero será despojarse de sí mismo.
Podemos afirmar que el camino cristiano sólo lo pueden vivir en plenitud los humildes. Porque son los que saben dejar actuar a Dios en sus vidas para que Dios se manifieste en todo su querer en la misión que ha confiado a sus elegidos.
Los humildes son aquellos que facilitan la obra de Dios, que saben que en Dios el poder es ante todo servicio, y aunque tengan que desaparecer para que se siga manteniendo la obra continua de Dios a través de otros servidores, que vienen a continuar y hacer la misma obra para llevarla a plenitud.
No es fácil, pero ese es el camino. Así lo enseña el mismo Jesús, quien después de llevar una vida oculta durante muchos años, luego tiene que manifestarse públicamente y, recurrentemente recibirá el comentario, ¿qué de bueno puede salir de Nazareth? ¿que no es éste el hijo del carpintero?, o de sus mismos discípulos dirán: ¿que no son éstos Galileos?
Jesús mismo sufre las burlas, la crucifixión, es rechazado, abandonado, para revelarnos así que es el camino para vencer la soberbia del pecado, de la mentira, de la envidia y mostrarnos que en Él se trasciende en la vida y se permanece.
Los apóstoles serán los cimientos de esta iglesia de Jesús, pero antes deberán pasar por este camino humilde de ser los últimos, de ser humillados.
Por eso Jesús al ver que en la casa del fariseo que lo invito, muchos buscan los primeros puestos, hace este comentario muy importante de que no busquemos los primeros lugares para ser vistos, sino los últimos lugares para ser siempre llevados por Dios en sus tiempos y en sus formas, sirviendo con entrega de amor y de desprendimiento y sin buscar la gloria de los hombres sino la gloria de Dios.
Ya lo dirá el mismo Papa San Gregorio Magno: la humildad es la madre y maestra de todas las virtudes. Tenemos que entender que adelantamos mucho cuando aprendemos la humildad y que no nos escapamos de esta vida sin aprender antes la humildad, que nos prepara al encuentro de lo definitivo en el cielo.
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