"No solo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos" El Buen Pastor se identifica en dar la vida por los suyos
"La riqueza de la liturgia de la palabra de Dios de este domingo 4to. del tiempo pascual nos invita a considerar, ya desde la primera lectura de los hechos de los apóstoles que Cristo es la piedra angular sobre la que Dios Padre construye"
"Debemos siempre identificar, quién es capaz de dar la vida por nosotros. Ya Jesús lo dirá a sus apóstoles: no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos"
"La segunda lectura de la carta de Juan de este domingo, nos recuerda: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no solo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos"
"La segunda lectura de la carta de Juan de este domingo, nos recuerda: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no solo nos llamamos hijos de Dios, sino que lo somos"
La riqueza de la liturgia de la palabra de Dios de este domingo 4to. del tiempo pascual nos invita a considerar, ya desde la primera lectura de los hechos de los apóstoles que Cristo es la piedra angular sobre la que Dios Padre construye.
Qué importante se vuelve para nuestro caminar en la fe, distinguir en quién y cómo va construyendo Dios.
Por eso, la gran aberración de los ancianos, escribas y sumos sacerdotes fue que no reconocieron en Jesús al Hijo de Dios, al Mesías, de quien Juan el Bautista señaló: este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, y de quien Pedro confeso: Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo.
Para no perder nuestro tiempo, nuestros esfuerzos y trabajos en lo que no edifica ni salva, es decir, lo que no nos hace trascender, es importante ver en quién construimos.
Vemos así que el apóstol Simón es llamado con el nombre de Pedro por Jesús, porque sobre él, Jesucristo construirá su iglesia.
De tal manera que el Buen Pastor, que es Jesucristo, da la vida por nosotros.
Debemos siempre identificar, quién es capaz de dar la vida por nosotros. Ya Jesús lo dirá a sus apóstoles: no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos.
Por eso a Pedro, a quien Jesús pone al frente de sus apóstoles y de su iglesia, le preguntará: Pedro ¿me amas más que estos? Y El responderá: Sí, Señor, te amo. a lo que Jesús contesta: apacienta mis ovejas.
Solo en el verdadero amor, que es capaz de dar la vida por el rebaño, se puede construir en la iglesia.
El dar la vida por amor es el signo para descubrir en quién debemos confiarnos y en quiénn no.
El que se aprovecha del otro y lo despoja de sus seguridades, de sus bienes, deesosladrones hay que tener cuidado porque no aman sino se aprovechan y abusan.
Jesucristo se despoja de todo por amor. En la Cruz se revela la más grande prueba de su amor por nosotros. Ahí nos redime, nos perdona, nos salva. Fue encarnizado, despojado de su túnica, quedó clavado y desnudo en la cruz, entregando todo por nosotros para darnos su propia vida, en su espíritu derramado en nosotros con su resurrección.
Por eso en la segunda lectura de la carta de Juan de este domingo, nos recuerda: Miren cuánto amor nos ha tenido el Padre, pues no solo nos llamamos hijos de Dios sino que lo somos.
Jesucristo siempre está dando su vida por los que le pertenecen y confiesan.
La Iglesia en su confesión, celebraciones y anuncio del evangelio vive la entrega constante de vida de Jesucristo.
Se tiene vida cuando se comunica la vida. Cuando el amor nos hace capaces de desprendernos para darnos al otro dando vida desde e amor.
El amor que Jesucristo nos invita a vivir, es un amor que de siempre vida, en eso está la identidad de la Iglesia.
El amor sabe dar vida con desprendimiento, sin reclamos, sin migajas, sino de la forma desbordada que sea necesaria, como se ejemplifica en los milagros de la multiplicación de los panes; la vida se desborda para todos. Así lo hace el buen Samaritano que relata el Evangelista Lucas; así lo muestra el Padre con el hijo pródigo.
La felicidad que se genera cuando se es capaz de dar la vida como lo hace el Buen Pastor.
Nunca se nos olvide que a través del amor que da vida se produce una gran dicha.
La Iglesia está llamada a generar bienaventuranzas para los otros, que sufren y pasan necesidad, como es el estilo de Jesús, el cual revela cuando lee el texto del profeta Isaías en la sinagoga de Nazaret: el espíritu del Señor está sobre mi, me ha enviado a anunciar la buena nueva a los pobres …
La pregunta es: ¿cómo damos la vida tú y yo desde el amor, para confesar al Cristo vivo entre nosotros?
Nuestra confesión de fe tiene que ser viva, vista y sentida por los demás desde el amor que se comunica en la riqueza de todas sus formas.