"El evangelio es esa luz de esperanza que hace vivo y presente a Cristo" La misión: predicar el evangelio
"La compasión late en el corazón del evangelio, de tal forma es el latido, que es capaz de sentir el grito, el dolor de quien sufre"
"La iglesia está llamada a ser evangelio, que sea capaz de dar acogida al enfermo para que este se vea consolado, asistido en su sufrimiento"
"Jesús se hace pan para el hambriento, da consuelo al pecador que se acerca con esperanza, cura al agobiado por el Espíritu del mal"
"Jesús se hace pan para el hambriento, da consuelo al pecador que se acerca con esperanza, cura al agobiado por el Espíritu del mal"
| Fray Alfredo Quintero Campoy OdeM
El evangelio es acción de vida que se transmite desde la palabra viva que es Jesús, es un anuncio que se comunica con compromiso de vida. Tiene como centro siempre a Jesús y como destinatario a pobres, enfermos, necesitados de liberación, descartados…
La compasión late en el corazón del evangelio, de tal forma es el latido, que es capaz de sentir el grito, el dolor de quien sufre, y más allá de cualquier cosa de juicio moral o mal, la compasión se mueve al dolor por el hambre o sed de amor.
En este domingo, quinto del Tiempo ordinario, la liturgia de la palabra nos invita a centrarnos en la predicación del evangelio.
Jesús en el evangelio de Marcos y Pablo en la segunda lectura de la primera carta a los corintios, son movidos a llevar la buena nueva del evangelio para que el mal sea siempre vencido y el sufrimiento superado.
La esperanza, siempre hay que tenerla viva en cada uno, el evangelio es esa luz de esperanza que hace vivo y presente a Cristo.
La iglesia está llamada a ser evangelio, que sea capaz de dar acogida al enfermo para que este se vea consolado, asistido en su sufrimiento y con la fuerza para afrontar el sufrimiento, superar el mal que lo aflige.
Por eso en la primera lectura del libro de Job, donde nos refiere lo difícil de la vida del hombre, la cual es como la de un soldado y de jornalero, donde hay tiene que vivir con entrega, desgastarse y verse envuelto muchas veces en la ausencia de un verdadero descanso reparador, por la exigencia misma que trae la misión que se tiene en la vida, sin embargo, ver y entender que la vida es un verdadero soplo, que cuando esté se va, la historia de la vida ahí queda.
Pero la buena nueva del evangelio de Jesús nos trae vida, porque la acompaña la gracia del Espíritu Santo, que aunque nuestra vida termine, como lo dice Jesús en la cruz: Padre en tus manos encomiendo mi Espíritu y expiró.
La vida siempre se mantiene en el espíritu y aunque experimentemos la muerte natural, los que vivimos en Cristo siempre tendremos vida.
Por eso San Pablo enfoca la predicación como una misión recibida, dándolo todo en gratuidad y tener la esperanza de participar de los bienes que comunica la misma predicación del evangelio.
Jesús mira a la necesidad de cada persona: sus sufrimientos, su enfermedad, sus carencias, sus necesidades que por sí mismos no pueden resolver, abriendo el evangelio la posibilidad de ser cercano y ayudar de la mejor forma posible.
Esa es la misión de los apóstoles de Jesús en su iglesia.
Jesús se hace pan para el hambriento, da consuelo al pecador que se acerca con esperanza, cura al agobiado por el Espíritu del mal, da la vista al ciego, cura de la fiebre a la suegra de Pedro.
¿Cómo podemos curar tanto sufrimiento? Cómo podemos ser medicina para dar alivio a tantos que sufren?
El evangelio, en Jesús, nos invita a darnos siempre y hacerlo gratuitamente! La vida nuestra debe ser para dar y generar vida.
El evangelio se retrata de una forma concreta en el texto de Mateo 25: tuve hambre y me diste de comer; tuve sed y me diste de beber, era forastero y me hospedaste…
Podemos decir que lo que es imperdonable es no tener compasión ante una situación grave de dolor que requiere ayuda, comprensión, solidaridad, consuelo y reparación.
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