Los desafíos de la Iglesia, en San Pablo 'Cartas a Franciscus'
(Antonio Aradillas).- Con buen criterio e imaginación, la editorial "San Pablo" -el primer apóstol adoctrinador con sus cartas propias y adscritas-, ha inspirado y puesto en circulación este nuevo libro, que merece referencia, atención y reseña.
Su título es "Cartas a Francisco", exornando tal sobrenombre del obispo de Roma, con su misma grafía. "Una veintena de personalidades de ámbito civil y religioso, vinculadas de un modo o de otro a la Iglesia -hombres y mujeres, laicos y religiosos, jóvenes y no tan jóvenes, educadores, periodistas, teólogos...-, le expresan sus motivos de agradecimiento, sus temores, dudas, deseos, esperanzas y sueños, así como una rica visión de los desafíos a los que hoy se afrenta la Iglesia".
Los nombres de los remitentes son conocidos. El hecho de que sean más los hombres que las mujeres, carece de importancia, aunque los tiempos, también los eclesiásticos, en los que vivimos, apenas sean tan proclives a las suspicacias. Personalmente, no sé por qué formación o deformación "profesional", a mi parecer, lo que dicen, quieren decir y presuponen las mujeres en sus cartas al papa, es de mayor interés, vivencia y concreción que lo que refieren los hombres.
En la página 133 refiere, por ejemplo, una de ellas: "No es muy edificante que, cuando a alguien le van a ordenar obispo, le pidan como prueba de ortodoxia, que mantenga una posición contraria a la ordenación de la mujer y a sus posición en la Iglesia (como si eso fuera lo fundamental de su ministerio y las mujeres, el mayor adversario). De hecho, en los lugares como el cónclave - donde se decide la vida de la comunidad eclesial-, las mujeres están siempre representadas por los varones, y ellas (por razón de sexo), no pueden representar ni decidir, lo que es una herencia de la antigüedad de la que se hace valedor a Dios".
Verdades como estas, no se registran en el texto de las cartas, y menos de las firmadas por los hombres, teólogos, doctores e intérpretes "oficiales" de la palabra de Dios y en sintonía con los signos de los tiempos y con el propio sentir del papa Francisco.
Curiosamente, en el texto se le saluda al papa como "querido hermano", "papa", "hermano y compañero", "padre", "Santidad", "estimado" y "admirado y santo padre y hermano". Las despedidas son plurales, con "abrazos", "abrazo sororal", "beso respetuosamente su anillo", "con todo el afecto", "rece por mí", "un abrazo en Cristo obrero", "paz y bien en el Señor", "mucha salud", "que no decaiga su impulso regenerador"" y "¡gracias por su testimonio y audacia¡". Saludos y despedidas merecerían jugosos comentarios.
Al libro "Cartas a Francisco" no le anteceden las rituales fórmulas canónicas del "Nihil Obstat" y del "Imprimatur", que felizmente pasaron en la práctica a mejor vida. Como simple, inocente e inocuo dato anecdótico, refiero que en mis años mozos publiqué yo mis "Cartas provocadoras al papa", y tampoco llevaban tales "requisitos". Eran otros tiempos, otros papas y ninguno de ellos se llamaba todavía Francisco. Así se escribe la historia -"búsqueda e investigación"-, que por lo visto y oído, fue, es y seguirá siendo "maestra de la vida".
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