Entrevista exclusiva (y libro) de Francisco a la Gazzetta delo Sport sobre el universo deportivo Papa: “Yo era un 'pata dura' y, por eso, siempre me ponían en la portería. Ser portero fue una gran escuela de vida”
El libro, titulado 'El deporte según el Papa Francisco', es una especie de encíclica laica sobre el universo deportivo, combinando historias personales con grandes principios
Según cuenta la Gazzetta, la primera parte de la entrevista, que resume sus reflexiones sobre el valor del deporte, se estructura en torno a siete palabras clave: lealtad, compromiso, sacrificio, inclusión, espíritu de equipo, ascetismo y redención
“El dopaje anula la dignidad, Ningún campeón se construye en un laboratorio. A veces sucede, pero el tiempo los desenmascara. El talento es un don”
Sobre Maradona: "En el campo era un poeta, un gran campeón que daba alegría a millones de personas, tanto en Argentina como en Nápoles. También era un hombre muy frágil"
“El dopaje anula la dignidad, Ningún campeón se construye en un laboratorio. A veces sucede, pero el tiempo los desenmascara. El talento es un don”
Sobre Maradona: "En el campo era un poeta, un gran campeón que daba alegría a millones de personas, tanto en Argentina como en Nápoles. También era un hombre muy frágil"
Era malo jugando al fútbol (“tenía la pata dura”, como el mismo dice) y, por eso, reconoce que siempre le ponían de portero. El Papa Francisco da un repaso a la función del deporte en su vida y en la sociedad en una entrevista exclusiva con el director de la Gazzetta dello Sport, Stefano Barigelli, y el vicedirector, Pier Bergonzi. En la larga conversación, que también se editó en forma de libro, que se publicará próximamente en Italia, el Papa pasa revista asimismo a los grandes del fútbol, desde Maradona a Zanardi, pasando por Bartali.
El libro, titulado 'El deporte según el Papa Francisco', es una especie de encíclica laica sobre el universo deportivo, combinando historias personales con grandes principios que, a su juicio, deberían seguir rigiendo el universo deportivo.
Por ejemplo, Francisco no tiene empacho en reconocer que no era bueno jugando al fútbol. “De niño me gustaba el fútbol, pero también jugaba al baloncesto, el deporte de mi padre. Todo lo que necesitábamos para divertirnos era una pelota de trapo. Yo era una 'pata dura' y por eso siempre me ponían en la portería. Ser portero era una gran escuela de vida”.
Según cuenta la Gazzetta, la primera parte de la entrevista, que resume sus reflexiones sobre el valor del deporte, se estructura en torno a siete palabras clave: lealtad, compromiso, sacrificio, inclusión, espíritu de equipo, ascetismo y redención.
El Papa también aborda otros temas esenciales para el mundo del deporte, como el respeto de las reglas y el rechazo de los atajos, la responsabilidad por el propio talento, la motivación para afrontar el sacrificio; y luego el ecumenismo humano de los Juegos Olímpicos, el espíritu de equipo, el ejercicio que conduce a la ascética, el hambre de redención.
Por ejemplo, sobre el dopaje dice: “El dopaje anula la dignidad, Ningún campeón se construye en un laboratorio. A veces sucede, pero el tiempo los desenmascara. El talento es un don”.
Según Francisco, el deporte es también alegría, celebración, diversión y la capacidad de hacernos mejores. Con muchas anécdotas y referencias a acontecimientos y personalidades históricas, el Papa nos da una visión de gran aliento y esperanza. Desde Maradona a Zanardi y a Bartali, el Santo Padre comenta los hechos y las vidas de los grandes del deporte.
El papa recuerda su etapa infantil, cuando fue por vez primera al 'Gasómetro', el estadio del San Lorenzo, su equipo del alma: “Era 1946. Recuerdo los días que pasé viendo jugar a los futbolistas y la felicidad de los niños al llegar a casa: la alegría, la felicidad en nuestros rostros, la adrenalina en nuestra sangre. Luego tengo otro recuerdo, el de la pelota de trapos, la pelota de trapo: el cuero era caro y nosotros pobres, el caucho no era todavía tan común, pero para nosotros una pelota de trapos era suficiente para divertirse y hacer, casi, milagros jugando en la pequeña plaza cerca de casa”.
Francisco también subraya el aspecto divertido, de fiesta y de equipo que tiene el deporte: “Pienso en la coreografía en los estadios de fútbol, la escritura en el suelo cuando pasan los ciclistas, las pancartas de incitación cuando se realiza una competición. Trompetas, cohetes, tambores: es como si todo desapareciera, el mundo se aferraba a ese instante. El deporte, cuando se vive bien, es una fiesta: nos encontramos, nos alegramos, lloramos, sentimos que pertenecemos a un equipo. Pertenecer es admitir que solo no es tan agradable vivir, exultar, festejar. Es curioso, entonces, que alguien vincule el recuerdo de algo con el deporte: 'El año en que el equipo ganó el campeonato, en el que tal campeón ganó tal competición. El año de las Olimpiadas, de la Copa del Mundo'. De alguna manera el deporte es la experiencia de la gente y sus pasiones, marca la memoria personal y colectiva. Tal vez sean precisamente estos elementos los que nos autorizan a hablar de la fe deportiva".
Diego Armando Maradona
"En el campo era un poeta, un gran campeón que daba alegría a millones de personas, tanto en Argentina como en Nápoles. También era un hombre muy frágil. Tengo un recuerdo personal de la Copa del Mundo de 1986 que Argentina ganó gracias a Maradona. Estuve en Frankfurt, me enteré el día después de la victoria de Argentina sobre Alemania. Lo recuerdo como la victoria de la soledad porque no tenía a nadie con quien compartir la alegría de esa victoria deportiva: la soledad hace que te sientas solo, mientras que lo que hace bella a la alegría es poder compartirla”.
No rendirse nunca
“El deporte también nos enseña a no rendirnos. Tu rendición es el sueño de tu oponente: rendirse es dejarle ganar. Siempre es un riesgo: "¿Y si hubiera resistido un momento más?" te sigues diciendo a ti mismo quién sabe cuántas veces cuando ves cómo terminó. También es cierto que hay días en los que es mejor seguir luchando, otros en los que es más sabio dejarlo ir. La vida es como una guerra: también puedes perder una batalla, pero no la guerra. Un hombre no muere cuando es derrotado: muere cuando se rinde, cuando deja de luchar. Los pobres, desde este punto de vista, son un ejemplo espectacular de lo que significa no rendirse. Ni siquiera ante la evidencia de la indiferencia: siguen luchando para defender sus vidas”.
"Citius, Altius, Fortius"
“¡Más rápido! ¡Más alto! ¡Más fuerte! Lo atribuyen al Barón Pierre De Coubertin, pero fue ideado por un predicador dominicano, Henri Didon. Junto con los cinco círculos y la llama olímpica, es uno de los símbolos de los Juegos. No es una invitación a la supremacía de un equipo sobre otro, y mucho menos una especie de incitación al nacionalismo. Es una exhortación para que los atletas trabajen en sí mismos, para superar honestamente sus limitaciones para construir algo grande, sin dejarse bloquear por ellas. Se ha convertido en una filosofía de vida: la invitación a no aceptar que nadie renuncie a su vida”.
Rugby
“Me gusta mucho el rugby, por ejemplo: aunque es un deporte para tipos duros, nunca es violento. La lealtad y el respeto que hay en este deporte se toma a menudo como un modelo a seguir. Pienso en el "tercer tiempo" después del partido: todos los jugadores de los dos equipos se reúnen aunque sea para un saludo, un apretón de manos. Así es como debe ser: da tu alma cuando juegas pero, una vez terminado el partido, ten el valor de darle la mano a tu oponente. No era una guerra entre enemigos, sólo una oportunidad para la competencia entre los oponentes en el juego”
Entrenar
“¿Qué hace un jugador cuando es convocado para un juego, o un atleta antes de participar en una competencia? Debe entrenar, entrenar y entrenar un poco más. A cada uno Dios le ha dado un campo, un pedazo de tierra en el que jugar sus vidas: sin embargo, sin entrenamiento, incluso el más talentoso sigue siendo un perdedor. Eso es todo: para que yo me entrene, ¡incluso un Papa debe seguir entrenándose! - es preguntarle a Dios todos los días: "¿Qué quieres que haga, qué quieres de mi vida? Pedirle a Jesús, enfrentarlo como un entrenador. Y si te resbalas, no tengas miedo: en la línea de banda está Aquel que está listo para ponerte de pie de nuevo. Basta con no tener miedo de volver a levantarse”.
El ejemplo del ciclista Bartali
"Cuando, durante un viaje apostólico, fui a Yad Vashem en Jerusalén, me hablaron de Gino Bartali, el legendario ciclista que, reclutado por el Cardenal Elia Dalla Costa, con el pretexto de entrenar en su bicicleta, dejó Florencia para ir a Asís y volvió con docenas de documentos falsos escondidos en el sillín de su bicicleta que sirvieron para ayudar a los judíos a escapar y así salvarlos. Pedaleaba cientos de kilómetros cada día, sabiendo que si le detenían sería su fin. Al hacerlo, ofreció una nueva vida a familias enteras perseguidas por los nazis, escondiendo algunas de ellas incluso en su propia casa. Se dice que ayudó a unos ochocientos judíos, con sus familias, a salvarse durante la barbarie a la que fueron sometidos. Dijo que el bien se hace y no se dice, de lo contrario, ¿de qué sirve? Yad Vashem lo considera 'Justo entre las naciones', reconociendo su compromiso. Esta es la historia de un deportista que dejó el mundo un poco mejor de lo que lo encontró”.
Ganar y perder
“La derrota y la victoria son parte del deporte. Ganar y perder son dos verbos que parecen opuestos: a todos les gusta ganar y a nadie le gusta perder. La victoria contiene una emoción que es incluso difícil de describir, pero la derrota también tiene algo maravilloso. Para los que están acostumbrados a ganar, la tentación de sentirse invencible es fuerte: la victoria puede a veces hacerte arrogante y hacerte pensar que has llegado. La derrota, en cambio, favorece la meditación: nos preguntamos por qué perdimos, hacemos un examen de conciencia, analizamos el trabajo realizado. Por eso, de ciertas derrotas nacen hermosas victorias: porque, una vez identificado el error, se enciende la sed de redención. Yo diría que los que ganan no saben lo que están perdiendo. No es sólo un juego de palabras: pregúntale a los pobres”.
Lealtad
"El deporte es el respeto a las reglas pero también la lucha contra el dopaje. Tomar atajos es una de las tentaciones con las que a menudo tenemos que lidiar en la vida. La práctica del dopaje en el deporte no es sólo un engaño, sino que es querer robar a Dios esa chispa que, por sus designios, ha dado a algunos de forma especial".
El entrenador
“Sin un entrenador no nace un campeón". No basta, sin embargo, con entrenar el cuerpo: hay que saber hablar al corazón, motivar, corregir sin humillar. Cuanto más ingenioso es el atleta, más delicado es para tratar con él: el verdadero entrenador, el verdadero educador sabe hablar al corazón de alguien que nace campeón”.
Secreto de la victoria
“Mantener el corazón en orden es el secreto de toda victoria, no sólo de las deportivas: el salmista, de hecho, pide a Dios: 'Que mi corazón esté sano' (Sal 119, 80). Si miramos la historia del talento, nos damos cuenta de que muchas personas con talento se han perdido precisamente por el desorden. Un corazón ordenado es un corazón feliz, en estado de gracia, listo para el desafío. Creo que si preguntáramos a cualquier deportista el último secreto de sus victorias, más de unos pocos nos dirían que gana porque es feliz. La felicidad, entonces, es la consecuencia de un corazón ordenado”
La Iglesia y el deporte
“La Iglesia siempre ha alimentado un gran interés en el mundo del deporte. Podemos decir que en el deporte las comunidades cristianas han identificado una de las gramáticas más comprensibles para hablar con los jóvenes. Pensemos en Don Bosco y en los oratorios salesianos, pero pensemos también en todas las parroquias del mundo, incluso y sobre todo en las más pobres, donde siempre hay un pequeño campo disponible para jugar y hacer deporte. A través de la práctica de los deportes se anima a un joven a dar lo mejor de sí mismo, a fijarse una meta a alcanzar, a no desanimarse, a colaborar en un grupo. Es una hermosa oportunidad para compartir el placer de la victoria, la amargura de la derrota, para reunirse y dar lo mejor de sí mismos”.
Compromiso
“El talento no es nada sin aplicación. La historia, no sólo la deportiva, cuenta de muchos talentos que luego se perdieron como se cuenta en la parábola de Mateo (Mt 25, 14-30) en la que Jesús se nos aparece como un entrenador exigente: si entierras el talento ya no eres parte de un equipo.
Sacrificio
"El sacrificio es un término que el deporte comparte con la religión. A nadie le gusta trabajar porque la fatiga es un peso que te rompe. Sin embargo, si en la fatiga logras encontrar un significado, entonces tu yugo se hace más ligero. El atleta es un poco como el santo: conoce la fatiga pero no le pesa".
Inclusión
"Este será el año de las Olimpiadas. Los Juegos siempre han sido un signo de inclusión, en oposición a la cultura del racismo. Ciertamente las Olimpiadas, de las que siempre he apreciado el deseo innato de construir puentes en lugar de muros, también pueden representar simbólicamente el signo de una nueva partida con un nuevo corazón".
Espíritu de equipo
"El trabajo en equipo es esencial en la lógica del deporte. Pensemos en Moisés que, en la montaña, le dice a Dios que salve también al pueblo, no sólo a él (cf. Ex 32). Podríamos decir, usando una metáfora deportiva, que podríamos salvarnos sólo como equipo".
Ascetismo
"Las historias de grandes hazañas nos llevan a pensar que el acto deportivo es una especie de ascetismo. El deporte lo representa muy bien: me imagino escalando ocho mil metros, buceando en el abismo, cruzando los océanos como intentos de buscar una dimensión diferente".
Rescate
"Decir deporte es decir redención, la posibilidad de redención para todos los hombres. No basta con soñar con el éxito, hay que despertar y trabajar duro. Por eso el deporte está lleno de gente que, con el sudor de su frente, ha vencido a los que nacieron con talento en sus bolsillos. Es por eso que ciertas victorias nos hacen llorar”.
Brindis final
“Mi deseo es muy simple, lo digo con las palabras escritas en una camiseta que me fue dada: 'Mejor una derrota limpia que una victoria sucia'. Deseo esto para todo el mundo, no sólo para el mundo del deporte. Es la forma más hermosa de jugar a la vida con la cabeza en alto. Que Dios nos conceda días santos. ¡Por favor, recen por mí, para que no deje de entrenar con Dios!”.
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