"Probablemente uno de los aspectos más vergonzosos de la historia de la Iglesia católica" Prólogo del libro 'Infanticidio clerical. Consecuencias catastróficas del celibato' de Iván Gómez Avilés

Iván Gómez Avilés
Iván Gómez Avilés

'Infanticidio clerical. Consecuencias catastróficas del celibato' de Iván Gómez Avilés

"La práctica del infanticidio es probablemente uno de los aspectos más vergonzosos de la historia de la Iglesia católica junto a la pederastia, las persecuciones de judíos y musulmanes y la Inquisición"

"San Ulrico, un santo obispo, argumenta que basándose en el sentido común y la escritura, la única manera de purificar a la Iglesia de los peores excesos del celibato es permitir a los sacerdotes que se casen"

"La represión sexual, ocasionada por el riguroso celibato impuesto a frailes, monjas y sacerdotes, ha causado serias conductas patológicas y delictivas en numerosos miembros del clero a lo largo de la Historia"

Sinopsis

La práctica del infanticidio es probablemente uno de los aspectos más vergonzosos de la historia de la Iglesia católica junto a la pederastia, las persecuciones de judíos y musulmanes y la Inquisición. La represión sexual, ocasionada por el riguroso celibato impuesto a frailes, monjas y sacerdotes, ha causado serias conductas patológicas y delictivas en numerosos miembros del clero a lo largo de la Historia. Continuamente salen a la luz nuevos casos de abusos sexuales y otros escándalos en el seno de la Iglesia; y esta lamentable situación no parece tener fin.

Este libro trata de forma objetiva el que quizás sea uno de los peores delitos, el infanticidio cometido por sacerdotes y monjas tras la ruptura del celibato para preservar su honra, ya que afecta a seres indefensos y completamente vulnerables. En esta labor, el autor se ha servido del testimonio de otros investigadores y también de fuentes primarias como, por ejemplo, de artículos de prensa de la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de España y de procesos judiciales del Archivo Histórico Nacional y de otros archivos europeos.

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Infanticidio clerical

Prólogo

El Concilio de Aquisgrán del año 836 admite abiertamente que en los conventos y monasterios se han realizado abortos e infanticidios para encubrir las actividades de clérigos que no practican el celibato. San Ulrico, un santo obispo, argumenta que basándose en el sentido común y la escritura, la única manera de purificar a la Iglesia de los peores excesos del celibato es permitir a los sacerdotes que se casen.

Ya en el siglo VII los documentos demuestran que en Francia la mayoría de los sacerdotes eran hombres casados. Y San Bonifacio, en el siglo VIII, informaba al Papa que en Alemania casi ningún obispo o sacerdote es célibe. En 866, el Papa Nicolás I tuvo alguna vacilación en las normas celibatarias. Dijo que no hay que expulsar a los sacerdotes casados; hay que soportarlos. En el año 2024 el celibato eclesiástico sigue siendo de obligado cumplimiento para los sacerdotes católicos.

BREVE HISTORIA DEL INFANTICIDIO

Aunque actualmente el infanticidio es considerado una práctica criminal horrible condenada como asesinato por la mayoría de los códigos penales de los países desarrollados, esto no siempre fue así. El infanticidio ha sido practicado por muchas culturas a lo largo de la historia de la Humanidad, desde la prehistoria hasta nuestros días, en muchas ocasiones por motivos de tipo práctico en beneficio de la comunidad y sin intención criminal. En la mayoría de países desarrollados el infanticidio ya no se recoge desde hace años como tipo delictivo independiente, siendo equiparado al asesinato en cuanto a su gravedad y penas de prisión.

Sin embargo, hasta bien entrado el siglo XX, en muchos países avanzados el infanticidio era un delito recogido como tal y que implicaba penas de prisión muy inferiores al asesinato u homicidio. En ocasiones, a los autores de estos delitos, generalmente madres solteras o protagonistas de relaciones ilegítimas, se les aplicaba un atenuante al dictaminar las sentencias que éstas habían cometido el delito para evitar la deshonra, el rechazo familiar y la marginación social. Con el cambio de mentalidad en las sociedades modernas, este argumento dejó de ser válido y el delito de infanticidio desapareció de la mayoría de códigos penales para ser equiparado al asesinato u homicidio, en función de las circunstancias. 

A lo largo de la historia, las motivaciones para la práctica del infanticidio han sido muy diversas, desde los casos de canibalismo de infantes en la Prehistoria hasta las prácticas de control demográfico realizadas en épocas recientes. Desafortunadamente el infanticidio se sigue practicando en nuestros días, no solo como delito de tipo aislado, por mujeres enajenadas o en situación de pobreza y exclusión en sociedades modernas, o para evitar la deshonra en el caso de mujeres solteras en sociedades más conservadoras, sino de forma sistemática; por ejemplo, por parte de algunas tribus indígenas del Amazonas, sin ningún tipo de intervención por parte de las autoridades.

En 2008 apareció el documental “Hakani, Enterrada viva. Una historia de supervivencia” (título original Hakani: A Survivor's Story), dirigido por David L. Cunningham, que cuenta el caso de Hakani, una niña superviviente enterrada vida en una tribu del Amazonas. Parece ser que en este caso concreto el infanticidio se practica en favor del bien general de la comunidad, por ejemplo, si el infante supone una carga para el grupo al quedar huérfano o al nacer con algún tipo de deficiencia o malformación.

Después de las acusaciones de falsificación del documental, Sandra Terena, descendiente de indígenas, ha investigado sobre el tema demostrando en su propio documental, “Quebrando o silêncio” de 2009 (título en español “Rompiendo el silencio”), que estas prácticas efectivamente se siguen realizando actualmente, enterrando vivos a los niños y niñas no aceptados por la comunidad al suponer una carga para el grupo. En este caso vemos cómo el infanticidio se utiliza por un motivo práctico, en beneficio del bien común de la comunidad. 

Otra de las motivaciones para esta terrible práctica puede ser la falta de recursos en épocas de crisis, algo muy frecuente especialmente en zonas con territorio cultivable limitado como las islas. En el libro Los aborígenes y la prehistoria de Canarias de Alfredo Mederos Martín y Gabriel Escribano Cobo se describe cómo los habitantes de Gran Canaria sufrieron en el pasado graves alteraciones en su pirámide poblacional al practicar el infanticidio femenino, teniendo que recurrir incluso a la poliandria, sistema matrimonial en que la mujer compartía varios maridos. En épocas de crisis se sacrificaban a todas las hijas de una pareja salvo a la primogénita. 

Libro sobre los aborígenes canarios

Es un hecho demostrado que el infanticidio solía afectar más a las mujeres que a los hombres (feminicidio), ya que éstas eran considerabas como una carga al ser menos fuertes para desarrollar trabajos agrícolas y no servir en los ejércitos, al tener que otorgarles una dote para casarlas y al tener que prescindir de ellas después del matrimonio, tras haber invertido en su manutención, ya que éstas pasaban a vivir con el núcleo familiar del marido. El caso más paradigmático de infanticidios en masa femeninos y, por consiguiente, de alteración grave de la pirámide poblacional, es China.

En este país asiático es frecuente el infanticidio de niñas, especialmente en zonas rurales, ya sea de forma activa o por abandono del menor, porque se prefiere tener hijos varones para ayudar en el campo y para evitar pagar la dote, lo que supone un verdadero esfuerzo económico para muchas familias. La práctica del infanticidio femenino fue agravada por la política del hijo único, vigente en China desde 1979 hasta finales de 2015, para controlar el crecimiento de la población. Al poder tener un solo hijo y preferirlo varón, muchos progenitores mataban o abandonaban a las niñas, ya que las multas eran importantes si se incumplía esta medida. También era frecuente el aborto selectivo de niñas después de conocer el sexo de la criatura ilegalmente.

Continuemos este estudio analizando otro tipo de motivaciones para cometer infanticidio y las formas en las que esta práctica suele producirse. Ya hemos mencionado el control demográfico, en épocas de escasez o para evitar la superpoblación, el desprecio por la mujer, el canibalismo o los defectos de nacimiento. Otro tipo de infanticidio es el motivado por la superstición o por la religión, hablamos de los sacrificios rituales para propiciar favores o aplacar la ira de los dioses o seres sobrenaturales. La arqueología da buena cuenta de estas prácticas en lugares como la América precolombina (Mesoamérica e Imperio Inca), donde por ejemplo los aztecas sacrificaban niños al dios Tlaloc para propiciar la lluvia, o en África, de nuevo para propiciar la fertilidad y las buenas cosechas. También los fenicios y cartagineses hacían este tipo de sacrificios al dios Moloc.

Rómulo y Remo

Las culturas precristianas de Irlanda hacían sacrificios humanos, en ocasiones de niños, al dios Crom Cruach, muy probablemente también para propiciar buenas cosechas. La importancia de contar con buenas cosechas para garantizar los recursos alimenticios siempre fue un punto clave en las sociedades primitivas, ya que estas no contaban aún con los medios tecnológicos necesarios para paliar las condiciones meteorológicas desfavorables; en algunas culturas tribales se practicaba el infanticidio para garantizar la supervivencia del resto de hermanos, ya que un exceso de vástagos podría tener como consecuencia que no se pudiese alimentar a todos. De esa forma, mediante el infanticidio se garantizaba la subsistencia de al menos una parte de la prole. 

En la antigua Roma también era frecuente que los padres expusiesen a sus hijos si no los podían mantener. La mitología está llena de ejemplos, como el caso de la fundación de Roma por parte de los niños abandonados Rómulo y Remo, que sobrevivieron amamantados por una loba; además las leyes permitieron estas prácticas en algunos momentos de esta cultura, antes de que el infanticidio fuese considerado como crimen por la ley romana de 374 d.C. (recordemos que la figura jurídica patria potestas proviene del derecho romano y otorgaba el derecho al padre a disponer libremente de la vida de los hijos en el núcleo familiar). 

En la Edad Media y Moderna continúa esta práctica, bien de forma activa o nuevamente por exposición de los niños. El infanticidio honoris causa (para preservar la honra) es un tipo de crimen que se produce especialmente en este periodo por parte de madres solteras, en caso de relaciones ilegítimas y prematrimoniales o en embarazos de monjas. La deformidad del neonato era otro motivo de infanticidio debido a la superstición y moral de esta época, ya que se decía que este tipo de infantes era fruto de relaciones ilegítimas, inmorales o consecuencia de la acción del diablo. 

La pobreza es otra causa de infanticidio; en nuestros días no es infrecuente escuchar en los telediarios casos de madres que abandonan a sus bebés en contenedores de basura debido a su situación económica. 

La violencia de género o venganza proporciona otro buen número de ejemplos, ya que en ocasiones el marido no se conforma con asesinar a la mujer sino que también lo hace con los hijos. Un caso reciente tuvo lugar en febrero de 2017 en el Hospital de La Paz de Madrid, cuando un ciudadano chileno saltó desde una ventana con su bebé en brazos después de discutir con la madre y tras decirle a ésta “te voy a dar donde más te duele”, falleciendo ambos en el acto. Recordemos también aquí el mediático caso de José Bretón.

Infanticidio

Finalmente describiremos los métodos más utilizados para llevar a cabo esta horrible práctica. En primer lugar tenemos un tipo de infanticidio no activo, nos referimos a la exposición o abandono de niños. En la Antigüedad se abandonaban niños en los bosques. Si el infante tenía suerte podría ser recogido por algún vecino, de lo contrario perecería de inanición o devorado por algún animal. En la Edad Media y Moderna continúa esta práctica, recurriéndose en muchas ocasiones al abandono en conventos para no tener que matar al infante.

Es de justicia decir aquí que es posible que parte de los restos óseos de niños encontrados en conventos no provengan de infanticidios de hijos de monjas, sino de niños abandonados fallecidos por falta de atención o de medios en estas instituciones. Recordemos la alta mortalidad infantil de épocas pasadas, que hacía estragos en este sector de la población sin necesidad de recurrir al infanticidio. Fermín Mayorga relata en sus conferencias cómo en ocasiones las monjas abandonaban a sus hijos en las puertas del convento en mitad de la noche, para que al pasar los primeros arrieros éstos avisasen de lo sucedido a las monjas, simulando así un falso abandono y evitado la práctica del infanticidio.

La sofocación fue uno de los métodos de infanticidio más practicados. Se trata de asfixiar al niño por aplastamiento generalmente en la cama. El método fue muy utilizado porque permitía simular fácilmente un accidente, con lo que se llegó a recomendar a las madres no dormir con los bebés en la misma cama. En ocasiones se decía también que el niño asesinado había nacido muerto, aunque la docimasia hidrostática había sido descrita ya por Galeno. La docimasia pulmonar hidrostática, también conocida como prueba hidrostática o test de Raygat, es una técnica forense que permite determinar si el niño ha nacido muerto o si ha sido asesinado después de nacer. Los pulmones de un feto que ha respirado pierden densidad y, por lo tanto, flotan en el agua.

Otras causas serían el ahogamiento, la negligencia, los malos tratos, la estrangulación o el degollamiento. Como veremos más adelante, el inquisidor Juan Antonio Llorente dice en sus escritos que muchas monjas degollaban a sus hijos recién nacidos en los conventos. Algunas fuentes indican que algunas madres arrojaban a sus hijos al río Tíber. Con anterioridad ya hemos mencionado el enterramiento en vida practicado por algunas tribus del Amazonas y el sacrificio ritual de niños que, en el caso de las ofrendas al dios Moloc, parece ser que se llevaba a cabo incinerando a los infantes.

En los artículos encontrados en la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional figuran métodos horribles de infanticidio producidos entre finales del s. XVIII y principios del s. XX: infantes sofocados, estrangulados, asfixiados, degollados, arrojados por balcones o ventanas, tirados a ríos, al mar, depositados en la basura, en estercoleros, en huecos de árboles o en las vías del  tren, enterrados vivos, encontrados muertos en sacos de ropa sucia, en cajas, maletas, entre colchones, arrojados a acequias, letrinas, alcantarillas, pozos y desagües, donde en muchas ocasiones aparecían con parte de sus miembros devorados por ratas, arrojados al fuego, muertos por fractura de cráneo, descuartizados y arrojados a perros o cerdos o abandonados muertos en iglesias, como, por ejemplo, debajo de los bancos, en los confesionarios o en los altares.

Para concluir, es interesante destacar que el tema del infanticidio sigue de plena actualidad en nuestros días con la polémica en torno a la ley del aborto, una ley tan controvertida que fue capaz de llevarse por delante incluso a un ministro de justicia, como fue el caso de Alberto Ruiz-Gallardón, que presentó su dimisión en 2014 después de que el presidente Mariano Rajoy retirase la propuesta de ley del aborto apadrinada por éste. Para los sectores más conservadores de la sociedad el aborto es equiparable al infanticidio, para los más progresistas, la madre debe tener el poder de decisión sobre el feto al menos hasta un punto determinado dentro del proceso de gestación.

Antiguamente el infanticidio era más practicado que el aborto, ya que tenía menos riesgo para la salud de la madre, aunque las fuentes informan de prácticas abortivas mediante diferentes brebajes y plantas ya en civilizaciones antiguas como Grecia y Roma, muchas veces causando la muerte de la madre por intoxicación. La intervención “quirúrgica” mediante cortes en momentos en los que la medicina no estaba avanzada o en épocas recientes en abortos clandestinos era muy peligrosa y provocaba con frecuencia la muerte de la madre por infecciones o hemorragias. Por otro lado, la vestimenta más holgada de épocas pasadas permitía ocultar el embarazo prácticamente hasta el final de la gestación, por lo que se recurría al infanticidio con frecuencia.

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