| Editorial Paulinas
(Editorial Paulinas).- Los cristianos en muchas ocasiones actuamos y vivimos como si el mundo que nos rodea, las personas que caminan a nuestro lado, los problemas que les afectan, no fueran con nosotros, no tocaran nuestro corazón y no nos llamaran a implicarnos para resolverlos. Vivimos a veces como seres extraños, como marcianos.
Pero los seguidores de Jesús, quienes se han dejado fascinar por su persona y su buena noticia, cuyo corazón está en las bienaventuranzas, tienen que ser personas normales, sanas, felices, alegres, comunicativas, que viven intensamente la realidad de cada día, las dificultades, las alegrías y las esperanzas de los demás como propios.
Solo así mostraremos el rostro de una Iglesia como «hospital de campaña», que cura, acompaña y reilusiona. Para ello debemos vivir y compartir todas esas experiencias en comunidad construyendo, desde ese empeño fraterno, una Iglesia más unida, más humana, más sencilla, más cercana a la existencia concreta de la gente; una Iglesia samaritana, que huela a Evangelio, que muestre los sentimientos de Jesús en nuestro mundo de hoy, reinterpretando en nuestros días la Palabra de vida a la luz de su Espíritu.