Chemen y Canzani, en Ciudad Nueva 'Un diálogo para la vida. Hacia el encuentro entre judíos y cristianos'

(Antonio Aradillas).- ¡Cómo pasa el tiempo, y más si este es, de alguna manera, religioso! Resulta que hace un puñado de años, cuando lo del "Nihil Obstat" e "Imprimatur" episcopales habían de ser "atrio" obligatorio de cualquier libro o publicación relacionados con temas de fe y ético-morales, a mí se me denegaron estos requisitos para mi libro La oración de hoy, si no eliminaba de uno de sus capítulos la advocación de "Nuestra Señora del Diálogo, ¡rogad por nosotros!". Las razones esperpénticas que se aportaron fueran las de "se trataría de una advocación nueva", y la de que "no siempre el diálogo es bueno y recomendable, por ejemplo, con la jerarquía...".

Evoco este recuerdo al llegar a mis manos el reciente título de Ciudad Nueva-CN, Un diálogo para la vida. Hacia un encuentro entre judíos y cristianos, en su colección "Cultura y sociedad", y cuyos autores son Silvina Chemen y Francisco Canzani. Y es que al diálogo, como asignatura y pedagogía de la vida y de la religión, será de todos modos y con multitud de argumentos convincentes, imposible ponerles fronteras, con la obstaculización de los permisos canónicamente supuestos en el "Nihil Obstat" e "Imprimatur".

Sin diálogo, no hay vida. Ni religión. Ni la cultura. Ni Iglesia, así como ni familia, sociedad -sociedades-, patria y pueblos. La persona precisa del diálogo para ser y ejercer como tal. Diálogo y cristianismo han de establecer relaciones indisolubles, perdurables, entre sí y con las demás religiones.

Y este es el eje del nuevo libro que coloca en su interesante catálogo la editorial CN, con sus 230 páginas, y de fácil y apasionante lectura. Del mismo destaco el dato de que sus autores son Silvana Chemen -rabina, graduada en el Seminario Rabínico Iberoamericano, y licenciada en Ciencias de la Comunicación- y Francisco Canzani -doctor en Derecho y Ciencias Sociales, con estudios teológicos, y profesor en la cátedra de Ecumenismo en la Facultad de Teología de Uruguay.

"Una y otro afrontan de un modo vital los desafíos y oportunidades de un diálogo interreligioso auténtico y con una pedagogía incuestionable abren vías para el diálogo entre judíos y cristianos -y no solamente entre ellos-, que respeta las identidades y asimetrías, y al mismo tiempo es profundo y fascinante".

Como relata el rabino Jack Bemporad en el prólogo, "este libro es diferente y único porque nace del don y del conocimiento mutuos de dos personas extraordinariamente sensibles y sabias, que ofrecen formas para que nuestras dos comunidades puedan trabajar juntas, puedan aprender unos de otros y ser capaces de encontrar una base común para afrontar los problemas éticos y políticos de nuestros días".

El diálogo, y mucho más, el interreligioso, es un término mal conocido y vivido. El diálogo, además de practicarlo, hay que vivirlo. No todo diálogo es diálogo de por sí. Lo es el diálogo "dialógico", pero no el "platónico", en el que la idea del convencimiento -"vencer"-, le es esencial. No pocos cultivadores y predicadores del diálogo, lo son del monólogo, y más "en el nombre de Dios", con menosprecio-desprecio a la persona y a la colectividad.

Dialogar -preguntar y contestar- es ciencia, sabiduría, arte, virtud, educación, filosofía y teología ética y moral. Es vida. Es convivencia. Es "trinidad", es decir, -yo, tú y Dios-. Es padre y madre a la vez, por lo que apellidar e invocar a la Virgen con el título de "Nuestra Señora del Diálogo, rogad por nosotros", debería haber estado, y estar, premiado con indulgencia plenaria. En soledad, es decir, sin diálogo, no hay cristianismo, ni judaísmo, ni cualquier otra religión.

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