Andrea Riccardi, fundador de Sant'Egidio, en San Pablo 'Todo puede cambiar. Conversaciones con Massimo Naro'
(Antonio Aradillas).- "Todo puede cambiar" es el título con el que la editorial San Pablo presenta las 304 páginas que componen el texto de recientes conversaciones mantenidas entre Massimo Naro y Andrea Riccardi y cuya actualidad, fundamento y solvencia pueden testificar sus lectores, que habrán de ser muchos.
De Andrea Riccardi se destaca que "es autor de numerosos artículos, ensayos y estudios", "considerado entre los más distinguidos analistas de la historia de la Iglesia contemporánea y del impacto de las religiones en la edad de la globalización, si bien su importancia eclesiástica se la debe a ser el fundador de la Comunidad de Sant'Egidio, presente hoy en más de 70 naciones del mundo, labor por la que recibió el 'Premio Carlo Magno'". Su conversador, Massimo Naro, enseña Teología Sistemática en la Universidad de Sicilia, experto y "atento a hablar de Dios en la complejidad de los lenguajes contemporáneos, en su relación con el arte, la literatura, la espiritualidad y las religiones". Deducción primordial de concepción y lectura del libro es la de que "todo puede cambiar, sea en los escenarios de la violencia o en del anonimato de las grandes ciudades, con oferta limpia, clara e inteligible para vivir sin miedo".
Educar para el -los- cambios, es principio fundamental a tener en cuenta para ser, y ejercer, de personas y más de cristianos. Asumirlos, sin miedos, es una de las imperiosas necesidades a las que se está convocado, por voluntad expresa de Dios y exigencias de la fe y de la vida.
Precisamente por eso, no dejo de subrayar el párrafo que alberga la página 140 del libro de esta reseña:
"Los cristianos deberían recordar que su ADN cultural y espiritual incluye cromosomas 'exodales', es decir, deberían ser conscientes de que pueden vivir en un lugar solo como invitados, en constante estado de tránsito. El autor de la Primera Carta de Pedro, a este propósito, define a los cristianos como 'paroikoi', gente que vive en tiendas, que están en un determinado lugar, pero no quedan allí estancadas, personas que se sienten llamadas a estar -en- movimiento. A finales del siglo II, el autor anónimo de la Carta a Diogneto, retomaba este tema, comentando que entender todo esto me parece útil para interpretar el fenómeno migratorio actual, para discernir las mejores potencialidades sin dejarnos amedrentar por su entidad problemática. La Iglesia puede desempeñar una importante tarea. No es el garante de la identidad cristiana de los países europeos. A lo largo de la historia del cristianismo ha tenido una función dinámica e integradora... Gregorio Magno, entre finales del siglo VI y principios del VII, con lúcida visión histórica y sensibilizado con la voluntad de Dios, hizo que la Iglesia trabajara por integrar a los 'nuevos pueblos', que en muchos casos eran arrianos, a la cultura y a la fe de Roma".
¡Qué irremediablemente lejanos quedan aquellos tiempos pastorales, en los que las "parroquias en propiedad" se convertían en premios canónicos y aspiraciones del sacerdote-pastor-"homo occidentalis"-, en un régimen burocrático de ascensos y descensos clericales!. Olvidar que en la propia raíz semántica de "parroquia" se halla el concepto de "tienda de campaña, alojamiento transitorio, provisionalidad y, en definitiva, de cambio", es echar en saco roto programaciones pastorales eminentemente actuales y con proyección de futuro.
Multitud de razones aconsejan la lectura del libro "Todo puede -debe- cambiar" para que la Iglesia sea fiel a su tiempo y responda, con prisas, dogma, objetividad y misericordia, a tantas preguntas cargadas de miedos como se formulan los cristianos en la actualidad.
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