Liturgia del 5º DOMINGO DE CUARESMA 2025 (C)

El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu ESTÁN con todos vosotros.
Y con tu Espíritu
MONICIÓN DE ENTRADA
El texto de la mujer sorprendida en adulterio ofrece muchas lecturas: ¿Hasta qué punto hay que ser valiente como Jesús, que toma posición por la mujer, sin importarle el qué dirán de una turba armada con piedras? ¿Por qué no se juzga igualmente al varón sorprendido en el mismo adulterio? ¿Es ético anteponer normas y tradiciones por encima de las personas? ¿Está justificando Jesús que todo vale?
Sin duda, la trampa que tendieron los fariseos al Galileo dio mucho que hablar. Incluso entre los primeros cristianos, parece que más de uno se escandalizó con este controvertido episodio. En algunos códices es parte del evangelio de Juan, en otros aparece en Lucas y en otros directamente fue suprimido.
Como en tantos casos, es difícil llegar a saber qué ocurrió realmente, pero eso no debería disminuir en nada la capacidad inspiradora de los relatos. Dejémonos empapar por el relato sin prejuicios, sin paraguas. Celebremos una vez más nuestra adhesión a Jesús, el misericordioso, y dejando las piedras, que muchas veces guardamos, reforcemos nuestra fraternidad.
ACTO DE RECONOCIMIENTO
Muchas veces en nuestro corazón albergamos piedras contra los demás. Dios Padre nos ha dado algo mejor con lo que llenarlo: nuestros dones y cualidades.
Comencemos esta Eucaristía dándole gracias por ellas y comprometiéndonos a vivirlas en nuestro desarrollo personal y en el trabajo por la fraternidad común.
Queremos vivir el don de la PAZ, la interior que nos da tu presencia y la exterior que tenemos que construir todos juntos. Nos comprometemos a vivirla cada día diciendo: Nos comprometemos Señor
Queremos vivir el don del AMOR, el que tú nos manifiestas en nuestro interior y en todo lo que nos das, y el que nosotros queremos dejar rebosar hacia los hermanos. Nos comprometemos Señor
Queremos vivir los dones de la BONDAD y la AYUDA preocupándonos de nuestro desarrollo personal y de ayudar a los demás en todo lo que podamos. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor
Dios Padre amoroso TIENE siempre misericordia de nosotros, conoce nuestras limitaciones y nos guía de su mano a la vida eterna.
ORACIÓN COLECTA
A Jesús, los fariseos
le preguntan, si condena
a una mujer, que fue “infiel”
al amor de su pareja.
Jesús misericordioso
les dio precisa respuesta:
“Quien se encuentre sin pecado,
tire la primera piedra”.
Perdonando a la mujer,
Jesús rompió sus esquemas:
Al “invierno” de la Ley
sucedió la “primavera”.
Jesús ataca el pecado
y al pecador lo libera
de culpa, remordimientos,
de esclavizantes cadenas.
“Tampoco Yo te condeno”,
dijo a la mujer inquieta.
Dios es Amor y la Ley
sólo es un montón de letras.
Jesús, dulce, compasivo,
sólo firma las “sentencias”
que salvan a las personas
y declaran su inocencia.
Quitas, Señor, la violencia
de nuestras manos y lengua.
Queremos sembrar, con cariño,
flores de paz en la tierra.
Lectura del libro de Isaías (43,16-21):
Esto dice el Señor, que abrió camino en el mar y una senda en las aguas impetuosas; que sacó a batalla carros y caballos, la tropa y los héroes: caían para no levantarse, se apagaron como mecha que se extingue. «No recordéis lo de antaño, no penséis en lo antiguo; mirad que realizo algo nuevo; ya está brotando, ¿no lo notáis? Abriré un camino por el desierto, corrientes en el yermo.
Me glorificarán las bestias salvajes, chacales y avestruces, porque pondré agua en el desierto, corrientes en la estepa, para dar de beber a mi pueblo elegido, a este pueblo que me he formado para que proclame mi alabanza».
Palabra de Dios
Salmo 125
R/. El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres
Cuando el Señor hizo volver a los cautivos de Sión,
nos parecía soñar:
la boca se nos llenaba de risas,
la lengua de cantares. R.
Hasta los gentiles decían:
«El Señor ha estado grande con ellos.»
El Señor ha estado grande con nosotros,
y estamos alegres. R.
Recoge, Señor a nuestros cautivos
como los torrentes del Negueb.
Los que sembraban con lágrimas
cosechan entre cantares. R.
Al ir, iba llorando,
llevando la semilla;
al volver, vuelve cantando,
trayendo sus gavillas. R.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses (3,8-14):
Hermanos:
Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor.
Por él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo y ser hallado en él, no con una justicia mía, la de la ley, sino con la que viene de la fe de Cristo, la justicia que viene de Dios y se apoya en la fe.
Todo para conocerlo a él, y la fuerza de su resurrección, y la comunión con sus padecimientos, muriendo su misma muerte, con la esperanza de llegar a la resurrección de entre los muertos.
No es que ya haya conseguido o que ya sea perfecto: yo lo persigo, a ver si lo alcanzo como yo he sido alcanzado por Cristo.
Hermanos, yo no pienso haber conseguido el premio. Sólo busco una cosa: olvidándome de lo que queda atrás y lanzándome hacia lo que está por delante, corro hacia la meta, hacía el premio, al cual me llama Dios desde arriba en Cristo Jesús.
Palabra de Dios
Lectura del santo evangelio según san Juan (8,1-11):
R/Gloria a ti, Señor.
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo el pueblo acudía a él, y, sentándose, les enseñaba.
Los escribas y los fariseos le traen una mujer sorprendida en adulterio, y, colocándola en medio, le dijeron:
– «Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras; ¿Tú qué dices?».
Le preguntaban esto para comprometerlo y poder acusarlo.
Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo.
Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo:
– «El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra».
E inclinándose otra vez, siguió escribiendo.
Ellos, al oírlo, se fueron escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos. Y quedó solo Jesús, con la mujer en medio, que seguía allí delante.
Jesús se incorporó y le preguntó:
– «Mujer, ¿dónde están tus acusadores?; ¿Ninguno te ha condenado?».
Ella contestó:
– «Ninguno, Señor».
Jesús dijo:
– «Tampoco yo te condeno. Anda, y en adelante no peques más».
Palabra del Señor
R/Gloria a tí Señor Jesús
HOMILÍA
La escena que contemplamos en el evangelio de hoy es dramática e impactante, a pesar de ser muy conocida, nos puede volver a sorprender, por ser tan concreta, directa y desestabilizadora.
Os invito a acoger este texto sin más, dejándonos impactar, empapar por él, como quien se deja empapar por uno de esos chaparrones de primavera, sin abrir el paraguas aunque el agua esté fría. Nos empapará una ducha de realismo y concreción tal, que no nos permitirá espiritualizar el texto (como se hace en muchas predicaciones) ni escaparnos.
Es como si nos dijese: Al final de la cuaresma tú, ¿en qué andas? ¿Cómo reaccionas ante tu propio pecado y el de los demás? ¿Dónde te sitúas? Dónde te colocas en una situación que de entrada parece “habitual y conocida” pero que se resuelve de una forma totalmente impensada.
A pocos días de la Semana Santa podríamos intentar abrirnos a lo que el texto nos dice de forma más personal, abrirnos a lo que dice de ti y de mí, contemplando a cada uno de los personajes, sus gestos y palabras.
Primero a la “mujer” sorprendida en adulterio, acusada y conducida con violencia, públicamente. En el contexto del evangelio un pecado muy grave castigado con la muerte.
¿Quién de nosotros, no ha sido sorprendido en una infidelidad? (No hablamos solo de infidelidad matrimonial) Una infidelidad a Dios, a los hermanos, a nosotros mismos Y no es solo que hayamos sido infieles en el fondo de nuestro corazón, el texto nos sitúa en la experiencia de ser sorprendidos, de ser acusados públicamente. ¿Podemos identificarnos con esta mujer? ¿Sentir su miedo y su soledad? ¿Comprobar que no se nos da palabra, como a ella, que no puede justificar, explicar, disculpar…?
Es posible que alguna vez nos hayamos experimentado como “mujer” desvalorizada, juzgada, condenada. Hayamos sentido que “muchos” nos miran con la piedra en la mano.
En segundo lugar miramos al otro grupo, el de los que tienen la piedra en la mano y tienen muy claro quién es merecedora de que se la arrojen. Son de los que no solo cumplen la ley, sino de los que “velan” para que todos la cumplan. ¿Nos recuerda alguna actitud propia? ¿Cuántas piedras guardo en mi mano? ¿Cuántas he arrojado o tengo reservadas para arrojar? ¿Contra quién estoy dispuesto a arrojarla? ¿Qué situaciones o actuaciones de los demás creo que merecen e incluso requieren que yo les apedree?
Piedras son mis juicios y prejuicios, las palabras y “frases o miradas asesinas”. Las críticas y chismorreos, que a veces lanzamos con mucha puntería y oportunidad. A veces lo hago solo, pero que fácil es “hacer grupo” con otros que guardan piedras como yo, que fácil sentirnos apoyados cuando señalamos a alguien con el dedo acusador.
Y miramos a Jesús, él está en medio de unos y otros. Ese Jesús impresionante, libre, misericordioso, que parece que no puede hacer nada para no caer en la trampa que los escribas y fariseos le han tendido: tomar partido por la mujer saltándose la ley, arriesgándose a ser también apedreado, o apoyar la ley y renunciar a su ser más hondo, lo que constituye su Buena Noticia: la misericordia y el amor de Abba-Dios Padre.
Pero Jesús, una vez más nos sorprende. La misericordia siempre encuentra caminos para hacer triunfar una justicia mayor. Y entonces, desde nuestra propia realidad y situación, escuchamos una de las frases más emblemáticas del evangelio: “El que esté libre de pecado que tire la primera piedra”. Algo en lo que sin duda ninguno estaba pensando.
¡Es tan fácil mirar las infidelidades de los demás sin ver las nuestras! ¿Qué debieron sentir por dentro estos “maestros de la ley”? Es sorprendente que nadie responde, cuando antes habían argumentado tan bien su condena. No hay palabras para justificarse, para defender la ley. No hay lugar para hablar de la mujer porque cada uno, ellos y nosotros, hemos sido situados en el foco, en el centro, frente al espejo. Y algo se remueve por dentro y les hace moverse por fuera. Dejan de ser el grupo de acusadores y se van “escabullendo” Desaparecen como quien no quiere la cosa,
Dejemos que resuene esta palabra de Jesús en nosotros. ¿Cuántas veces nos la tendrá que repetir?
Y escuchamos también la otra palabra, la que dirige a la mujer una vez que los dos comprueban que nadie la ha condenado. Cuando los dos se quedan solos. Cuando cada uno de nosotros nos quedamos a solas con él. “Vete en paz y en adelante no peques más” Esta palabra que nos abre a la esperanza, que nos da nuevas posibilidades. Hay un perdón, un regalo de paz y un proyecto de futuro. Pero solo lo escucha la mujer, la que se sabe “infiel” ante Jesús, la que no se ha ido, a pesar de su pecado.
Hoy el evangelio nos dice lo mismo a cada uno de nosotros que estamos ante el señor al final de esta Cuaresma: “No te condeno, vete en paz, pero suelta la piedra que tienes en tu mano, vacía tu corazón y tu mente de todas esas piedras que guardas, esperando la ocasión de tirarlas. Y que el amor llene ese espacio vacío que has recuperado y te impulse a trabajar por quienes están al borde del camino, recibiendo pedradas”
CREDO
Sacerdote.- ¿Creéis en Dios, que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?
Todos.- Sí, Creemos.
Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios Padre?
Todos.- Sí, Creemos.
Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia y a todos para hacer un mundo mejor?
Todos. Sí, Creemos.
Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la Vida eterna, que ya comenzamos a disfrutar aquí y disfrutaremos plenamente al final de nuestro camino por esta vida?
Todos. Sí, Creemos.
ORACIÓN UNIVERSAL
Todos nosotros necesitamos, como la mujer adúltera, sentirnos acogidos, perdonados, aceptados, mucho más allá de lo que la sociedad y la ley nos ofrece. Oremos.
Queremos reconocer lo bueno de las personas
• Queremos ser una Iglesia que sea casa de puertas abiertas para todo aquel que lo necesite, donde se acoge sin condiciones, se perdona siempre, y que sea refugio y descanso de los pobres.
Queremos reconocer lo bueno de las personas
• Queremos comunidades de fe comprometidas con las gentes de nuestros pueblos y ciudades, atentas a las necesidades de las personas enfermas, que viven en soledad, que están en paro, que sufren maltrato…
Queremos reconocer lo bueno de las personas
• Queremos responsables de gobiernos que trabajen en favor de la paz universal, que transiten por caminos de negociación y diálogo, que busquen una vida digna para sus pueblos.
Queremos reconocer lo bueno de las personas
• Queremos que la paz sea una realidad en nuestras relaciones, en nuestras reuniones familiares, comunitarias y laborales, que en nuestras escuelas se eduque en favor de la paz.
Queremos reconocer lo bueno de las personas
• Queremos ser hombres y mujeres misericordiosos, comprensivos, tolerantes con lo diferente, abiertos a la diversidad, siempre con gestos y palabras que incluyen, perdonan, reconcilian.
Queremos reconocer lo bueno de las personas
Padre y Madre buena, Jesús nos invita a no condenar, a no arrojar piedras, a ser un corazón misericordioso que siempre ayude a los demás a levantarse y caminar. Gracias por Jesús de Nazaret, nuestra Luz, que vive por los siglos de los siglos. Amén
En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso
El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…
ORACIÓN OFRENDAS
Te presentamos el pan y el vino. Es el pan de nuestras comidas y el vino de nuestras fiestas y de la alegría. Junto a ellos ofrecemos nuestras vidas: Vidas sencillas y con fallos, vidas honradas y con defectos. Tú lo convertirás en Pan de Vida y Bebida de Salvación. PJNS.
PREFACIO
El Señor está con vosotros
Y con tu Espíritu
Levantemos el corazón
Lo tenemos levantado hacia el Señor
Damos gracias al Señor nuestro Dios
Es justo y necesario
Gracias, Padre bueno, Dios misericordioso,
porque nos amas sin límite, como nunca comprenderemos.
Gracias porque no tomas en cuenta
nuestros numerosos fallos y debilidades.
No nos cansaremos de repetir tu nombre,
Dios de bondad,
porque siempre encontramos en Ti
comprensión y perdón.
Gracias, Señor, porque tienes
misericordia de nosotros,
eres nuestro refugio y consuelo
y nos haces partícipes de tu mismo ser,
de tu vida, la definitiva, la vida eterna.
Nuestra alegría es saber que eres
nuestro Padre y Madre entrañable.
Y llenos de esa felicidad de sentirnos hijos tuyos
te bendecimos entonando este himno de alabanza.
SANTO, SANTO, SANTO
CONSAGRACIÓN Y PLEGARIA
Te damos gracias, Padre,
porque Tu Hijo Jesús vino a este mundo
a convivir con todos,
a comer con pecadores,
a perdonar a los egoístas, falsos y adúlteros.
Así nos enseñó a perdonar y no condenar.
Nos enseñó a amar a todos y a no pedir castigos.
Recibimos tu Espíritu con alegría
para que santifique este pan y este vino y
se conviertan para nosotros
en el sacramento del Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús, aquí significadas.
El mismo Jesús, la noche en que iban a entregarlo, cogió un pan, te dio gracias, lo partió y dijo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros
(Pausa)
Después de cenar, hizo igual con la copa, diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para iluminar vuestras vidas.
Haced esto en conmemoración mía.
(Pausa)
Éste es el Sacramento de nuestra fe.
Anunciamos y proclamamos tu resurrección. Ven Señor Jesús.
Por eso, Padre bueno, recordamos ahora
la resurrección de Jesús, el Salvador del
mundo, y renovamos nuestra fraternidad
Él se ha puesto en nuestras manos
para que te lo ofrezcamos como ofrenda nuestra
y junto con él nos ofrezcamos a ti.
Tú nos escuchas, Señor Dios nuestro;
y nos das tu Espíritu de amor
a los que participamos en esta comida,
para que vivamos cada día
más unidos en la Iglesia,
con el santo Padre, el Papa Francisco,
con nuestro Obispo N...,
los demás Obispos,
y todos los que trabajan por tu pueblo.
No nos olvidamos de las personas que amamos
ni de aquellas a las que debiéramos querer más.
Te damos gracias porque nuestros
hermanos difuntos… familiares
amigos y miembros de nuestra Comunidad
están ya contigo en Tu casa del Cielo.
Y un día, nos reuniremos contigo
con María, la Virgen, Madre de Dios y Madre nuestra, su esposo San José, los Santos
y todas las personas de bien
para celebrar la gran fiesta del cielo.
Entonces, todos los amigos de Jesús, nuestro Señor, podremos cantarte sin fin.
Por Cristo, con Él y en Él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén
PADRENUESTRO
PADRE Y MADRE NUESTRA
EN QUIEN SOMOS Y VIVIMOS.
Santificado sea tu nombre.
Venga a nosotros tu reino.
Hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo
TÚ NOS DAS HOY
NUESTRO PAN DE CADA DÍA.
TÚ PERDONAS NUESTROS PECADOS
Y NOSOTROS QUEREMOS PERDONAR
A LOS QUE NOS OFENDEN.
No nos dejes caer en la tentación.
Y líbranos del mal. Amen
CORDERO DE DIOS
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú TIENES piedad de nosotros
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú NOS DAS la paz
Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.
ORACIÓN FINAL
AYÚDAME A MIRAR COMO TU, SEÑOR
A ser prudente, como Tú lo fuiste con aquella mujer, que adulterada en su vida, comenzó otra vida nueva ante tu forma de mirarle y corregirle.
AYÚDAME A MIRAR COMO TU, SEÑOR
A ver el lado bueno de las personas. A no recrearme con el sufrimiento ajeno. A no ser altavoz de calumnias y mentiras. A ser hombre y no jugar a ser juez.
AYÚDAME A MIRAR COMO TU, SEÑOR
A no manipular ni airear las cruces de las personas que las soportan. A no enjuiciar ni condenar los defectos de tantos próximos a mi vida. A no hacer estandarte ni burla de los que están hundidos en sus miserias.
AYÚDAME A MIRAR COMO TU, SEÑOR
Para que, frente a la mentira, reine la verdad. Para que, frente a la condena, brille tu misericordia. Para que, frente a la burla, salga la comprensión. Para que, frente a la humillación, despunte la bondad. Amén.
BENDICIÓN
El Señor os bendice, os guarda
y en sus palmas os lleva tatuados.
Os acompaña en todos los caminos.
Y hace prósperas las obras de vuestras manos.
Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dios enamorado,
Padre, Hijo y Espíritu Santo.