40 días por el Río , a camino del Sínodo para la Amazonía Día 1ª - Somos la ternura, somos el amor, somos Amazonía
En este caminar juntos nos sentimos llamados a examinar profundamente si hemos sido fieles a Dios en los modos en que se ha dado la escucha y en el cómo nos hemos acercado al dolor y sufrimiento cotidiano de los que viven ahí y cuyas vidas y futuro están en riesgo.
| Mauricio López Oropeza - Secretario Ejecutivo REPAM
“Que el Dios de la vida y la belleza, el Espíritu Santo que nos impulsa hacia más fraternidad, unidad y dignidad, y el Cristo encarnado de la Buena Nueva, y de la inculturación y la interculturalidad nos den la serenidad, el discernimiento y la valentía para encontrar los nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral en este Sínodo Amazónico. Todo ello para el bien y la vida de sus pueblos y comunidades, y para caminar más juntos por el Reino”.
Meditar por unos momentos esta petición inicial, buscar la calma interior para entrar en este momento de navegar por las aguas de la Amazonía y de la vida de la Iglesia al servicio de sus pueblos y comunidades, y para escuchar el llamado de Dios a través de su palabra viva.
Lectura del día (cada uno y cada uno es invitado a profundizar en la lectura completa según su propia necesidad y criterio)
“Saben, hermanos, que nuestra estancia entre ustedes no fue infructuosa. A pesar de los sufrimientos y los ultrajes que, como están enterados, tuvimos que padecer en Filipos; llenos de confianza en nuestro Dios, les anunciamos su mensaje evangélico en medio de una fuerte oposición. Nuestra exhortación, en efecto, nunca se ha basado en el engaño, en turbios motivos o en el fraude; si hablamos, es porque Dios nos ha juzgado dignos de confiarnos su buena noticia. Y no tratamos de complacer a la gente, sino a Dios, que examina lo más profundo de nuestro ser Dios es testigo, y bien lo saben, de que jamás nos hemos valido de palabras aduladoras, ni hemos buscado astutamente el provecho propio. Como tampoco hemos buscado glorias humanas, ni de ustedes ni de nadie. Y aunque, como apóstoles de Cristo, podíamos habernos presentado con todo el peso de la autoridad, preferimos comportarnos entre ustedes con dulzura, como una madre que cuida de sus hijos. Sentíamos tal cariño por ustedes que estábamos dispuestos a entregarles no solo el mensaje evangélico de Dios, sino incluso nuestra propia vida. ¡Hasta ese punto había llegado nuestro amor!” 1 Tes. 2, 1-8.
Reflexión desde la perspectiva del Sínodo Amazónico
En este Sínodo Amazónico abrazamos con fidelidad la Buena Nueva que nos ha encomendado Cristo, a pesar de las situaciones de sufrimiento o rechazo que esto puede traer. En este camino se siente la presencia firme y amorosa de Dios que nos invita a permanecer en Él a pesar de ciertos ataques que se puedan dar por la incomprensión de esta realidad Amazónica concreta desde donde sentimos que Dios habla, o por el anhelo de defender intereses temporales o parciales. En este caminar juntos nos sentimos llamados a examinar profundamente si hemos sido fieles a Dios en los modos en que se ha dado la escucha y en el cómo nos hemos acercado al dolor y sufrimiento cotidiano de los que viven ahí y cuyas vidas y futuro están en riesgo. En esta lectura nos sentimos afirmados para ser apóstoles de Cristo con una actitud respetuosa como la de una madre que cuida de sus hijos-as. La Iglesia en la Amazonía debe ser cada vez más madre y hermana, y mucho más que jueza. Busquemos en los rostros concretos de Cristo encarnado, muchas veces todavía Crucificado, el llamado a confiar para entregar toda nuestra vida para que los pueblos y comunidades amazónicas tengan vida y vida en abundancia.
Contemplemos la imagen de este día y dediquemos un momento a reconocer nuestra propia vida y experiencia en la Iglesia y al servicio de la Amazonía para pedir luz en esta palabra de Dios en preparación del Sínodo. Escribir mis peticiones particulares y permanecer en ellas durante este día. Hacemos una invitación a llevar un registro de todo lo que el Espíritu suscite en nosotros como preparación interior para el Sínodo Amazónico.
Cita para meditación de cierre
Evangelii Gaudium 46.
La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas. Salir hacia los demás para llegar a las periferias humanas no implica correr hacia el mundo sin rumbo y sin sentido. Muchas veces es más bien detener el paso, dejar de lado la ansiedad para mirar a los ojos y escuchar, o renunciar a las urgencias para acompañar al que se quedó al costado del camino. acompañar quien quedó caído a la orilla del camino.
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