Comentario al Evangelio dominical Mons. Ojea: “Para Dios Padre no hay enemigos, solamente hay hijos”
“Vamos construyendo murallas y desde lo ideológico, desde lo emocional es imposible construir nada”
"Todo el que piensa distinto, siente distinto, vive distinto, se va convirtiendo en un enemigo frente al cual yo soy indiferente o de alguna manera agredo”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
Comoalgo genuinamente evangélico ve Mons. Oscar Ojea el amor a los enemigos. En su reflexión sobre el Evangelio del VII domingo del tiempo común, el prelado argentino invita a fijarse “en los verbos que el Señor utiliza para enseñarnos esto: amen, bendigan, hagan el bien, rueguen. Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan el bien a los que los odian, recen por los que los difaman”.
El presidente del episcopado argentino afirma que “esta doctrina nos parece hoy de otro planeta, nos parece lejana y utópica, nos parece un sueño imposible”, insistiendo en que “en realidad nosotros vivimos las polarizaciones, nosotros vivimos en plena exclusión. De alguna manera tenemos esquemas rígidos, los esquemas rígidos que son propios de las ideologías, de las ideologías mezcladas también con las emociones”.
La consecuencia de eso, según el obispo de San Isidro es que “vamos construyendo murallas y desde lo ideológico, desde lo emocional es imposible construir nada”. En ese punto recordaba las palabras de Albert Einstein: “ningún conflicto se puede solucionar en el mismo nivel de conciencia en el que se produce”.
En su opinión, “el Señor nos invita a dar un salto para poder hacer esto, no podemos hacerlo desde el nivel de la ideología y desde el nivel de la emoción”. Desde ahí deduce que “en ese plano, todo el que piensa distinto, siente distinto, vive distinto, se va convirtiendo en un enemigo frente al cual yo soy indiferente o de alguna manera agredo”. El peligro de seguir ese plano es “estar escuchando solamente lo que me gusta y lo que me hace bien sin poder trascender”.
Ante esa situación, “el Señor Jesús nos invita dan un salto para poder superar esto”, un salto que según el obispo “nos lleve a ponernos junto a la mirada del Padre: ‘sean misericordiosos como el Padre de ustedes en misericordioso’”.
Mons. Ojea insiste en que “para Dios Padre no hay enemigos, no existen los enemigos, solamente hay hijos”, afirmando que “Él trata también a los hijos que son desagradecidos y malos”, y lo hace “porque es un Padre”. Ponerse bajo esa mirada “puede hacernos superar estos muros que vamos creando nosotros, en nuestro modo de tratar a los demás y que van tiñendo nuestra convivencia”.
En sus palabras ha invitado a pedir al Señor “poder superar esto, poder crear instancias superadoras, que no tienen que ver con lo afectivo”. Según el presidente del episcopado argentino, “por supuesto que Jesús no habla de un amor solo afectivo sino efectivo, concreto, que brota del respeto de la persona humana. No hay nada más genuino, no hay nada más de Jesús que esta doctrina del amor a los enemigos. Él elige el momento para proponerla, él está en el llano con la gente, con la multitud ejercitando la compasión, mostrando a los discípulos la necesidad de cercanía con el pueblo y estando cercano a todas sus demandas, desde allí y desde esa realidad, desde ese trabajo, el Señor nos da esta enseñanza”.
Finalmente, también pide al Señor poder responder, insistiendo en que “de aquí brota toda la alegría del cristianismo, el poder vivirla, de aquí brota la fuerza, la potencia de la misión y de esta doctrina brota todo el anuncio del Evangelio que está sembrado por tantos mártires que dieron testimonio de este amor a los enemigos”.