El 26 de enero de 1914 fallecía en Villa del Tránsito, en la provincia argentina de Córdoba, José Gabriel del Rosario Brochero, el cura gaucho, el primer santo nacido y fallecido en el país, uno de los santos con más arraigo popular en Argentina.

Con motivo del 108 aniversario de su muerte, Mons. Santiago Olivera, obispo castrense y delegado episcopal para las Causas de los Santos en la Conferencia Episcopal Argentina ha reflexionado en un video mensaje con motivo la celebración de “un nuevo aniversario de la Pascua de Brochero”.

Según el prelado argentino, esta conmemoración “viene a mi memoria como una iniciativa para darle gracias a Dios por aquellos que han sabido responder, descubrir, intuir lo que el Espíritu les decía, de comenzar esas semanas brocherianas que preparaban el corazón, iban haciendo arder el corazón con el deseo profundo de que, para gloria de Dios, para mayor bien de nuestra patria, de nuestro pueblo, Brochero pueda ser santo”.

Por eso, Mons. Olivera agradece a quienes tuvieron “una feliz iniciativa, sin lugar a dudas una respuesta al Espíritu Santo, que suscitó esa noción en aquellos que supieron decir que sí y pusieron manos a la obra”. El prelado ha recordado que “cada año, cerca del 26 de enero, se convoca a muchos peregrinos y muchos turistas que se convierten en peregrinos en torno a la figura de este Santo Cura, que hemos llamado tanto tiempo la causa de Brochero, trabajamos por la causa del Santo”.

Al obispo castrense argentino, algo que le gusta decir, pensar y obrar, es que “la causa de Brochero sigue más actual que nunca. Una causa que fue trabajada para que la fe sea asumible, encarnada, vivida en su pueblo”. Según el prelado, estamos ante una oportunidad “para que se transforme su curato, su gente, su patria, para que mejoren la vida humana, pero fundamentalmente mejoren la vida espiritual, las relaciones familiares, las relaciones comunitarias, todo el bien que ha hecho Brochero”.

Insistiendo en el privilegio que supone que “lo podemos palpar y lo podemos ver”, ha querido dar gracias por este nuevo aniversario, “en el cual nuestro pueblo experimentó que Brochero partía físicamente, pero quedaba para siempre, como él mismo lo decía, ya no sólo en el recuerdo de sus transerranos, sino en el recuerdo, en el cariño, en la certeza de que intercede por nosotros, de tantos argentinos y podríamos decir de tantos otros hombres y mujeres de distintos lugares, que confían en su intercesión y se admiran por su vida, por su celo misionero, por su predicación evangélica, por su vida pobre y entregada”.