Los obispos brasileños preparan el Sínodo para la Amazonía Monseñor Walmor Oliveira: “el Sínodo es una posibilidad para salir de la inercia”
Lo realmente importante de este momento es que “se están escuchando y recogiendo” los clamores de los pueblos y la necesidad de, como Iglesia, “estar próximos a los pueblos”
El Sínodo para la Amazonía un momento de singular importancia para dar a conocer “lo que la Iglesia hace en la Amazonía y lo que puede hacer”
Luis Miguel Modino, corresponsal de RD en América Latina y Caribe
En Brasil, este encuentro de preparación tiene lugar en Belém, donde unos 120 participantes, entre obispos, padres, religiosos y religiosas, laicos y laicas, se reúnen de 28 a 30 de agosto. La reunión se está llevando a cabo en un contexto en el que, como reconocía el Cardenal Claudio Hummes, relator del Sínodo para la Amazonía, “cada vez más sentimos la importancia del momento, el mundo se va envolviendo y reconociendo la importancia de la Amazonía”, por lo que vemos que este Sínodo “se está convirtiendo en algo seguido mundialmente”.
Es verdad que hay “voces que muestran miedo, intereses, que se sienten amenazados”, reconoce el cardenal Hummes, pero no es menos cierto que lo realmente importante de este momento es que “se están escuchando y recogiendo” los clamores de los pueblos y la necesidad de, como Iglesia, “estar próximos a los pueblos”, afirma el Presidente de la Red Eclesial Pan Amazónica – REPAM, para quien “el proceso de escucha sinodal fue algo extraordinario, los pueblos se implicaron, se sintieron dignificados, participantes de este proceso”.
El cardenal brasileño insistía en que el Papa Francisco quiere escuchar a las mujeres, que como él reconoce abiertamente, “tienen un papel destacado en las comunidades de la Amazonía”. Por eso, según algunos rumores, se espera una presencia destacada de mujeres en la asamblea sinodal, superando el número de sínodos anteriores. Al mismo tiempo retomaba algunas de las inquietudes del Papa Francisco en referencia a la región, ya manifestadas en el encuentro con los obispos con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud de 2013, en Brasil, y que inclusive aparecen el Documento de Aparecida, del que no podemos olvidar que el entonces Cardenal Bergoglio fue su relator.
En ese sentido, cabe destacar el hecho de que Francisco considere la Amazonía como un test decisivo para el futuro, por lo que la Iglesia no puede perderla. Para ello es necesario revitalizar la Iglesia en la Amazonía, consolidar el rostro indígena y amazónico, formar un clero autóctono, pasar de una Iglesia que visita a una Iglesia que está presente. Por eso, el Sínodo, como reconoce el Cardenal Hummes, recogiendo las ideas del Papa, “es caminar juntos para buscar la comunión, no es un parlamento”, para lo que es imprescindible “respetar y reconocer la riqueza de las diferencias”.
Como ha reconocido el Presidente de la Conferencia Nacional de los Obispos de Brasil – CNBB, Monseñor Walmor Oliveira, el Sínodo para la Amazonía es “una experiencia importante para nuestra Iglesia en Brasil y bañarnos de Amazonía”, que en su opinión tiene que suponer “un abrir el corazón de nuestra Iglesia y de la sociedad para ayudar en la comprensión de lo que será tratado en la asamblea sinodal y será recogido en la exhortación postsinodal”. Desde esa perspectiva, el Presidente de la CNBB reconocía que “el Sínodo es una posibilidad para salir de la inercia, una gracia de Dios para un nuevo tiempo, un nuevo camino”. No podemos olvidar, según él, que “evangelizar tiene que ver con sanidad, con un nuevo orden social y político, con una esperanza profunda, algo sobre lo que el Sínodo para la Amazonía nos da la oportunidad de realizar”.
En el encuentro también están presentes los dos secretarios especiales del Sínodo para la Amazonía, Monseñor David Martínez de Aguirre y el Padre Michael Czerny. El obispo de Puerto Maldonado, anfitrión de la visita del Papa Francisco a la Amazonía, definía el Sínodo como “oportunidad para responder a la globalización, que se torna contraria a la vida de nuestros pueblos y provoca que la falta de oportunidad para que nuestros pueblos se relacionen entre ellos y con el bioma”. El Sínodo para la Amazonía debe llevarnos a “una experiencia de comunión”, la misma experimentada en Pentecostés, donde todos entendían en su propia lengua. Por eso, la importancia de ver y escuchar juntos, como paso previo al caminar juntos, pudiendo decir que estas reuniones, según el Padre Cerzny, ayudan a “entrar en nuevas formas de caminar juntos, de comenzar a ajustar, a discernir, a proponer, a comprometerse”.
Uno de los desafíos en este proceso sinodal, como reconocía Cristiane Murray, vicedirectora de la Sala de Prensa de la Santa Sede, que en los últimos tiempos ha trabajado en la Secretaría del Sínodo, es “comunicar al mundo, a la sociedad civil, la importancia de la presencia de la Iglesia en la Amazonía”, siendo el Sínodo para la Amazonía un momento de singular importancia para dar a conocer “lo que la Iglesia hace en la Amazonía y lo que puede hacer”. En esa misma perspectiva, el pastor luterano Inácio Lemke, del Consejo Nacional de las Iglesias Cristianas de Brasil – CONIC, destacaba que este es un momento en el “Dios está llamando a los líderes de las Iglesias para ser voces que defiendan la casa común”.
En su intervención, José Oscar Beozzo, uno de los grandes estudios del Concilio Vaticano II, comenzaba afirmando la necesidad de la profecía en la Iglesia de la Amazonía, y para eso citaba las palabra de Pedro Casaldáliga, quien definía como primera misión del obispo “el ser profeta, ser voz de aquellos que no tienen voz”. Mostrando la relación entre el Vaticano II y los sínodos de los obispos, destacaba la importancia de la colegialidad. Al mismo tiempo insistía en la misionariedad, pues “el cuidado de anunciar el Evangelio es la actividad más sagrada de la Iglesia”.
En consonancia con lo afirmado por el Cardenal Hummes, estamos en un ámbito en el que se pretende llegar a toda la humanidad. Los dos únicos momentos en que los papas se han dirigido a toda la humanidad, superando las fronteras eclesiales, ha sido en la crisis de los misiles, en la década de sesenta, momento en el que Juan XXIII se dirigió a todos los hombres y mujeres de buena voluntad, algo repetido en la Laudato Sí, que pretende responder a la crisis socioambiental, algo que va a continuar en el Sínodo para la Amazonía, definido recientemente por el Papa Francisco como hijo de la Laudato Sí.
La reunión ha retomado los resultados del proceso de escucha, fruto del documento preparatorio, en el que, como afirmaba Zenildo Lima, “no se pretendió presentar un contenido y sí un método con el que se quiere llevar a cabo una reinterpretación de la realidad a partir de nuevas categorías y cosmovisiones”. De hecho en el proceso de escucha hubo una gran variedad de interlocutores, según el Padre Zenildo, siendo las asambleas territoriales “un gran avance en el camino del Sínodo, recogiendo los clamores de la base, los pueblos se sintieron escuchados”. Fue un momento en el que surgieron grandes cuestiones, por lo que no se puede “perder la vitalidad y el espíritu de las escuchas, es necesario salvaguardar su fuerza”, a pesar de reconocer que la dimensión ecológica tiene mucha más presencia que la eclesiológica.
Centrándose en el Instrumentum Laboris, que va a ser el centro de las discusiones a lo largo de estos días, Monseñor Raimundo Possidônio Carrera da Mata, uno de los grandes historiadores de la Iglesia en la Amazonía, afirmaba al presentar la primera parte del documento, que el Sínodo para la Amazonía “es punto de llegada, pues muchos de los conceptos presentes en el Instrumentum Laboris son realidades ya vividas”. Eso ayuda a fundamentar el hecho de que “no se puede perder que la Amazonía es sujeto de todo este proceso”, una afirmación que hacía Monseñor Mario Antonio da Silva, obispo de Roraima y segundo vicepresidente del episcopado brasileño.
La reflexión de los participantes sin duda va a enriquecer un proceso que, los casi sesenta obispos brasileños que serán padres sinodales, van a llevar a una asamblea en la que, desde una visión panamazónica, se quieren hacer realidad nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral.