Un ejemplo de educación intercultural, un nuevo camino sinodal amazónico Nopoki, una revolución educativa en medio de la selva peruana
En la asamblea sinodal, "los mejores discursos han sido de las mujeres indígenas”
Nopoki es visto “como una esperanza para nosotros”, enfatizaba Delio Siticonatzi, que se refería a Monseñor Gerardo, “como alguien que ha pensado en los jóvenes y ha hecho que surjan profesionales”, y a la Iglesia “como quien nos acoge y nos invita a seguir”
La educación no borra las culturas, tradiciones, lenguas de esos pueblos
Uno de los grandes retos es integrar la sabiduría ancestral de los pueblos en el proceso educativo
La educación no borra las culturas, tradiciones, lenguas de esos pueblos
Uno de los grandes retos es integrar la sabiduría ancestral de los pueblos en el proceso educativo
| Luis Miguel Modino, enviado especial al Sínodo
Nopoki es un claro ejemplo de lo que significan los espacios interculturales en la vida de los pueblos amazónicos. Ésta es una universidad indígena en medio de la selva peruana, donde el Vicariato de San Ramón a través de su obispo, Monseñor Gerardo Zerdín, ha conseguido llevar a cabo una obra que alguien como Delio Siticonatzi, líder del pueblo asháninka, un día alumno y hoy profesor, lo define como algo maravilloso, un lugar donde ha descubierto lo que significa el servicio.
Según el obispo del Vicariato de San Ramón, “los indígenas necesitan su protagonismo”, algo que se ha manifestado de forma muy explícita en la asamblea sinodal, donde "los mejores discursos han sido de las mujeres indígenas”, afirma el obispo franciscano de origen croata.
Nopoki es visto “como una esperanza para nosotros”, enfatizaba Delio Siticonatzi, que se refería a Monseñor Gerardo, “como alguien que ha pensado en los jóvenes y ha hecho que surjan profesionales”, y a la Iglesia “como quien nos acoge y nos invita a seguir”, superando los muchos prejuicios contra los pueblos originarios, que veían a los indígenas como alguien que tenía que quedarse en su mundo, según Delio. El indígena ashánika afirma, recordando las palabras de Yesica Patiachi, que la educación no borra las culturas, tradiciones, lenguas de esos pueblos.
El actual profesor de la universidad define a Nopoki como lugar de verdadera interculturalidad, donde los alumnos, que pertenecen a diferentes pueblos, descubren que se puede dialogar con las otras culturas amazónicas, lo que siempre enriquece. Uno de los elementos que más cabe admirar es que aquellos que se forman en Nokopi vuelven a sus comunidades como promotores de la comunidad, con una visión diferente y con el propósito de servir y compartir lo que han ido aprendiendo, tanto en el plano teórico como práctico, en una tentativa de aprender desde su cultura. De hecho, Siticonatzi hoy coordina un internado donde los estudiantes son llamados a descubrir su vocación de servicio.
El mismo líder asháninka renunció a un trabajo como profesor del estado, mucho mejor remunerado, para estar en un lugar donde experimenta lo que significa el servicio, ayudando a los jóvenes indígenas, a menudo con un sentimiento de inferioridad sobre ellos mismos, a descubrir que con esfuerzo sí se puede.
En Nopoki, que hoy cuenta con 700 estudiantes, la mitad se forma en educación intercultural bilingüe. De hecho, para entrar en la universidad, se exige que se sepa una de las siete lenguas que se enseñan. Algo que se hace a partir de conceptos y procesos diferentes, pues saber una lengua, algo que conoce Monseñor Gerardo, es una cosa, pero enseñarla es otra. Él mismo dice que han formalizado cinco gramáticasindígenas, algo que ha llevado diez años, “buscando siempre conceptos adecuados”, insiste el obispo.
Uno de los grandes retos es integrar la sabiduría ancestral de los pueblos en el proceso educativo. Cada pueblo tiene su cosmovisión, que es socializada para que los otros pueblos la conozcan, afirma Delio Siticonatzi. De hecho, los profesores de lenguas, a lo que los alumnos se dedican los dos primeros años, son sabios de sus pueblos, en cuanto que los de metodología, que abarca otros dos, son profesores que se han formado en la propia universidad desde la realidad de sus pueblos, según el obispo franciscano.
Monseñor Zerdín denuncia que “los que hemos estudiado nos sentimos superiores”, a veces de forma inconsciente. Él afirma que dentro de algunas instituciones indígenas, gente llegada de fuera de ese ámbito se apodera de ese mundo y acaba considerando a los indígenas como un problema. Inclusive eso lo ha visto en colegios católicos. Ante eso, sostiene que no puede ser que una escuela corte las raíces de los pueblos indígenas, que pierden su cultura, pero al mismo tiempo nunca van a asumir la modernidad, por lo que “se quedan flotando en la nada”. El diálogo intercultural no puede suponer perder su identidad, según el obispo, afirmando la necesidad de un desarrollo auténtico a partir de sus territorios.
Para Delio, Nopoki es un lugar con una mística especial, que tiene a Dios como cimiento, convirtiéndolo en un lugar donde el joven debe saber quién es y por qué ha venido a ese lugar. Ese es el camino para poder realizarse, una experiencia que ha estado presente en la vida de muchos jóvenes de la Amazonía peruana en los últimos 14 años. Una experiencia que puede ayudar a la Iglesia y a los pueblos amazónicos a hacer realidad aquello que el Sínodo para la Amazonía se propone.