Cerca de ti

Rezar
Ahora que no hay prisas, que hay tiempo para estar contigo, que puedo entrar más en mí con el deseo de también encontrarte, es aquí y ahora que quiero gustar de tu presencia cercana. ¡Cómo ayuda parar! Unos días de silencio, de oración…oxigenan el alma. Cerca de ti, sé que eres mi fuerza y energía, contigo todo es más fácil cuando de verdad me acerco con disponibilidad de corazón y escucho tu voz.

En el día a día las prisas se instalan, “nos atrapan”, los quehaceres nos guían en la jornada, por ello, es ahora tiempo precisamente para gustar el tiempo. No es hora de estar de un lado para otro, y eso ya descansa, cambia el “chip”, da otro aire. Ahora se trata de estar, de una “inmovilidad” que lleve a un encuentro, a un compartir lo que ahora y aquí llevo en mi, lo que Dios ya sabe pero me espera. Atreverse a entrar en la intimidad de uno mismo acogiéndose, queriéndose… dejándose sorprender por el Dios que nos habla, sana, ama, abraza y acoge las debilidades para hacernos fuertes en la ruta que continúa en el día a día, con sus ruidos, sus silencios, sus alegrías.

Es el Señor de la justa cercanía del que nos habla el siguiente texto, el cual podemos orar. Tengamos presente que es el Señor que camina con nosotros, que espera que tengamos tiempo para estar con Él, para presentarle nuestra vida, para pedirle que la siga guiando, orientando, acompañando desde su gracia.


“Señor de la justa cercanía…

Cualquier segundo es una puerta

para entrar en tiempo.

Todo centímetro es una tierra

que lleva tu huella.

Cada color y cada aroma

me hacen sentir tu fantasía

jugando hacia el infinito.



En cada mirada se asoma

la intimidad de tu misterio.

Todo golpe de azada

cae sobre la tierra

con certeza de cosecha.

Cada canto verdadero

trae hasta mi corazón

el rumor de la fiesta

que ya empezó eterna

al final de mi camino.



Señor, no puedes perderte

en una clandestinidad absoluta:

yo me moriría en tu ausencia.

Ni puedes revelarte en toda tu grandeza:

yo quedaría absorbido

en el resplandor de tu gloria.




Tú eres el Señor de la justa cercanía,

del sacramento necesario

que nos permite irnos haciendo,

sin tanto frío y noche

que quede crudo nuestro barro,

ni tanto sol y mediodía

que tu fuego nos calcine". (Benjamín González Buelta, sj)


Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.
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