Cerca de ti
En el día a día las prisas se instalan, “nos atrapan”, los quehaceres nos guían en la jornada, por ello, es ahora tiempo precisamente para gustar el tiempo. No es hora de estar de un lado para otro, y eso ya descansa, cambia el “chip”, da otro aire. Ahora se trata de estar, de una “inmovilidad” que lleve a un encuentro, a un compartir lo que ahora y aquí llevo en mi, lo que Dios ya sabe pero me espera. Atreverse a entrar en la intimidad de uno mismo acogiéndose, queriéndose… dejándose sorprender por el Dios que nos habla, sana, ama, abraza y acoge las debilidades para hacernos fuertes en la ruta que continúa en el día a día, con sus ruidos, sus silencios, sus alegrías.
Es el Señor de la justa cercanía del que nos habla el siguiente texto, el cual podemos orar. Tengamos presente que es el Señor que camina con nosotros, que espera que tengamos tiempo para estar con Él, para presentarle nuestra vida, para pedirle que la siga guiando, orientando, acompañando desde su gracia.
“Señor de la justa cercanía…
Cualquier segundo es una puerta
para entrar en tiempo.
Todo centímetro es una tierra
que lleva tu huella.
Cada color y cada aroma
me hacen sentir tu fantasía
jugando hacia el infinito.
En cada mirada se asoma
la intimidad de tu misterio.
Todo golpe de azada
cae sobre la tierra
con certeza de cosecha.
Cada canto verdadero
trae hasta mi corazón
el rumor de la fiesta
que ya empezó eterna
al final de mi camino.
Señor, no puedes perderte
en una clandestinidad absoluta:
yo me moriría en tu ausencia.
Ni puedes revelarte en toda tu grandeza:
yo quedaría absorbido
en el resplandor de tu gloria.
Tú eres el Señor de la justa cercanía,
del sacramento necesario
que nos permite irnos haciendo,
sin tanto frío y noche
que quede crudo nuestro barro,
ni tanto sol y mediodía
que tu fuego nos calcine". (Benjamín González Buelta, sj)
Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.