La Encarnación

La Encarnación
En el rezo del rosario evocamos en el primer misterio de gozo, la Encarnación del Hijo de Dios en el seno de la Virgen María (Lu 1,26-38). Misterio de gozo para la humanidad, Dios se hace hombre para redimirla. Pero, ¿hemos pensado lo que supuso para esta doncella de Nazaret este misterio? María, joven virgen prometida con José, iban a formar un hogar, un hogar seguramente humilde pero en el que iba a reinar el amor a Dios, lo primero, pero también el amor entre la pareja. Para ser felices no es necesario poseer grandes fortunas porque la gran fortuna es que reine el amor entre ambos.

José, el carpintero, el que acude a reparar los desperfectos, un oficio al servicio de los habitantes de la aldea de Nazaret. Y de repente Dios irrumpe en la vida de María y cambia todos sus planes al responder sí al querer de Dios. Iba a ser una madre soltera con lo que conllevaba esta situación: Ser lapidada y para José, su prometida infiel al amor prometido. María guarda silencio, los evangelios no comentan nada al respecto. Ella corre en ayuda de su prima Isabel que en su avanzada edad espera un hijo y seguramente requiere la ayuda de su joven prima. Pero Dios no deja tirados a sus fieles. José tiene un sueño que le saca de dudas: El hijo que María lleva en sus entrañas es obra del Espíritu Santo. José queda libre de sus temores y acoge a María en su casa (Ma 1,18-25). Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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