Mártir

Mons. Romero
Mártir o testigo quiere decir lo mismo según el diccionario griego. Por consiguiente un mártir no es la persona que derrama su sangre por una causa, sino el que testifica por una causa, da testimonio a favor de ella. Por consiguiente los mártires no son sólo los que derraman su sangre por una causa sino los que testifican por ella y esto sí, están dispuestos a dar la vida por la causa defendida.

Entre los mártires de nuestro tiempo nos encontramos con Monseñor Oscar Ataulfo Romero, arzobispo de San Salvador, que fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por defender la causa de los campesinos asesinados impunemente por el gobierno. Él estaba convencido de que lo matarían pero no por ello calló las injusticias que se cometían contra su pueblo. Estaba dispuesto a morir por defender la causa de los campesinos salvadoreños atropellados en sus derechos.

El 2 de febrero de 1980, pronunció en la universidad católica de Lovaina un discurso en el que se lamentaba que en su pueblo se cumplían las tristes palabras de los profetas: “Las mayorías pobres de nuestro país son oprimidas y reprimidas cotidianamente por las estructuras económicas y políticas de nuestro país. Entre nosotros siguen siendo verdad las terribles palabras de los profetas de Israel. Existen entre nosotros los que venden el justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; los que amontonan violencia y despojo en sus palacios; los que aplastan a los pobres; los que hacen que se acerque un reino de violencia, acostados en camas de marfil; los que juntan casa con casa y anexionan campo a campo hasta ocupar todo el sitio y quedarse solos en el país”. Justo al cumplirse escasos dos meses del discurso fue asesinado cuando celebraba la Eucaristía. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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