Mirada de amor
Sabemos que las miradas hablan, a veces más de lo que quisiéramos pero a través de ellas podemos mostrar lo que hay en nosotros hacia los otros. Hay ocasiones en que nos cuesta mirar al otro, quizás se tendría que limpiar primero el corazón pero humanamente sabemos que no siempre es fácil ni todo fluye con la misma intensidad de cuando se quiere. Quizás nos podríamos mirar y preguntar: ¿Cómo es nuestra mirada?
En el día a día, en el colegio, tengo la gracia de encontrarme con muchas miradas de ternura, de alegría, de felicidad desde la pequeñez de sus edades y la grandeza de sus miradas limpias que tanta vida da y desprenden. Se aprende mucho de los niños, por algo Jesús habla así de ellos: “Más Jesús, llamándolos a su lado, dijo: Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis, porque de los que son como éstos es el reino de Dios” (Lc 18,16)
Ese contacto es un regalo y una lección para intentar saber mirar a los otros con más corazón, más ternura e incluso más sencillez. Nos ayuda el encuentro cotidiano con Jesús, encontrarte con su mirada lleva siempre a ensanchar el corazón. Abramos nuestras vidas a Él, seamos capaces de aceptar su invitación: ¡Ven y sígueme! Solo si le abrimos el corazón podremos escuchar su voz y dejad que la gracia de Dios obre en nosotros. Busquemos donde está el tesoro en nuestras vidas, para así saber cómo y dónde está nuestro corazón. Texto: Hna. Ana Isabel Pérez.