Solo desde la confianza hacia el otro somos capaces de abrirnos y dar un poco más de nosotros Solo desde el amor
Un trayecto en coche dio lugar a un bonito compartir con alguien a quien veo cada día pero en muchas ocasiones nos saludamos en medio de las prisas, fue una ocasión para seguir estrechando lazos, para preguntar y escuchar al otro que te habla y comparte desde su propia vida; sin duda que Dios estaba presente entre nosotras. Hagámosle compañero de camino en nuestra vida.
| Gemma Morató / Hna. Ana Isabel Pérez
En muchas ocasiones llegamos al final de la semana casi “suspirando” por el fin de semana para poder descansar, tomar aire, por los días que se han vivido con muchas cosas e incluso más de las previstas pero así hay que acoger y responder en la vida de cada día. Es también entre tantas cosas que la vida se vive y qué importante es el cómo lo hacemos, si con ganas e ilusión, entregándose o más bien digamos que “cubriendo el expediente”. En las prisas, cuando parece que estemos fijados en lo que tenemos que hacer también se pueden dar encuentros.
Un trayecto en coche dio lugar a un bonito compartir con alguien a quien veo cada día pero en muchas ocasiones nos saludamos en medio de las prisas, fue una ocasión para seguir estrechando lazos, para preguntar y escuchar al otro que te habla y comparte desde su propia vida; sin duda que Dios estaba presente entre nosotras. Hagámosle compañero de camino en nuestra vida.
Esa conversación no estaba prevista pero son los regalos que llenan y alegran de verdad, que te hace también llevar a las personas en la oración. Solo desde el amor nos podemos encontrar, solo desde la confianza hacia el otro somos capaces de abrirnos y dar un poco más de nosotros. Acojamos con gozo tanto de bueno como se nos entrega cada día.
“Solo desde el amor
la libertad germina,
solo desde la fe
van creciéndole alas.
Desde el cimiento mismo
del corazón despierto,
desde la fuente clara
de las verdades últimas.
Ver al hombre y al mundo
con la mirada limpia
y el corazón cercano,
desde el solar del alma.
Tarea y aventura:
entregarme del todo,
ofrecer lo que llevo,
gozo y misericordia.
Aceite derramado
para que el carro ruede
sin quejas egoístas,
chirriando desajustes.
Soñar, amar, servir,
y esperar que me llames,
tú, Señor, que me miras,
tú, que sabes mi nombre.
Gloria al Padre, y al Hijo,
y al Espíritu Santo. Amén (Himno)